Acto en conmemoración del 104º aniversario del Genocidio Armenio en el Palacio Legislativo de Uruguay

25 de abril de 2019

En la noche del miércoles 24 de abril se celebró ante una colmada Antesala de la Cámara de Representantes un nuevo acto académico en conmemoración del 104º aniversario del Genocidio Armenio. La actividad contó con la presencia de destacadas autoridades políticas, incluida la vicepresidenta de Uruguay, Lucía Topolansky. Participaron también legisladores, reconocidos académicos, activistas sociales y líderes de distintas instituciones armenias del país. El acto de este año fue además presenciado por el Ministro de Asuntos Exteriores de la República de Nagorno Karabaj (Artsaj), Masís Mayilyan, el diputado de la Asamblea Nacional, David Ishkhanyan, y el representante permanente en Washington DC, Robert Avetisyan, según informó el Consejo Nacional Armenio de Uruguay.

La presidenta de la Cámara de Representantes, Dra. Cecilia Bottino, fue la encargada de inaugurar la oratoria de un acto cuya realización es “fundamental para seguir insistiendo en la necesidad de mantener la memoria alerta”, según dijo, “porque lo sucedido en 1915 fue un genocidio y, como tal, debemos reafirmar su calificación y procurar incansablemente el reconocimiento internacional que requiere”. La diputada Bottino recordó que Uruguay fue el primer país en reconocer oficialmente el Genocidio Armenio, en 1965, “a través de la Ley 13.326 a la que siguieron resoluciones específicas condenando el crimen de lesa humanidad y exigiendo a Turquía el reconocimiento de su responsabilidad en el mismo”. En ese sentido, dijo que la celebración del acto académico en el Parlamento, cada año, ratifica el compromiso del Estado uruguayo “con el pueblo armenio y su histórica reivindicación”. “Lo hacemos porque estamos convencidos de que la causa es justa y que requiere apoyo internacional”, agregó.

A continuación, hizo uso de la palabra el historiador y docente José Pedro Rilla, quien aseguró que rememorar el Genocidio Armenio es pararse frente a “dos hechos de horror”: el exterminio de los armenios y la negación de ese exterminio por parte de los perpetradores. Pero “en rigor se trata de un solo hecho”, aclaró, porque son “las dos caras” de un mismo horror. El académico citó a Winston Churchill cuando dijo que el Genocidio Armenio era “un crimen que no tiene nombre”, porque no existían palabras que pudieran nombrar un hecho nuevo que rompía radicalmente con una tradición. En esa línea, dijo que“estamos ante un desafío conceptual, filosófico, moral y político muy grande, porque el Genocidio Armenio nos desafía en cuanto a lo que somos capaces de hacer. Es decir, nos remite al tema de la responsabilidad”. El problema es doble, sostuvo. “Porque evidentemente hay una responsabilidad específica y específicamente genocida –el Estado turco, los países que directa o indirectamente acompañaron la perpetración, los indiferentes, los colonialistas, los eurocentristas y podríamos hacer una lista muy larga-y también hay una responsabilidad general humana”. Esta diferencia plantea un problema porque, en el fondo, “víctimas y victimarios estamos hechos de la misma cosa”, aunque “sería mucho más tranquilizador” admitir todo lo contrario. “La verdad se ha hecho dudar de una manera demasiado dificultosa para el tamaño del crimen. El juicio y el castigo es a todas luces insuficiente, nos deja un sabor amargo”. La impunidad del Genocidio Armenio es “necesaria de remover” porque en ella se apoyaron todos los crímenes de lesa humanidad que vinieron después. “Homenajeo a todos los pioneros uruguayos que en 1965 votaron unánimemente la consideración del Genocidio Armenio en una iniciativa que reconoció votos de todos los partidos”, dijo Rilla, y aseguró que los parlamentos “tienen todavía mucho que hacer”. “La justicia, aun cuando parece que la verdad se apaga y no se encuentra con ella, tiene una gran tarea. Aun con los restos de verdad, aun contra el tiempo que va pasando. ¿Por qué? Porque, cuando repara, me repara”. “Quedan enormes zonas de impunidad. Las leyes turcas todavía prohíben hablar del genocidio. Hay hoy periodistas presos por hablar del genocidio”. “Hay que trabajar con el pasado. Hay que usar el pasado. A esto algunos le llaman ‘las políticas de la memoria’ porque se puede responder afirmativamente aquella pregunta hecha por Adorno hace tantos años: ‘¿Se puede escribir después de algo así?’. Sí, se puede. Se puede escribir, se puede investigar, se puede hacer historia cuando la memoria se desvanece y se va apagando. Al tema del Genocidio Armenio hay que entrar, hay que salir para mirar el contexto histórico y luego hay que volver a él con más herramientas y certezas”.

Seguidamente, fue el turno de Marcelo Cantelmi, editor jefe de política internacional del diario Clarín y docente y director del Observatorio de Política Internacional de la Universidad de Palermo, quien hizo un repaso de la situación actual en la región del Cáucaso Sur, que calificó de “extremadamente grave”. Armenia y Nagorno Karabaj están “en el peor de los mundos”,dijo el periodista argentino. En el trasfondo histórico están el no reconocimiento y la negación del Genocidio Armenio por parte de Turquía, que tienen “un valor político”. Junto con esto, aseguró Cantelmi, la postura de Azerbaiyán configura “la mayor amenaza existencial hoy para Armenia”. Mencionó la llamada “guerra de los cuatro días” de abril de 2016 como “el capítulo más grave del presente” que dejó en evidencia cómo podría profundizarse el escenario. Pero, si uno lo mira desde lejos, dijo el periodista, ese episodio es “didáctico” porque si esos combates no se repitieron con el mismo nivel en adelante “no es sólo por el fracaso de la ofensiva de Bakú frente a las tropas armenias”, sino además porque “está creciendo una expectativa en Azerbaiyán y en la región en general sobre que la situación de Nagorno Karabaj va a ser resuelta de otro modo con la presencia de una agenda diferente de Estados Unidos y un poco también de Rusia”. En este contexto, es importante la denuncia del genocidio “para que los armenios puedan evitar” que la situación se agrave.

Finalmente intervino el Ing. Mario Nalpatian, quien en representación del Consejo Nacional Armenio Mundial afirmó que el homenaje a las víctimas del Genocidio Armenio sería “incompleto” si no se rindiera tributo “a la generación uruguaya del 65, que en una América Latina que comenzaba a tener una mirada diferente sobre su propia realidad mandaba señales de que algo debía cambiar”. Nalpatian aseguró que aquella generación tuvo “la sensibilidad y capacidad de comprender que Uruguay debía estar a la cabeza de los cambios que América Latina requería para su propia realidad, para su propio pueblo, pero también tener una mirada amplia que no se agotase en el horizonte cercano”. Al mismo tiempo recordó que esos pioneros fueron quienes reivindicaron el Tratado de Sèvres y la recuperación territorial para la República de Armenia. “Es la misma generación que decidió enviar a Naciones Unidas a su canciller para que presentara la causa armenia en soledad”. Por todo eso, insistió, es necesario “rendir tributo al Uruguay y a su dirigencia”. Exhortó entonces a “rescatar el espíritu de la generación del 65 para comprender la realidad de hoy”, que es que “la justicia aún no ha llegado para el pueblo armenio”.

Antes de terminar su discurso, Nalpatian manifestó la preocupación por la estrategia que viene desplegando “el tándem Turquía-Azerbaiyán” en América Latina, fundamentada en “búsqueda de acuerdos, promesas de ventas y acceso comercial a mercados” y que tiene como precio la limitación de los derechos de sus propios pueblos y, en el caso de Armenia, el bloqueo de las fronteras.

“El negacionismo que implementa Turquía, el neo otomanismo que reivindica Erdogan asociado con el señor Aliyev hoy son una amenaza permanente a la seguridad de los armenios en la región”, advirtió, antes de concluir: “Aspiramos a que el pueblo armenio encuentre en la lucidez de todos los dirigentes, fundamentalmente de los países amigos, la claridad que tuvo la generación del 65 para entender la responsabilidad del momento y transformar la verdad histórica en un derecho universal: el derecho a la vida, el derecho a la libertad”.

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