A propósito de la Revolución de “terciopelo”

El tiempo de Ereván y la carga de la victoria

12 de junio de 2018

velvet_35Ereván (Lusine Hovhannesyan para EVN Report).- Es el mañana en Ereván. El lema de 1988, “Larga vida a la Armenia que vendrá mañana”, parece haber llegado. En los años posteriores a la guerra de Karabagh no había sociedad civil y ahora por primera vez la hay.

Salí a la calle y participé de los movimientos de desobediencia por mis hijos que son estudiantes. He sido una participante activa o una observadora preocupada por todos los movimientos que hubo en la Tercera República de Armenia. El primer día de las marchas les dije a mis hijos: “Trece personas no hacen una revolución”. Su respuesta fue segura y confiada: “La hacen”.

Estaba equivocada, pero estoy feliz de haberlo estado porque la nueva generación tenía razón. Cuando los jóvenes son los que están en lo correcto entonces el proceso avanza.

Esos días de abril, cuando las protestas se movieron de la Plaza de Francia a la Plaza de la República, no había muchos participantes. En mi camino hacia el lugar, noté como muchas personas caminaban en dirección opuesta. Mi hija, que era una incondicional del movimiento estudiantil desde el primer día, me preguntó: “¿Cuándo ganará el movimiento?". “Cuando no haya nadie yendo en la dirección opuesta”, respondí, esta vez teniendo finalmente razón. La verdadera victoria se registró cuando el flujo de personas hacia la plaza era tal que si alguien hubiera querido ir en la dirección contraria le hubiera resultado extremadamente difícil.

Conozco a Nigol Pashinian desde que era estudiante y al principio sólo lo conocía como un periodista talentoso. A veces, he sido crítico con él y otras veces he estado de acuerdo. No tengo edad para crear ídolos, y por eso estoy contenta. Recibí con agrado su campaña pacífica de protesta desde el principio.

Mientras veo a Nigol en Baghramian 26, lugar desde donde siempre se ha gobernado nuestra República, donde se han concebido y anunciado las órdenes, las decisiones más críticas y crueles, me cuesta elegir las palabras adecuadas. Es inexplicable y no porque no esté preparado. Ninguna de las personas que se mudó a Baghramian 26 estaba particularmente preparada para el rol de presidente, y no está claro si estuvieron mejor acompañados durante su mandato. Probablemente, lo inexplicable se deba principalmente al hecho de que, durante décadas, nos habíamos acostumbrado a ver personas allí a las que no queríamos ni aceptábamos. Nos habíamos acostumbrado a exigir su renuncia y luego esperar desesperadamente que esta suceda. Esta cuestión particular siempre ha tenido un elemento de rechazo, la misma palabra -“rechazo”- que Pashinian convirtió en lema. Entonces, de repente, vemos a Nigol allí, y él establece una conexión recíproca a través de sus videos en vivo con aquellos que lo apoyaron.

Nos dio la victoria, sin duda, pero también devolvió a la gente un sentimiento que se había olvidado. Décadas de gobiernos autoritarios habían creado en el ciudadano una idea de no participación en la vida política y cívica, falta que se convirtió en una parte intrínseca de nuestra psicología. Nos habíamos acostumbrado a creer que todo lo que sucedía a nuestro alrededor no nos concernía porque nos habían privado de las herramientas para cambiar las cosas. Nos habíamos exiliado de nuestro país pero físicamente todavía estábamos aquí, como inmigrantes en nuestra propia nación. En un momento dado, esto hizo nuestras vidas más fáciles en la medida en que no estábamos preocupados por nada más que por las operaciones militares de las que nuestros niños eran participantes. Como ciudadanos, nos habíamos liberado de preocuparnos por lo que estaba sucediendo en el gobierno y nos retiramos a nuestro propio espacio personal.

Después de la victoria del movimiento de desobediencia, de repente, nos encontramos nerviosos con cada palabra, comportamiento u opinión. Sus líderes todavía no sienten esto, porque tienen el amor y el entusiasmo de la gente. Sin embargo, los ciudadanos de Armenia, que durante mucho tiempo nunca tuvieron un verdadero líder elegido, se sienten responsables de cada expresión, nombramiento o acción. Esta es una carga muy pesada e inusual. Logramos la victoria y perdimos la "ligereza" de la indiferencia hacia todo. Ahora tenemos alguna esperanza de que algún día el gobierno esté tan establecido que funcionará de manera efectiva por sí mismo y nos liberará a nosotros de la carga con cada uno de sus pasos.

A cambio de esta pérdida de "ligereza", los ciudadanos demandarán más a los gobernantes a los que ahora solo les brindan amor y admiración. Aquellos que fueron desobedientes pacíficos durante mucho tiempo, serán exigentes. Aquellos que repentinamente se convirtieron en participantes activos del movimiento de desobediencia, que aún aprecian al primer ministro recién elegido, que son implacables ante cualquier crítica constructiva o proposición proveniente de sus viejos amigos, serán exigentes. Ahora, los jóvenes tienen un líder al que aman y admiran, y para el cual no toleran ninguna crítica, incluso aunque sea importante y honesta. Pero esto pasará.

Esta victoria es una gran responsabilidad.

En realidad, ninguno de nosotros sabe cómo se formará el estado y, en consecuencia, nuestras vidas. Pero hoy hemos logrado una cuestión muy importante: somos una parte preocupada de nuestro gobierno, una vez más somos ciudadanos sanos, indiferentes a nada. Y este "nosotros" es la mayoría dominante, que incluye capas sociales, educativas y personas con diferentes puntos de vista.

En las tiendas de la ciudad, las personas discuten qué vendrá después. Los taxistas frente a los supermercados debaten la resolución del conflicto de Artsaj, dicen cosas razonables. La gente más “apolítica” de la ciudad ahora está interesada en el futuro. Esta es la etapa donde nuestro vínculo con el país está siendo restaurado. No sabemos lo que sucederá después. Pero el hecho de que en sus transmisiones en vivo, el primer ministro responda a las objeciones de la gente con respecto a los flamantes miembros del gabinete, es algo nuevo para nosotros y hasta ahora nos beneficiamos de ello. No sabemos qué sucederá después, pero ahora, estamos donde queremos estar, un lugar donde nuestras preocupaciones obtienen respuestas inmediatas. Solíamos expresar no solo nuestra insatisfacción sino también nuestra miseria en las mismas redes sociales y nunca obteníamos una respuesta o incluso una reacción.

El día de la elección del primer ministro, la ciudad celebraba. Ereván tiene una tradición y una rica agenda de celebraciones artificiales. Nadie parece particularmente feliz durante estas celebraciones, pero la ciudad está decorada, se ondean cintas y los estudiantes salen a la calle. Pero el día de la elección de Nigol, la gente bailó bajo la lluvia torrencial durante horas, había mesas dispuestas en las calles, extraños se abrazaban unos a otros, se llenaban de emoción, y el acordeón y el clarinete sonaron hasta altas horas de la noche sin nadie que se queje. Solo aquellos que habían logrado vivir bien bajo el régimen anterior se quejaban.

Durante la celebración, un joven le gritó a un oficial de policía sentado en un auto al otro lado de la calle: "¡Felicidades, señor oficial!" El hombre aceptó las felicitaciones con un educado asentimiento. Esto me pareció familiar. Traté de recordar dónde había escuchado estas palabras pronunciadas con el mismo tono y en el mismo contexto. Fue ahí recordé una película armenia que había visto hace mucho tiempo llamada "Ereván Jan". No estoy seguro de por qué me había gustado tanto. No puedo explicarlo, pero me gustó.

Si bien no era una película muy buena, tenía fragmentos que eran representaciones reales de cosas específicas de Ereván. La película trataba de salvar una ciudad que estaba enferma. El personaje principal es un hombre con una familia con dificultades económicas. El padre es un pintor que golpea a la gente mala y deshonesta en la cabeza con un martillo, el hijo hacía algo similar con una gomera. Al final de la película, cuando los héroes han ganado y la ciudad se ha salvado, el oficial, que al principio de la película es un personaje frustrado por su jefe y que es duro con los ciudadanos, tiene la siguiente interacción con el personaje principal.

"Hola oficial, jan".
"Hola. ¿Puedo decir algo? Creo que nuestra ciudad ya no necesita agentes de policía".
"Podrías empezar a escribir poesía".
"¿Quién, yo?", pregunta mientras comienza a recitar un poema, "En estos días únicos, endurecido por los golpes..."

Había algo místico en esta película que fue atacada por los críticos de cine. Al final, aparece el presidente que es amado por todos y ama a todos a cambio. El personaje principal pregunta: "Estimado presidente, la gente quiere saber si esto es un sueño o si es real". El presidente contesta: "Vivimos, luego veremos".

 

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