Armenia vivirá por siempre

Arí Demirdjian, la emoción de un niño de cinco años

20 de octubre de 2015

museo genocidioiDurante los Juegos Panarmenios que se llevaron a cabo en Ereván a los que asistió mi familia, también visitaron el Museo del Genocidio Armenio ubicado en el Memorial de Dzidzernagapert (foto).

Mi nieta Miranda me relató con voz triste y apagada que recorrió el lugar de la mano de su pequeño primo Arí y cuando llegaron al sitio donde estaban expuestas las imágenes de los niños, víctimas del Genocidio Armenio, el niño se asombró y gritando exclamó. “¡No quiero ver chicos muertos, no quiero volver aquí, no quiero que muera ningún niño más!” Y se alejó del lugar muy angustiado.

Una y mil veces sometieron a la tierra armenia, y una y mil veces resucitó la nación Armenia. Armenia vive. En el Siglo III después de Cristo, existió un santo hombre, San Gregorio El Iluminador, quien sufrió terribles tormentos de manos del Rey Dertad III.

Finalmente en el año 301 el Rey aceptó al cristianismo, constituyendo así al pueblo armenio como el primer pueblo cristiano del mundo.

Así, la armenia cristiana arribó al Siglo V donde floreció cultural y espiritualmente con inusitado ímpetu. Fue el Siglo de Oro. Es la razón de la supervivencia de nuestro pueblo. Luego de la creación del alfabeto por parte de Surp Mesrob, su primera aplicación fue la traducción de la Biblia al idioma armenio con fidelidad y belleza dialéctica. El erudito del Siglo XVII François Pétis de la Croix aseguró que era la reina de las traducciones.

En el Genocidio de 1915 donde los turcos mataron un millón y medio de armenios, Soghomón Tehlirian resurgió de los cadáveres de su propia familia y decidió ajusticiar al genocida Talaat Pashá.

Cuando el embajador estadounidense Henry Morgenthau le preguntó a Talaat Pashá qué sensación había tenido al ordenar la masacre de los armenios, éste le respondió que había experimentado una alegre sensación. Años después, en 1921, Tehlirian puso las cosas en su lugar en Berlín en nombre del pueblo armenio.

Hoy nuestros niños crecerán con la fe que otorgó a nuestro pueblo San Gregorio El Iluminador, con la antorcha en la mano para imitar a estos grandes.

Vartení

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