Estrategias geopolíticas y armas entre Rusia y Turquía

09 de abril de 2019

erdogan y putinEl presidente turco Recep Tayyip Erdogan y su homólogo ruso Vladimir Putin se reunieron el pasado lunes 8 de abril en Moscú, con el fin de profundizar la agenda bilateral de cooperación y analizar los asuntos e intereses estratégicos regionales.

El encuentro se dio en el marco de las tensiones de las relaciones entre Ankara y Washington. En ese sentido, el vicepresidente de Estados Unidos, Mike Pence, urgió el miércoles 3 de abril al Gobierno de Turquía a elegir entre su permanencia en la OTAN o la "insensata" decisión de seguir adelante con la compra de antimisiles S-400, uno de los orgullos de la industria armamentista rusa.

Frente a esta coyuntura internacional la consulta es qué están buscando ambos líderes. En primer lugar, hay una agenda compartida que tiene que ver con Siria y la situación general de la región. Segundo, existen importantes vínculos económicos con Turquía. Este país está entre los diez socios comerciales más grandes de Rusia. Según los datos del Servicio Federal Ruso de Aduanas (FTS), Turquía llegó a ser el cuarto aliado comercial de Rusia en el primer semestre de 2018 registrando un volumen comercial de 13,3 mil millones de dólares. En tercer lugar, ambos estados trabajan mancomunadamente en la construcción de una central nuclear de Akkuyu, en la provincia turca de Mersin. Esta será la primera planta de estas características en este país con cuatro reactores nucleares de agua presurizada que abastecerá un 10% de la electricidad. Por último, y quizás el principal factor desequilibrante, se relaciona con la compra de dos sistemas de misiles de defensa aérea de largo alcance -S-400 Triumf-, el más avanzado de Rusia, capaz de lanzar tres tipos de misiles, incluidos balísticos y de crucero, con capacidad para rastrear y atacar hasta 300 objetivos a la vez.

En este escenario de la geopolítica regional es clara la mutua dependencia entre ambos estados. El gobierno de Erdogan exhibe un panorama absolutamente desfavorable en donde la dependencia hacia el Kremlin es mayor como consecuencia de la crisis económica que sacudió el año pasado y que continúa a la fecha en materia cambiaria, con un importante déficit comercial y una economía en recesión e inflación. Por otro lado, la derrota de Erdogan en las grandes ciudades de las elecciones municipales celebradas en Turquía el pasado domingo 31 de marzo, puede ser un mensaje del electorado sobre su rechazo a la vía autoritaria y de islamización de la sociedad en la que el mandatario se ha embarcado desde hace algunos años.

Considerando el conjunto de los factores, es fundamental prestar atención al desarrollo de las relaciones de ambas naciones. A lo largo de la historia, Rusia buscó posicionarse en este espacio como un actor de peso político para obtener y garantizar el control de una región clave disputada por las riquezas y por su ubicación estratégica. En este contexto, Turquía está redefiniendo sus alianzas y preferencias en un panorama de incertidumbre. Entonces, el avance de la cooperación entre Ankara y Moscú puede disminuir el control de Estados Unidos en la zona, pero también puede empujar a que Armenia pierda el apoyo estratégico de Rusia en el conflicto por Artsaj. Más allá de los Tratados de Seguridad acordados entre Ereván y Moscú, se deberían mantener -y profundizar- las relaciones en todos los frentes a fin de no perder un actor de relevancia en un contexto complejo e incierto.

Lucas Koussikian
Licenciado en Relaciones Internacionales
koussikianlucas@gmail.com

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