Rafael Inchauspe Méndez, conocido como Rafael de Nogales Méndez

Genocidio de armenios: Testimonio de un militar venezolano

17 de mayo de 2017

Rafael-de-Nogales-WNacido en San Cristóbal, Estado Táchira en 1879, fue educado en Alemania, Bélgica y España, y hablaba con fluidez varios idiomas.Al estallar la Primera Guerra Mundial se alistó en el ejército otomano y combatió en sus filas durante toda la contienda, llegando a obtener la Cruz de Hierro de Primera Clase de manos del Káiser Guillermo I.

En ese transcurso fue designado Comandante General de regiones como Ramleh, Sinai, Gaza.Falleció en Panamá el 10 de julio de 1936.

Escribió varios libros sobre sus experiencias, y seleccionamos algunas reflexiones de su diario, escrito siendo oficial del ejército otomano (1915 – 1918) en los diversos frentes de Europa y Asia, donde pueden encontrarse todos los elementos de las novelas de espías: traiciones, persecuciones, secretos de estado, hechos bélicos de increíble valentía, matanzas sin fin.

 

En el libro: “NI REIR NI LLORAR”, escrito por el Rev. Abraham H. Hartunian, traducido en el año 1971 por el Pastor José Moussayan; el traductor transcribió  en el prólogo, las citas escritas de los comentarios acerca de las atrocidades cometidas contra los armenios por el gobierno turco, escritas por un militar de alto rango, de origen venezolano que se unió al ejército otomano, aliado al ejército alemán, en el libro “Cuatro años bajo la Media Luna”, del que se transcriben párrafos de su diario e impresiones personales:

“El Islamismo pudo propagarse y floreció, en tanto encontró nuevos pueblos y naciones que poder saquear. Al faltarle éstos, se acabó su gloria, y su poderío material fue retrocediendo hasta que quedó limitado a su actual realidad… La roja chispa del fanatismo islámico continúa ardiendo bajo las cenizas, aguardando apenas una nueva ráfaga para tornarse en un voraz incendio, y quizás hasta en antorcha vengadora… pues no habrá de faltar entre los miles de millones de mahometanos que habitan el Orbe algún aventurero que, al levantar el estandarte de la Media Luna, no arrastre tras sí, unos tras otros, a los pueblos musulmanes conforme los agruparon, antes que él, y a Mahoma y sus sucesores…”

De-Nogales“…Esa noche (Khinis, zona armenia, 12-4-15) vinieron a visitarme, entre otros notables, el “Papa” o sacerdote armenio del lugar, y un joven que había pasado una temporada en Nueva York. Todos estaban preocupados y preguntaban si iba a haber matanzas….y me confió mi anfitrión que terminada la guerra pensaba irse a vivir a América con toda su familia”.

Pero nunca fue; los perros y los lobos se lo habrán comido entretanto con el resto de la población armenia de dicha kasaba, que pereció casi íntegra durante la matanza en Khinis el 19 de mayo, o sea cinco semanas después,… La mañana del 20 de abril de 1915, tropezamos con los cadáveres mutilados de numerosos armenios, extendidos a lo largo del camino. Y una hora más tarde divisamos varias columnas de humo gigantescas…marcando el sitio donde las ciudades y los villorrios eran presa de las llamas. La villa de Van, capital de Armenia, ardía y se desmoronaba bajo el efecto de los morteros turcos que hacían estremecer aquella noche roja.

“…Pero cuál no sería mi asombro al darme cuenta que los agresores habían sido las mismas autoridades civiles que, apoyadas por los kurdos y los facinerosos del vecindario, se hallaban asaltando y saqueando el barrio armenio, en que tres o cuatrocientos artesanos cristianos se defendían desesperadamente contra esa turba de forajidos, quienes, tumbando puertas y saltando tapias, penetraban en las casas y, después de acuchillar a sus indefensas víctimas, obligaban a las mujeres, madres o hijas de aquellos desgraciados a arrastrar sus cuerpos por los pies o por los brazos hasta la calle, donde el resto de la canalla los remataba, y después de despojarlos de sus ropas dejaban sus cadáveres botados por doquier a merced de los cuervos y chacales.

“A pesar del tiroteo que barría las calles, logré por fin acercarme al “beledie reis” de la villa, que dirigía la orgía, para ordenarle que cesara la matanza, cuando éste, con gran sorpresa mía, me informó que él no se hallaba sino obedeciendo cierta orden escrita y terminante del gobernador general de la provincia “…de exterminar a todos los armenios, varones, de los doce años de edad en adelante”.

“…Al cabo de hora y media de carnicería no quedaban de los armenios de Adil-Javús sino siete supervivientes que yo había logrado arrancar a sus verdugos sólo a fuerza de pistoletazos. “Rodeado por aquellos infelices que se asían de la cola y de las crines de mi bestia como de un áncora de salvación, y seguido de una turba de fieras humanas hartas de sangre y cargadas de botín, me dirigí hacia el centro de la villa, a través de una apretada muchedumbre, formada en su mayor parte de mujeres, turcas y kurdas, que, de paso sea dicho, habían presenciado aquella escena atroz, como las esfinges, sentadas a lo largo de las calles o desde lo alto de las azoteas. “….Vino a mi encuentro el kaimakán y en nombre del Gobierno me dio las gracias por haber salvado la vida de aquel tremendo ataque de los armenios… “Estupefacto ante tanta osadía, no supe al principio que contestarle. Y al rogarle que tuviera clemencia con mis prisioneros, me lo prometió con la mano puesta sobre el pecho…Ello no obstante los hizo degollar aquella misma noche, y sus cadáveres fueron arrojados al lago junto con los de otros 43 armenios que habían tenido ocultos Dios sabe dónde. ¡Así es como se cumplen en Oriente los juramentos y las promesas hechas por las autoridades civiles del Sultán!”

“…Ya oscureciendo pasamos frente a la pequeña isla de Aghtamar, que no parecía poseer más edificios que un antiguo y hermoso convento… Fuera de los cadáveres del Obispo y de los monjes, que yacían en confusión sobre el umbral y atrio del santuario, no parecían existir en dicha isla más seres humanos.. .La costa se revelaba por el reflejo de las poblaciones incendiadas que inundaban el cielo de luces escarlatas. La iglesia de Artamid parecía una antorcha y nos servía de guía…Viendo que el fuego del enemigo iba arreciando, y no pudiendo soportar por más tiempo el olor a carne chamuscada de los cadáveres armenios arrojados dentro de las ruinas humeantes de la Iglesia…se desarrolló ante nuestra vista una de las películas más tremendas que uno se puede imaginar. “Sólo un reducido grupo de jóvenes seguía defendiéndose desesperadamente, hasta… que fueron cayendo unos tras otros bajo los culatazos y las cuchilladas de sus asesinos, quienes se servían de arma blanca siempre que podían para ahorrar cartuchos…e iban y venían las patrullas registrando los pozos y las casas en busca de armenios rezagados, a quienes, al hallarlos, rajaban la cabeza de un yataganazo o dejaban tendidos en el suelo de una cuchillada en la garganta… Bacanal de barbarie, en que los cuerpos ensangrentados de las víctimas retorcíanse y se estiraban temblorosos en medio de las convulsiones de la muerte, acompañados por gritos de agonía indecible. “…Y al dirigir la vista hacia la Iglesia, que continuaba ardiendo como un volcán de fuego, noté un grupo repartiendo panes entre las mujeres de los armenios asesinados. Esa terrible escena, que representaba la barbarie marchando mano a mano con la caridad… me convenció de que el Oriente es y seguirá siendo siempre la patria de los contrasentidos.”

Han pasados más de 102 años del primer Genocidio del Siglo XX, y el Gobierno Turco, sigue negando los miles y miles de testimonios presenciales que han experimentado en carne propia las masacres infames que fue sometido el pueblo Armenio, pretendiendo que el conjunto de las naciones del mundo acepten su mentira infame negando descaradamente la realidad.

 

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