Soledad y mucha belleza

Aní, la ciudad turca de las “mil y una iglesias”

11 de agosto de 2015

Ani-notaAsí como el velo oculta el rostro de las mujeres musulmanas, las montañas, el tiempo y la soledad taparon a la vieja capital del Reino de Armenia. En este sitio arqueológico la soledad es más profunda que en otras ciudades abandonadas, como Machu Picchu, la ciudadela peruana de los incas, o Petra, la roja fortaleza jordana de los nabateos. La sensación es que en Aní nadie cuida ese legado.

La ciudad medieval, cuyo nombre en armenio antiguo significa “pueblo”, ocupa una meseta triangular entre un río y dos barrancos, uno de ellos la frontera con Armenia. La puerta principal, Arslan Kapisi, está al norte, junto a las ruinas de las murallas que rodeaban la gran ciudad, que habría tenido entre 100 y 200 mil habitantes.

Recorrerla es adentrarse en tierras esteparias, pobladas por cardos y sin árboles. Un paisaje salpicado por edificios monumentales hechos con basalto volcánico, muy tallados, a los que el paso del tiempo, las lluvias y los vientos le confirieron una pátina de colores apagados.

Cuesta imaginar que 1.600 años atrás Aní era una floreciente ciudad y un nudo estratégico en las rutas comerciales entre Asia Central, el Cáucaso y la Anatolia, y parada obligada de la poderosa Ruta de la Seda. Y que rivalizaba con ciudades como Bagdad, El Cairo y Constantinopla, la actual Estambul. Eran los tiempos en que los mercaderes la llamaban “la ciudad de las 40 puertas” o “la ciudad de las 1.001 iglesias”.

En las luchas por dominarla, Aní fue asediada y conquistada por emperadores bizantinos, turcos, otomanos, armenios, georgianos, kurdos y rusos, hasta que sobrevino el ocaso. Para los historiadores la declinación comenzó con el saqueo de los mongoles, en 1239, y la destrucción que causó el terremoto de 1319, y el éxodo de los que habían sobrevivido.

En el siglo XVIII Ani ya estaba abandonada. Un siglo después fue redescubierta, pero la Primera Guerra Mundial y el Genocidio Armenio volvieron a sumirla en el olvido. Tal vez, porque Aní es parte de la cultura armenia y por el conflicto entre ambos países, Turquía no conservó como debía este complejo al que están llegando muchos viajeros, ya liberados de los rigurosos trámites que se exigían para visitarlo.

Actualmente, se restaura la Iglesia del Redentor, que mantiene la mitad de su estructura, dañada en 1957 por la caída de un rayo, porque se presume que cobijó parte de la Santa Cruz y la Iglesia de San Gregorio, levantada en 1215 por un comerciante muy devoto. Frente al río emerge el Convento de las Vírgenes y, más al sur, la Mezquita de la Victoria, el monumento más grande del complejo. Mientras tanto, en la solitaria meseta, la Mezquita de Minuchihr, obra de los turcos selyúcidas, se distingue por su minarete octogonal, al igual que la Iglesia de los Santos Apóstoles. Desde Kars, la capital de la provincia turca homónima, en dos horas, por carretera, se llega a Aní.

En Kars situó la trama de su libro “Nieve” el escritor turco Orhan Pamuk, premio Nobel de Literatura 2006. El escritor abordó en esa obra el suicidio de jóvenes mujeres debido a la prohibición de usar velo, un hecho real y una polémica que aún perdura.

Corina Canale
corinacanale@yahoo.com.ar

Fuente: Lanueva.com

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