Desde la Madre Patria

El retorno: Mirada hacia la repatriación

08 de febrero de 2017

Repat VartanUsualmente el concepto de repatriación se define como el regreso a la Patria luego de haber permanecido en un país extranjero; sin embargo,  los armenios lo usamos a pesar de que también sentimos propio el país en el cual residimos. Claro, allí nacimos y allí nos criamos. Nos desenvolvemos en un entorno de mixtura identitaria que nos convierte en seres híbridos. Bienvenidos a la realidad bidimensional del diaspórico.  

Como resolución a la tensión marcada por el desarraigo territorial algunos optan por el retorno, mientras otros escalan unos pasos más hacia la promoción de la repatriación. Uno de ellos es Vartán Marashlian, director de la organización Repat Armenia. Nos encontramos una de aquellas frías mañanas de Ereván en la oficina desde donde emergen montones de propuestas interesantes para promover el desarrollo de Armenia desde la repatriación. Vartán vino de Rusia en 2010 y junto a un grupo de personas de Armenia y la Diáspora creó esta organización que asiste a más de quinientos personas al año que deciden radicarse en el país. Mediante un trabajo personalizado sobre cada repatriado, brinda facilidades en la búsqueda laboral, promueve proyectos personales y colectivos, y es una importante red de socialización entre ellos.

Vartán tiene una interesante perspectiva sobre el fortalecimiento de Armenia y se levanta cada mañana predispuesto a dar rienda suelta a los impulsos que lo guíen hacia esta meta. El concepto de repatriación pasó por diferentes estadios a lo largo de la historia armenia: alrededor de 1940 una ola migratoria arribaba bajo las duras condiciones de la Segunda Guerra Mundial y luego del colapso de la URSS otros tantos resolvían regresar. En ese entonces, el lema tebi yerkir como paso siguiente a la obtención de la independencia en 1991, atravesó fronteras y se apropió de las aspiraciones de las comunidades de la Diáspora. Sin embargo, la situación de Armenia, marcada por la guerra de Artsaj, los bajos índices de pobreza y las condiciones inconfortables, no acompañaron del todo a la recepción de armenios de diferentes países en busca de aires de independencia.  

¿Pero, hoy? Vartán está convencido de que condiciones sumamente potables golpean la puerta de Armenia en la actualidad para enfrentar este reto. Una gran variedad de esferas de la vida social, política y económica ha dado grandes saltos de progreso en poco tiempo, y aquellas condiciones que faltan se están desarrollando gradualmente. Y como dice Vartán: “¡Los repatriados son parte de esta construcción!”.

Afortunadamente, un gran movimiento de jóvenes de diferentes países de la Diáspora toma la iniciativa de radicarse aquí algunos años o el resto de sus vidas. Por su parte, una significativa cantidad de compañías utilizan como medio a Repat Armenia para realizar propuestas laborales a jóvenes que han estudiado en el extranjero y tienen experiencia laboral en entornos internacionales. Exitosa retroalimentación.

“Crear trabajo” es la premisa que Vartán considera primordial. A pesar de que Armenia presenta condiciones positivas para acobijar a repatriados que crucen las puertas de Zvardnodz, hoy necesita individuos que crean escenarios favorables, no sólo que las aprovechen. El Gobierno de Armenia a través del recientemente nombrado Primer Ministro recalcó la importancia de la inclusión de repatriados en la construcción de la nación; y en la práctica, se incorporaron dos repatriados a notables cargos públicos. Difícilmente ésta sea la solución total al problema de interferencias Armenia-Diáspora, pero imaginemos que suponga un avance.

Para concretar esta ardua labor de involucrar a repatriados en el desarrollo de Armenia y crear un Estado atractivo para establecerse, Vartán cuenta con un equipo de coordinación, entre los que se encuentra Mariana Julian. Vive en Armenia desde hace tres años; se trasladó desde Siria como los 1500 armenios al año que arriban a la Madre Patria alejándose del conflicto en su país. Aunque Mariana desde siempre soñó con comenzar su vida aquí. Le encanta. “Existen dificultades, es un país nuevo. Tenemos que hacer muchas cosas, pero lo sientes como tuyo”, manifiesta. A su vez, su corazón inquieto y militante la impulsa a participar de todas las actividades de la FRA-Tashnagtsutiún, aunque asume que las formas de trabajar y los objetivos son completamente diferentes a las instituciones de la Diáspora.

Y así es. Armenia no es una comunidad; es un estado. En Armenia no se intenta conservar el idioma; se lo habla. No se intentan construir pequeñas Armenias dispersas; se vive y se trabaja para desarrollar una grande. En esta tarea la mirada atenta y realista de la Diáspora hacia la construcción de una república fuerte y consolidada es crucial. La retroalimentación entre la Diáspora -como espacio de potencialidades en materia educativa, profesional, de experticias laborales y económica -  y Armenia -como terreno físico enmarcado en un contexto político, económico y social- es un eslabón clave para contribuir al fortalecimiento de ambas.

Porque a la larga, una no es sin la otra. 

Betty Arslanian

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