La autora del blog Marcando El Polo cuenta su experiencia en Armenia

Daniela Elías: “Muchas veces la tradición pesa más que la razón”

23 de septiembre de 2015

Junto a su pareja lleva recorridos a dedo 30 países de Asia y Oceanía. Producto de estos viajes son el reconocido blog “Marcando El Polo” y el libro “Un viaje interior”. En estos días hizo su paso por Armenia y alrededores, y la consultamos para obtener una mirada ajena y actual de la que solemos tener de nuestra madre patria.

 

Blog-5La ex agente de viajes y estudiante de Turismo, a los 19 años, decidió salir del escritorio y hacer del mundo su hogar. Junto a su novio Juan Caldaroni, desde hace seis años, recorre Asia y Oceanía; trayectoria que fue plasmada en el libro “Un viaje interior”.

Los viajes son a dedo, sin perderse ningún detalle del camino, buceando en las profundidades de cada cultura, no como turista, sino como una habitante más. Así es que Daniela Elías logra anécdotas y testimonios únicos de cada sitio al que llega con poco equipaje y muchas expectativas, que luego plasma en el blog de la pareja “Marcando El Polo”, reconocido por sus lectores como uno de los sitios online más inspiradores, ya sea para leer o planificar un viaje.

Durante el mes de agosto Daniela y Juan llegaron a Armenia. La primera experiencia fue en Gorís, pero la visita les dejó un sabor amargo: fueron protagonistas del secuestro de una mujer para casarse. Con esta terrible anécdota como punto de partida, Diario Armenia habló con Daniela Elías sobre su mirada acerca del rol de la mujer en estas tierras y acerca del paralelismo que puede hacerse con otros puntos geográficos cercanos, también transitados por ellos, como Kurdistán y Artsaj.

Apenas llegaron a Armenia presenciaron el secuestro de una mujer ¿Cómo fue la situación y qué información obtuvieron luego de sucedido el hecho?

Blog-7Entramos a Armenia por el Sur, porque veníamos desde Irán. Paramos unos días en Kapan y luego seguimos viaje rumbo a Gorís. Apenas llegamos conseguimos un hostel en el centro. Una señora nos recibió e invitó a subir al segundo piso para ver las habitaciones, pero unos segundos después la interrumpieron unos gritos intensos que venían de la calle. Los tres -la señora, Daniela y su pareja- corrimos hacia el balcón y vimos que estaban forzando a una chica a subirse a un auto.

Fue sólo cuestión de segundos, porque antes de que nadie pudiera reaccionar, el auto ya había arrancado a toda velocidad. Los vecinos salieron, pero ya era tarde. No demoramos en darnos cuenta que se trataba de un secuestro de esposas, porque venimos viajando por otros países ex soviéticos donde también se da esta situación, especialmente en Kirguistán, pero es la primera vez que nos tocó presenciar uno.

Blog-8Lo confirmamos con la dueña del hostel, y con la voz entrecortada por las lágrimas nos contó que a su hija también la secuestraron diecisiete años atrás. Pensó que estas cosas ya no pasaban más, pero evidentemente sí. Lo que nos llama muchísimo la atención es cómo sigue la vida de la pareja después del secuestro, porque si la chica decide no casarse y volver a la casa, corre el riego de que sus vecinos y familiares la miren mal porque ya es impura, pero el hombre que cometió semejante atrocidad sigue su vida como si nada hubiera ocurrido.

Le preguntamos a la señora del hostel cómo hace para ver a su yerno sabiendo lo que le hizo a su hija y nos respondió que ya lo tuvo que aceptar, que ahora tiene cuatro nietos y que así es la tradición. Muchas veces la tradición pesa más que la razón.

En la misma línea, ¿En qué posición viste al país en cuanto a derechos de la mujer y qué comparación podés hacer en relación a otros países visitados de la región?

Blog-3De los países ex soviéticos que visité, donde noté que menos derecho tenía la mujer fue en Tayikistán. Una vez que se casan, se mudan a la casa del marido, donde también viven sus suegros, cuñados, etc., y no pueden salir salvo que sea para hacer las compras. Si deciden visitar a su familia, necesitan el permiso de su marido.

El shock cultural más grande fue cuando nos alojó Ali, un chico de Couchsurfing, en el Sur de Tayikistán. Fuimos a la casa y antes de entrar golpeó la puerta y gritó algo que no pudimos comprender: era el aviso para que la mujer se escondiera porque estaba entrando un hombre desconocido. Nos sentamos en una habitación Blog-9cerrada y el hermano menor se encargaba de traer la comida que la esposa de Ali había preparado. Después de un rato me preguntó si quería ir a hablar con ella. Por supuesto que acepté y la chica resultó ser una joven de tan sólo 19 años que hablaba muy bien inglés. De repente tocaron el timbre y le pregunté quién era, a lo que respondió que era un amigo de Ali, pero que ella no lo conocía porque no tenía permitido ver a los amigos del esposo. Cuando le conté que yo conozco a todos los amigos de mi pareja -y que encima los saludo con un beso- no lo podía creer.

En Irán, si bien es un país donde el gobierno se encarga de restringir los derechos de la mujer sobre todo imponiendo el hijab, la vestimenta islámica, en la vida familiar tienen muchísimas más libertades que en Tayikistán. Manejan, salen solas, incluso ya casadas no tienen que mudarse con la familia del marido, y nunca nos pasó algo así como que mi pareja no tuviera permitido ver a la mujer de nuestro anfitrión.

¿Crees que desde la sociedad y/o desde el Estado se están tomando decisiones para generar un cambio en tradiciones nefastas como el secuestro de mujeres para casarse?

En Kirguistán, por ejemplo, conocimos a Aida, una chica kirguisa que trabaja para una ONG local encargada de promover los derechos de la mujer, y una de las tareas principales es informar a las chicas en edad escolar acerca del secuestro de esposas: cómo reaccionar si esto sucede, cuáles son sus derechos, etc. Si bien se están tomando cartas en el asunto, queda un largo camino por recorrer todavía porque lo que hay que cambiar es la mentalidad de los hombres, además de informar a las mujeres.

¿Cómo fue el resto de la estadía en Armenia? ¿Qué otras cosas llamaron tu atención como viajera avezada?

Lo que más quiero destacar de los armenios es el orgullo que tienen por su tierra. Aun cuando la situación económica no es la mejor y todos tienen familiares viviendo en el exterior en busca de más oportunidades, todos sueñan con poder volver a su Armenia querida. Por un lado, es triste porque hay mucha gente con la que hablamos que ya casi no le quedan familiares viviendo en Armenia: todos están repartidos en distintas partes de Rusia. Hay un descontento social muy grande por la economía actual y el gobierno, pero los lazos que unen a todos los armenios, tanto los que están en su tierra como en distintas partes del mundo, sigue intacto.

También estuvieron en Artsaj, ¿Cómo fue la experiencia allí?

Blog-6En Artsaj no estuvimos el tiempo suficiente como para notar una diferencia con el resto de Armenia. Estuvimos sólo una semana y con una lluvia que nos acompañó todos los días, así que no pudimos recorrer tanto como hubiésemos querido.

Lo que esperábamos notar es que hubiera un sentimiento de independencia más grande, pero al menos con quienes hablamos, se sentían primero parte de Armenia y después de Artsaj.

Te habrás enterado que muchos de los jóvenes de Artsaj están en las filas del ejército y hay otros que emigran temporalmente o para siempre para evitar correr los riesgos de estar bajo bandera. ¿Qué pudiste ver en este sentido y qué opinión formaste?

Blog-1Justamente cuando volvíamos de Artsaj estábamos haciendo dedo y tuvimos dos encuentros cercanos con esta realidad. Primero nos frenó un señor que viajaba con su hija. Ahora es jubilado, pero fue parte del ejército durante muchos años y nos contó que estuvo en la guerra de liberación de Karabagh. Esta era la primera vez que volvía después de aquel momento y nos contaba que tenía una mezcla de sensaciones muy intensa, ya que muchos de sus amigos murieron en batalla. También nos contó que él tenía que ir en un helicóptero y, por cuestiones del destino, a último minuto le asignaron otra misión. Ese helicóptero fue bombardeado horas después. Él se salvó.

Blog-4Al día siguiente, camino a Ereván, nos frenó otro chico que durante su estadía obligatoria en el ejército le tocó ir a Artsaj y sufrió mucho, porque los riesgos son grandes. Contaba cada día, y agradece que ya sea parte de la historia de su vida. Él comentaba que podría convivir con azerís, pero que el problema no es sólo Armenia-Azerbaidján, sino de las grandes potencias que están involucradas.

A nosotros nos resulta muy difícil de entender porque, según nos contaron, cada año mueren alrededor de unos quinientos jóvenes en servicio. Ven morir compañeros y no saben si ellos serán los próximos. Cuando éramos chiquitos y estábamos estas cosas parecían ser solo parte de la historia. Verlo tan de cerca es muy fuerte y sólo nos queda esperar a que se llegue a un acuerdo pronto, aunque todavía es algo que pareciera estar muy lejos.

En contraposición, Artsaj tiene interesantes sitios turísticos, hay hoteles modernos en la capital y y hay excelente servicio de Wifi público y gratuito. ¿Cómo viviste este contraste? ¿Y, del mismo modo, cómo vivieron este tipo de contrastes en Armenia?

Blog-10Sí, realmente no podíamos creer que hubiera Wifi gratuito en muchísimos lugares. Es el lugar donde uno menos espera encontrarlo, considerando la situación que están viviendo. En Armenia también nos llamó la atención, sobre todo en pequeños pueblos.

Por ejemplo, en Australia o Nueva Zelanda, países que uno cree que son “el futuro”, cuentan con un servicio pésimo de internet. Incluso hoteles de gran categoría cobran un extra a sus huéspedes por usar el wifi. Llegar a Kapán y encontrar una plaza con wifi gratuito fue un gran contraste.

Entrevistó Luciana Aghazarian

Compartir: