Encíclicas de la Iglesia Apostólica Armenia dedicadas a la canonización de nuestros Mártires por el Centenario del Genocidio

08 de enero de 2015

Aram Karekin

El domingo 28 de diciembre, desde Surp Echmiadzín, S. S. Karekín I Patriarca Supremo y Catolicós de Todos los Armenios, y S.S. Aram I, Catolicós de la Gran Casa de Cilicia, desde Antelias, Líbano; ordenaron la lectura de sendas encíclicas relativas al Centenario del Genocidio en el 2015, y a la canonización de los Mártires el 23 de Abril de 2015 en la Madre Patria, con la participación de ambas santidades. Reproducimos un resumen de cada uno de dichos documentos.

S. S. Karekín II, Patriarca Supremo y Catolicós de Todos los Armenios

“Transformemos la evocación de la memoria de nuestros mártires, en fuerza y fortaleza espiritual…”

Basados en la cita bíblica de los Proverbios (4:18) que enuncia “La senda de los justos es como la luz del día, que va en aumento hasta llegar al pleno día”, estamos frente al Centenario del Genocidio Armenio con el fortalecido reclamo de verdad y justicia en nuestros espíritus. Cada día del año 2015 es para nuestro pueblo una jornada de evocación y de incienso, un viaje espiritual hacia los monumentos a los mártires erigidos en Armenia y en la Diáspora, rezando por las almas de cada víctima insepulta, que prefirieron la muerte a negar su fe y su nación.
Un millón y medio de hijos de nuestra nación cayeron por las masacres, la hambruna y las epidemias en la Armenia Occidental y en núcleos armenios de Turquía. Saqueos, vandalismo y destrucción de los hogares, iglesias y conventos, escuelas y sedes comunitarias caracterizaron el crimen perpetrado.

Hace un siglo era difícil confiar en el futuro del pueblo armenio. Por gracia de Dios, nuestro pueblo resucitó de la muerte; se reconstruyó el estado de entre las ruinas; se transformó en una patria de luz y esperanza; la armenidad exilada reconstruyó sus casas en distintos países; el fuego del hogar volvió a encenderse elevando su vida espiritual y nacional.

Hoy, a pesar de todas las dificultades, nuestro pueblo afianza su estado independiente; construye su nueva vida en libertad, con la esperanza de un renacimiento y mira con optimismo y seguridad el futuro. “Con tu poder nos defendiste”, Salmo 5:13.

Con el poder divino nacieron nuestros triunfos; vivimos, cuando nos quisieron hacer desaparecer. Dios, Señor nuestro, deseaste que nuestro pueblo se presente y defienda su justa causa ante el derecho internacional, contra la indiferencia de los Pilatos y el negacionismo criminal de Turquía.

Por la justicia, hasta el triunfo de nuestra Causa, unidos la Iglesia, la Nación y el Estado, seguiremos nuestra lucha sin claudicar. Decenas de países, estados, organizaciones internacionales y personalidades, han reconocido el Genocidio Armenio. Junto a ellos, muchos más van a ayudar a establecer la justicia, que es la garantía de un mundo sin enemistad ni violencia.

Nuevamente, dirigimos nuestra palabra de gratitud hacia quienes han condenado el crimen perpetrado, y les agradecemos haber recibido a los hijos de nuestro pueblo.

Es un gran consuelo espiritual informar a nuestro pueblo, que el 23 de Abril de 2015, nuestra Santa Iglesia, durante el transcurso de la Santa Misa, con un rito especial, canonizará a los mártires que cayeron por la Fe y por la Patria, declarando el 24 de Abril como Día de Recordación de los Santos Mártires del Genocidio Armenio. Nación mártir, nación resucitada, que camina audaz con la vista dirigida al Ararat, donde se posó el Arca.

“Porque aunque tienes poca fuerza, has guardado mi palabra, y no has negado mi nombre”… “Retén lo que tienes, para que ninguno tome tu corona” (Apocalipsis 3:8-11). Por los firmes caminos de la fe, Dios defenderá nuestro rumbo; que como una aurora naciente, disipa las tinieblas y aclara los horizontes de luz.

Nuestro camino es con Dios, y nuestra vida de creyentes, nuestro triunfo. Transformemos la evocación de la memoria de nuestros mártires, en fuerza y fortaleza espiritual, nacional, patriótica de nuestra vida, y frente a Dios y a los hombres, con nuestro justo proceder, e iluminemos nuestro camino hacia nuestros derechos, en la etapa de hacer realidad los consagrados deseos.

Que en la vida de la humanidad reinen el amor y la fraternidad; la justicia y la verdad, y que el camino de los justos, como una luz, nos guíe y nos ilumine, hasta que llegue el nuevo día de la paz y la felicidad del mundo.

S. S. Aram I, Catolicós de la Gran Casa de Cilicia

“Cada armenio está llamado a traer su aporte al esfuerzo pan-nacional de recuperación de nuestros derechos”

El Genocidio Armenio ha dejado huellas indelebles en la memoria colectiva del pueblo armenio. Cien años hemos recordado con incienso y oración a 1.500.000 mártires, que cayeron en Armenia Occidental y Cilicia. Hemos recordado con llanto y dolor milenarios valores culturales y religiosos: iglesias, conventos, jachkar, santuarios, manuscritos, el patrimonio espiritual e intelectual, destruido y aniquilado por el genocida. Recordamos con espíritu de protesta y reivindicación, la usurpación de bienes nacionales, religiosos y familiares. Por el Genocidio, asolaron ciudades y pueblos construidos y florecidos gracias al espíritu armenio. Acertadamente dice el Salmo 97:1-3. “Oh, Dios, vinieron las naciones a tu heredad; han profanado tu santo templo; redujeron a Jerusalén a escombros. Dieron los cuerpos de tus siervos por comida a las aves de los cielos, la carne de tus santos a las bestias de la tierra. Derramaron su sangre como agua en los alrededores de Jerusalén, y no hubo quien los enterrase”.

El genocida buscó aniquilar el pueblo armenio y borrar Armenia del mapa. Pero los sobrevivientes no olvidaron el sagrado legado de los mártires; escucharon el mensaje de Cristo: “No temáis a los que matan el cuerpo, mas el alma no pueden matar” (Mateo 10:28). Se organizaron comunidades y crecieron instituciones en la diáspora y las iglesias. Las comisiones de Causa Armenia, las organizaciones políticas, y estos más de veinte años el estado patrio nuevamente independiente, mediante la difusión, la tarea política, las relaciones y otros medios impulsaron el reconocimiento del Genocidio impune del siglo XX. A la par de los armenios, intelectuales de otras nacionalidades publicaron libros y estudios, presentaron lo desconocido del Genocidio Armenio. En los más difíciles momentos, permanecieron fieles al legado de los mártires, y como dice el salmo 137, 5:6 “Si me olvidara de ti, ¡Oh Jerusalén!, que mi diestra sea olvidada; que mi lengua se pegue a mi paladar si de ti no me acordase”.

Las convenciones de derechos humanos y de prevención del genocidio establecen, que el genocidio es un crimen contra la humanidad, y el genocida - individuo, organización o estado- debe presentarse al tribunal internacional de justicia. El reconocimiento presupone la reparación, por lo tanto el reconocimiento no es el fin de los reclamos. La reparación es inseparable de las reivindicaciones.

Quizás el genocida dificulte con influyentes recursos diplomáticos y económicos, los intentos de nuestro pueblo. En Armenia, en Artsaj y en la Diáspora, con espíritu de unidad y esfuerzo conjunto, nos preparamos para recordar el Centenario del Genocidio. Con la presidencia de los Catolicós, el próximo 23 de abril de 2015, en Surp Echmiadzín, tendrá lugar la canonización de los mártires. Cabe mirar más allá del Centenario. La tarea futura exige revisar métodos de trabajo, nuevos enfoques y mayor énfasis para que las tareas de la
Causa Armenia sean acordes a la realidad que nos rodea, interpretando adecuadamente la realidad actual.

Cada armenio está llamado a traer su aporte al esfuerzo pan-nacional de recuperación de nuestros derechos. Exhortamos a los amplios sectores de nuestro pueblo, mediante las ceremonias religiosas, conmemoraciones públicas y otras actividades, mantener viva la memoria de nuestros mártires y su eterno mensaje al esfuerzo colectivo de todas las organizaciones armenias, para este valioso acontecimiento:

Abrir un espacio especial para el mensaje del Centenario en el alumnado de nuestros colegios

Que nuestros intelectuales se refieran al imperativo de reconocer y reparar el Genocidio Armenio

Que todos los hijos de nuestro pueblo participen de manera práctica en las tareas de la Causa Armenia en general y en particular, de las actividades del Centenario.

Caminemos siempre adelante, hacia el futuro luminoso de nuestro pueblo, renovados por la fe cristiana y el legado de nuestros mártires.

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