Entrevista a la Prof. Ani Garmiryan

“Podemos ser parte de un equipo que trabaje para mejorar la enseñanza del idioma armenio”

08 de noviembre de 2018

Garmirian-0En el marco de capacitaciones pedagógicas sobre la lengua armenia en las escuelas, IARA (Instituciones Armenias de la República Argentina) invitó a Ani Garmiryan, responsable del área educativa de la Fundación Calouste Gulbenkian a dictar una serie de seminarios para el ciclo “Hacia la mejora de enseñanza de la lengua armenia”.

La licenciada Garmiryan es responsable del Departamento de Comunidades Armenias especializada en la promoción del armenio occidental de la Fundación Calouste Gulbenkian que fomenta renovadoras iniciativas educativas.

Logo IARALa clave: la intensidad; el motor, los niños; la finalidad, la preservación de unos de los elementos culturales más importantes como resulta la lengua para un pueblo diezmado.

Si bien no hace a la identidad de alguien el idioma que domine (cualquier persona nacida en cualquier lado puede hablar cualquier idioma), sí tendrá predominancia a la hora de pensar, de sentir, de comunicarse -esto último resultando el nexo de relación con el exterior-, la lengua materna. ¿Por qué materna? Porque es la primera que escuchamos cuando nacemos, la lengua con la que nos habla nuestra madre, la de la impronta, la que forjará el carácter.

 

Entrevistó Lala Toutonian


-Mi abuelo decía que una persona valía según tantos idiomas sabía.

-Claro, es un viejo refrán armenio, ilustra Ani Garmiryan.

Veamos. La multiplicidad de idiomas brinda, primero, una amplitud de vocabulario, y de esta manera, una nueva interpretación de hechos. Los filósofos alemanes se enfrentaron a la necesidad de crear un nuevo vocabulario (uniendo infinitamente múltiples vocablos) en función de describir diferentes corrientes de pensamientos; el italiano tiene ¡once! modos de clasificar a la lluvia (tantas lluvias distintas llueven en Italia), los esquimales nombran de ¡treinta! maneras distintas al color blanco (todas esas tonalidades de blanco hay en Groenlandia), en español solo tenemos la palabra carne para referirnos a la parte muscular de un cuerpo o al alimento, mientras que en inglés, además de meat, usan flesh con una concepción más espiritual, humanista y hasta erótica. Dominar idiomas permite extender conceptos primigenios y desarrollar un raciocinio, sino más elevado, al menos más erudito.

Quienes contamos con la ventaja, gran fortuna en rigor de verdad, de nacer con dos lenguas maternas como es en general el caso del armenio diaspórico, sabemos de lo que hablamos. Pero al idioma hay que cuidarlo, enriquecerlo, saber adaptarse a los tiempos y circunstancias. De eso se ocuparán los lingüistas pero el disparador es siempre dentro de un contexto social. ¿El armenio occidental, el que heredamos de los sobrevivientes del genocidio, lo aplicamos correctamente? ¿Lo aggiornamos? ¿Ha progresado? ¿O dejamos de prestarle atención? ¿De hablarlo? ¡De entenderlo! Los factores de las circunstancias que abarcan los cambios idiomáticos son esencialmente la escuela y la casa familiar. No podemos irrumpir en los hogares, por supuesto, pero sí podemos ver qué pasa en las escuelas armenias.

 

En el marco de la capacitación docente a cargo de las licenciadas Ani Garmiryan y Anahid Sarkisian, se generó una impronta que dará lugar a nuevas formas de enriquecimiento educacional con un solo gran propósito: que los niños disfruten del idioma como un elemento más de juego. Progresistas ambas en su pedagogía y forma de entendimiento global, están muy lejos de las corrientes curriculares a las que estamos habituados. Con una mirada, positiva, optimista, ambas han abrazado la comunidad armenia en nuestro país y la ven con ojos de satisfacción. Se les nota en la mirada a pesar de una ajetreadísima agenda y tras su vuelta de Córdoba además de los dos días de taller en el Club de Campo Armenio de Pilar, se sentaron a hablar con Diario ARMENIA.

 

Resulta motivador que haya sido Argentina la elegida para comenzar el recorrido: “Un año atrás entré en contacto con Graciela Ainajyan (directora general de Jrimian). Me puso al tanto de cuál era la situación en este país con respecto al idioma y, aunque recién pude apreciarlo estando aquí, me interesó particularmente. Me dijo que acá era diferente y tuve curiosidad por ver cuál era esa diferencia. Ella fue muy entusiasta y me lo contagió”, comenzará diciendo Garmiryan. “Querían que viniera a ver cuál era la situación de las escuelas en Buenos Aires y Córdoba. No es que se pueda ayudar al lenguaje, podemos ser parte de un equipo que trabaje para mejorar las circunstancias. Las escuelas deben reconsiderar sus programas. La idea no es que los niños sufran o lo vivan torturados, porque ocurre, pueden sentir presión, es lo que es. Si no llegan a comprender el sentido de lo que se les está transmitiendo, se van a oponer y se van a ofuscar, de ese modo el idioma se pierde. Con respecto a la enseñanza, creo que es otro trabajo en común que debemos encarar, el modo educacional de enfrentar nuevas disposiciones. De ese modo, integrando a los niños, ellos se sentirán una parte activa y lo vivirán como un juego. Tampoco es que tengamos espacio en cómo lo viven con sus padres y sus familias, entonces, nosotros desde nuestra posición, nos ocupamos de lo que nos concierne: la educación y la transmisión del idioma. De manera pedagógica. Y el lenguaje es un fin para hacer cosas, no algo enseñado sino que aprendan a hacerlo”.

 

-En la charla que dio en la Asociación Cultural Armenia dio un mensaje muy positivo destacando que _Garmirian-6la lengua perdurará. Que todo iba a estar bien.

-No creo haber dicho que todo fuera a estar bien. En todo caso, no es la parte que me compete. Sí dije que es una posibilidad de que el idioma se pierda pero que la diferencia la pueden hacer los chicos si nosotros hacemos las cosas bien. El armenio occidental no está muriendo, se usa, se habla pero sí que está en peligro. No lo digo yo, lo dice la Unesco. Sí dije que el armenio es un idioma sin Estado.

 

-Desde ya. Lo que sí es una realidad es que se habla mucho más el diaspórico que el propio armenio en su tierra, por el simple hecho que somos más armenios fuera de Armenia.

-Por supuesto. Armenia es además un país muy pequeño, recién ahora hay unos tres millones de personas que la habitan. No hagamos cálculos de todos modos, lo importante y lo que me alegra es que exista el país, que exista la lengua pero uno no puede dejar de ser o ser en función a algo que exista. La lengua no controla a la persona. La gente quiere identificarse y ser a partir de un Estado, y está bien que cada uno lo vea y lo sienta a su modo, pero hay muchos elementos culturales a considerar. Sí la lengua armenia occidental está arraigada al diaspórico. Inclusive cuando estábamos en la llamada Armenia histórica era imposible desarrollarlo dentro del Imperio, los que lo hicieron fueron los mekhitaristas en Venecia, en Constantinopla, etc. se ocuparon de ese progreso de la lengua a través de su estudio, de la literatura, de las ciencias y la cultura. La gente que era enviada a estudiar fuera del Imperio Otomano se encontraba con esta realidad y no el que lo habitaba, que no vivía ese desarrollo lingüístico del armenio occidental. De algún modo, entonces, fue concebida con una lengua sin Estado. Hay una lengua escrita con mucha presencia hoy en día, por ejemplo, tenemos al que considero el mejor escritor de nuestros tiempos: filósofo, poeta, narrador y extraordinario crítico literario Krikor Beledian (de origen libanés radicado en Francia). Entonces, la lengua oral no es la única que importa, cuánto se habla, dónde se habla en tanto y en cuanto quede registro escrito de este armenio occidental que nos acoge. Así es como la lengua prevalecerá, no es la que se habla ni se tiene en cuenta en Armenia, pero es la que habla, escribe y lee mucha gente, de eso se trata. En tanto y en cuanto esto exista, no podemos especular con la muerte de una lengua aunque éste no es mi área, yo soy educadora, una lingüista así es como estoy siempre observando las variaciones de la lengua. Si los niños lo aprenden en un entorno feliz, cómodo, sin presiones, el idioma se enriquecerá.

 

Garmirian-aAni Garmiryan (foto) nació en Estambul y a temprana edad viajó a estudiar a Italia, Alemania, Inglaterra, se estableció en Francia, en Estados Unidos, siempre especializándose en educación y psicopedagogía en entornos, como destaca “democráticos y progresivos”. Volviendo al idioma, otra parte fundamental es cómo se vive en las casas: las consignas impartidas en la escuela pueden caer puertas adentro: “Es verdad, pasa que ya excede mi dominio. Pasa que considero que las escuelas “simulan” tener clases de armenio. Pero esto no es privativo de Argentina, si hacemos una mirada global, es extensivo al resto del mundo. Enseñar la lengua por el mero hecho de conservar la lengua es un hecho estático, casi como algo inamovible, como una pieza de museo, intocable. Y eso no tiene ningún sentido, mucho menos para los niños. Así es como no resulta un entendimiento ideológico de cómo ser armenio, y eso no es lo que la gente quiere: el armenio es una lengua que puede ser para cualquiera y el modo en cómo se enseñe el armenio, puede ser interesante para muchos. Y es extensivo para cualquier idioma”.

¿Debemos temer la muerte de la lengua? Se calcula que actualmente existen casi seis mil lenguas en todo el mundo y prácticamente la mitad de ellas corren peligro de extinguirse antes del final de este siglo. Guerras, invasiones, exterminios son las primeras causas de la muerte de la lengua, fenómenos migratorios amenazan tradiciones, dictaduras, apuros económicos o empobrecimiento de legislaciones educativas también son algunos de los gérmenes que atentan contra la expresión cultural de un idioma (el tsunami de 2004 en el Océano Índico provocó que pequeños grupos étnicos de las islas Andamán prácticamente se extinguieran y con ellos su herencia lingüística): “Nuestra lengua está viva, yo la he vivido siempre en mi cotidianidad. Mi marido es escritor, filósofo, traductor, y así la lengua armenia occidental es una herramienta más de trabajo y comunicación. Mi familia lo habla, mis amigos, mi generación toda la vive de un modo natural, sin confusiones. La identidad puede ser un lugar peligroso de transitar, la identidad refiere a lo que uno es y no es mi terreno como maestra y educadora que me meta a indagar más de lo que me corresponde. No es mi posición transmitir una identidad, me horroriza. Me siento fuertemente diásporica así es como tengo sentidos de pertenencia. He vivido en muchos países, hablo diferentes idiomas y mucho de mí está formado por lo que me ha traspasado. Y no separo las experiencias que me han forjado de un modo u otro, todo es parte de mí y yo soy parte de muchas otras vivencias. No se trata de calcular cuántos minutos del día soy armenia o no lo soy. Hay cierta confusión al respecto: lo que se pueda transmitir ideológicamente a un niño no tiene en rigor necesidad del idioma. Por otro lado, me siento una abogada defensora de niños que sufren presión a la hora de aprender la lengua. Hay un modo extraordinario de hacerlo, de manera bellísima y los niños se acercan y se adaptan naturalmente si se hace correctamente. Esto por supuesto es extensivo a cualquier idioma. Debe ser una experiencia positiva, además, siendo diaspórico, uno tiene la posibilidad de ser bilingüe o políglota y de este modo ser un ciudadano del mundo. Eso es lo que verdaderamente enriquece una vida. Para mí es un modo de vida: soy una apasionada de los idiomas y mi temor es que los niños no lo comprendan porque los adultos pueden tener una relación patológica con la lengua”.

Continúa entusiasmada: “El armenio diaspórico, y cualquier lengua, en realidad, tiene una importancia que tiene que ver directamente con el factor vital: si no hay un contexto para que viva, ocurre lo que le pasó al latín. No hay que forzar los límites, de todas maneras, no estoy diciendo que hay que amar la lengua, inyectarle vida a la lengua, no, no. Lo que digo es que si tenemos escuelas y pretendemos que algo ocurra con la lengua, hagámoslo de manera correcta. Un monje llegó a Venecia y se puso a estudiar cómo podía transmitir y conservar, enriquecer, expandir el armenio fuera de su territorio, así llegó hasta Buenos Aires -por las razones que fueron-. Llegó el armenio, se estableció, y a todos lados donde llegaron crearon una iglesia y una escuela. El problema es que no sabían cómo hacerlo, no estaban preparados para enseñar. Podían leer, escribir, analizar, interpretar”.

-Cuando se instalaban, los primeros maestros fueron los sacerdotes.

-Exacto. Los armenios fueron desde el Renacimiento, gente muy avanzada en términos intelectuales. A grandes Garmirian-ctrazos puedo asegurar que para el 1800, en territorio otomano, no había mujeres armenias sin escolarizar, había por igual escuelas para varones y para las niñas. Eso no era habitual y mucho menos entre sus vecinos no armenios, las mujeres eran todas letradas. Luego hablamos de la cantidad de muertos que hemos tenido pero no de la cantidad de gente que mantuvo la lengua y creó escuelas para su preservación. El punto de inflexión es que culturalmente, una lengua cambia, se transforma. Y hace cien años que damos vueltas por el mundo. El tiempo pasa y ese kit de supervivencia que era el idioma, pasó a ser uno más pequeño. Empezar de cero, de eso se trata. Este taller que hicimos en Francia fue con esa intencionalidad: establecernos en un espacio nuevo, vacío, todos de diferentes nacionalidades donde el único idioma en común era el armenio. Y funcionó perfectamente. Era dentro de un contexto educacional pero sin obligación de aprendizaje, la lengua era el fin comunicacional y la única manera de llegar a un punto en común. Son sus propios creadores. Siempre de manera natural. Esto luego fue evaluado como sistema escolar. Zarmanazán es una idea de ver que vayas donde vayas, se puede establecer de cero un modo de vida: exactamente igual a como lo hicieron nuestros abuelos, cómo armaron sus sociedades, con la lengua transmitida de manera viral, un idioma en común. Forzar los elementos de la lengua y hacer sentir mal a los chicos puede poner en peligro a la lengua.

 

-¿Cómo vio la situación en Argentina?

-Si se me invitó a participar es porque no se está conforme o feliz con los logros del idioma armenio en general, eso no es un secreto, es una realidad. Pero lo más impresionante ha sido la cantidad de jóvenes y hasta adultos que se acercaron a los seminarios interesados en el tema, había una energía hermosa. Se superó la cantidad, se sentaron en el suelo, colmaron el espacio, ¡nunca vi eso en ningún lado del mundo! Hermoso, quedé gratamente sorprendida. Más estas seis escuelas que se han unido para participar y ver cómo se puede hacer de otro modo, encontrar juntos una dinámica de trabajo.

 

-Esto se generó a partir de la propuesta justamente.

-Se empieza por algún lado y eso siempre es positivo. Vine porque me lo pidieron y si me lo pidieron es porque sabían que era necesario. Y le pedí a Anahid (Sarkissian) que me acompañara para que me ayudara a transmitirles esta intención de nuevos modos de educación y aceptó a pesar de haber sacrificado sus vacaciones (risas). Ella pone en práctica y yo la teoría.

 

Garmirian-bAnahid Sarkisian (foto), nacida en Líbano, ahora vive en Francia pero antes estudió en Armenia y Egipto.

Cándidamente tímida, Aní hablará por ella: “Es una apasionada de la educación, ve todo a través de los ojos de los niños. Es música, una artista, escritora, todo lo que hace es único, gran admiradora de su trabajo, una gran creadora. Eligió dedicarse al armenio, ella habla la música del lenguaje. Su secreto es que no es maestra, yo tengo problemas con esa palabra, ella crea ese espacio donde todo es mágico”, remata Garmiryan, “Nada de lo que diga la representa”.

“La magia viene de los chicos”, dirá con una gran sonrisa Sarkisian.

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