¡Nosotros también somos Karabagh!

14 de enero de 2015

Natalí Kevorkian nos escribe desde Artsaj

 

Natalia-1Desde que llegué a Ereván sabía que íbamos a hacer un viaje a Karabagh. Me emocionaba la idea pero sinceramente no sabía bien por qué. Tal vez porque escuché mucho sobre ese lugar en los últimos tiempos. Tal vez por que no hay persona que haya viajado a Armenia que no me hable de la belleza del paisaje y de la calidez de su gente. No lo sé. Pero estaba emocionada por llegar.

Pese al frio de la madrugada once voluntarios subimos a las dos marshutkas (kombis) con destino a Artsaj. Cuatro argentinos. Dos rusos. Dos canadienses. Una estadounidense y un chino. Si. Un chino que sabía más que cualquiera del tema. Natalia-2El movimiento sobre el camino sinuoso sirvió para mecernos y dormir. Pero el despertar fue mágico. Estábamos rodeados de un paraíso blanco. La nieve había pintado todo el paisaje. Pero fue solo una parte del camino. Horas más tarde llegamos a casa. Fascinados por las estructuras de las casas y curiosos por la falta de estructura de la ciudad.

Nos hospedamos en Shushí. Antigua capital de Karabagh.

Aquí hay que recordar que Karabagh ha sido una zona de conflictos. Que si la buscamos en Google Maps figura como parte de Azerbaidján. Que se la quitaron a los armenios. Que tuvo que autoproclamarse independiente. Que es disputada por los azeríes y que recibió su último ataque hace apenas unos meses. Ahora voy entendiendo por qué tanta emoción por llegar.

Natalia-4Los once nos dividimos en dos casas. La de Saró y la de Naira. Sabíamos que oficialmente pagaríamos por noche con desayuno incluido. Lo que no sabíamos era que ella se ofendería si le rechazábamos una cena. Un té caliente. Un almuerzo… todo al mismo precio obviamente… pero nos fuimos acostumbrando a su estilo. Y pasaron los días. Y las excursiones.

Y el primer asado en lo de Saró. Y obviamente… los “guenats”Natalia-6. Cada voluntario dedicó unas palabras a los dueños de casa… y entre ellas descubrí que Saro tiene dos hijos. A una la vimos en la casa. Al otro… sólo en el guenats. Su hijo varón está en la frontera…
Y aquí…los primeros silencios en mi mente.

El seis de enero llegamos a casa de Naira cerca de las siete y todo estaba en movimiento… era el cumple de Nairí. Su hijo del medio. Una gran mesa. Variedad de comidas. Una torta de cumpleaños. Y gente nueva en la casa. Los suegros de Nairí y su prometida. Había clima festivo. Chistes. Guenats… y en uno de los tantos… otro silencio en mi mente… quien sería el cuñado del cumpleañero… también está en la frontera…

Y para no dejar de sorprendernos… llegó la nieve a casa. Y detrás de la magia de ese paisaje… las dificultades de una vida en un pueblo. Que van delineando la vida cotidiana. Descongelar cañerías. Cortar leña para calefaccionar las piezas. Juntar nieve y derretirla para tener agua. Y soportar unos diez o quince grados bajo cero… pero si algo nos enorgullece es haberlo logrado.

Natalia-3Vivimos esa semana a la par que los karabaghíes. Y entendimos sus dificultades. Pero ellos supieron transmitirnos la alegría por recibirnos.

Cuidando cada detalle. Que no pasemos frío ni hambre.

No faltó el espacio de la reflexión. De la comparación y diferencia de sociedades. Y de la dualidad en los puntos de vista. Nosotros acentuando nuestra libertad como argentinos y ellos acentuando su concepto de familia unida como núcleo de la fuerza.

Pensamos diferente… si… pero después de vivirlo desde adentro me convenzo de que así pudieron llegar hasta este presente.

Natalia-2Así es Karabagh… y por eso emociona. Sus habitantes son los protagonistas de su presente para no perder un futuro. Sus mesas celebran. Sus rostros sonríen. Sus ojos hablan. Hay tristeza. Si. Pero también hay fuerza. Hay orgullo. Hay identidad.

Volvemos a Ereván con miles de preguntas y silencios. Pero convencidos de que Karabagh es armenia.

Y que nosotros también somos Karabagh.

Los quiero…
Natula en viaje

 

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