Sarkissian debe confirmar que no será el futuro primer ministro

02 de agosto de 2017

Serge-ensayoLas recientes  elecciones parlamentarias en Armenia estaban destinadas a ser la señal de un nuevo comienzo.

Sin embargo, este cambio es tomado como rehén por un presidente que se niega a aclarar su próximo movimiento.

Sin contar los casos relacionados con “caudillos” de siempre en el interior del país, este parlamento fue elegido en las elecciones más libres y justas que la República ha presenciado desde la recuperación de su independencia en 1991.

Los cambios constitucionales que precedieron a la elección marcaron un nuevo amanecer en la vida política de Armenia, donde el gobierno individualista será reemplazado por una administración estatal más demócrata y pluralista.

El gobierno aparenta estar trabajando duro, implementado una agenda económica que refleja un primer ministro que entiende la relación entre empleo y negocios. Nuevos programas de defensa, educación y desarrollo regional intentan abrir un camino hacia el futuro para un estado sumido en un coma post-soviético durante más de dos décadas.

Sin embargo, el pueblo armenio no está escuchando nada acerca de este progreso. Los ciudadanos no están habilitados a discutir las posibilidades de prosperidad que se proponen. No tienen permitido ir hacia adelante. ¿Por qué? Es que el misterio que rodea a Sarkissian y su próximo paso político a tomar está consumiendo todo el oxígeno de Armenia.

Los cambios constitucionales aprobados entrarán en su próxima etapa cuando el actual presidente concluya su mandato en abril de 2018. A partir de allí este no será votado directamente por el pueblo, sino que será el Parlamento el que elegirá a la cabeza del estado. La persona que ocupe ese rol ya no tendrá la palabra decisiva en áreas como la defensa y los asuntos exteriores. Ese papel lo ocupará la Asamblea Nacional de Armenia, encabezada por el Primer Ministro.

La entendible preocupación entre la gente es si Sarkissian, figura poco popular luego de un mandato de nueve años, en un país que pierde más ciudadanos de los que gana, tomará la decisión de reemplazar a Karén Karapetian y ocupar su lugar para seguir gobernando.

Sin embargo, este sería un movimiento poco inteligente, casi sin sentido. Como presidente, Sarkissian ha sido capaz de dar órdenes desde su cuartel en Baghramian, las que se han corporizado en el contexto de la vieja constitución. Durante años, ha seleccionado cuidadosamente los medios con los cuales se enfrentó y esquivado al resto, a menos que lo hayan contrapuesto.

La nueva constitución requiere que el Primer Ministro ocupe el podio en la cámara parlamentaria, se enfrente a las preguntas y sea el centro de todo escrutinio. ¿Por qué Sarkissian querría ocupar este lugar?

Se le culpa de permitir que continúe floreciendo el ambiente oligárquico en el gobierno, agrandando más la brecha entre ricos y pobres, y provocando una emigración masiva. Sin embargo, especialmente después de los fallidos protocolos entre Armenia y Turquía, logró mantener un fuerte frente diplomático en las negociaciones por Artsaj y acompañó la entrada del país en la Unión Económica Euroasiática liderada por Rusia.

La pregunta que surge es: ¿por qué amenazar este posible legado, tomando nuevamente el poder de una manera que parece innecesaria? Karapetian, que ha asumido el cargo de primer ministro, es una figura muy popular en Armenia. Miembro del Partido Republicano (PRA) junto a Sarkissian, ha logrado, con su encanto y ética de trabajo, ayudar a que el partido siga otro mandato más en el poder. De hecho, las encuestas sugieren que tiene el apoyo de la mayoría de los ciudadanos del país para encabezar la implementación de las reformas reclamadas.

Todos se preguntan por qué Sarkissian querría dañar la imagen de su propio partido asumiendo el control en lugar de un líder que es mucho más popular. Al igual que el actual presidente, Karapetian es visto como amigo de Rusia. La reelección de Sarkissian como presidente del Partido Republicano le da un firme control sobre el mismo, pudiendo disciplinar o eliminar al actual primer ministro, si éste no sigue la línea del partido en las cuestiones fundamentales

Pensar que Sarkissian quiere simplemente permanecer en el poder, o que la corrupción forma parte de los motivos para mantenerse como mandatario, es una respuesta pobre. Es que si este decide retirarse del panorama político lo hará como un hombre rico.

Ningún electorado responde bien ante los líderes hambrientos de poder, especialmente aquellos que no están dispuestos a delegar el poder a alguien más joven, fresco y con más aceptación de las masas.

Por todo esto la respuesta parece simple: Sarkissian no debe querer ser candidato para el puesto de primer ministro luego de abril de 2018. Tal vez hasta es probable que no quiera ese papel por las razones anteriormente analizadas,  cuestión que hombre tan inteligente como él habría descubierto.

¿Por qué no lo dice? ¿Por qué no acaba de despejar este ambiente de dudas para el gobierno que él apoya?

La oposición ha sido inteligente. Saben que la agenda gubernamental es positiva, que Karapetian es un gran oponente y que la participación de la Federación Revolucionaria Armenia en el gobierno le ha dado al Partido Republicano una mayor credibilidad. Sabiendo todo esto y teniendo menos lugar por donde atacar, la oposición decidió crear la ilusión de “un elefante en la habitación”.

Argumentan que las nuevas y brillantes políticas de Karapetian y compañía serán más de lo mismo, en el caso de que Sarkissian pase a ocupar el rol de primer ministro una vez concretada la transformación del gobierno semipresidencial al sistema parlamentario.

karapetian-ensayoLos medios de comunicación se subieron de lleno a este tren. Se hacen las mismas preguntas y apuntan que Karapetian simplemente está calentando el lugar para Sarkissian. Pero esta impresión de líder interino daña la credibilidad del actual primer ministro y del gobierno que lidera.

Sarkissian fue preguntado nuevamente por su futuro en una entrevista para la televisión la semana pasada a lo que respondió: “Honestamente, y como he dicho muchas veces, no he decidido cuál será mi futuro. ¿Es tan importante?”

Por supuesto que lo es. Esta típica respuesta de no estar seguro todavía, significa que él no lo descarta. Y al no hacerlo está perturbando la vida del gobierno que es dirigido por su propio partido.

A Karapetian se le pregunta casi cada día si piensa que continuará en el cargo luego de abril, a lo que responde que él no planea ir a ninguna parte ¿Qué otra cosa podría decir?

Como parte de la coalición, los líderes de la FRA se preguntan constantemente si Sarkissian volverá a liderar el país como primer ministro, y si harán algo similar a lo ocurrido entre Putin y Medvedev, con Karapetian ocupando el rol de este último. Desde la FRA afirman que no tienen voz sobre quien ocupará este cargo, ya que esta decisión, según lo acordado, pertenece al propio partido de gobierno.

Para abril de 2018, Sarkissian cumplirá diez años gobernando de la forma que él ha creído más conveniente. Es hora de que haga lo mejor para su país, anunciando que no será candidato para el puesto y respalde a Karapetian y su equipo.

Sarkissian necesita hacerlo para que tanto su partido, como el gobierno sigan adelante. Para que Armenia gire la página y mire hacia el futuro.

 

Haig Kayserian 

armenianweekly.com

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