Opinión

Democracia para construir

14 de diciembre de 2016

alfonsin-2Abraham Lincoln definía a la Democracia como “el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo”. Cumplimos 33 años de democracia ininterrumpida en la Argentina. Hecho histórico, ya que nadie imaginaba que después de la victoria de Raul Alfonsín en las elecciones de 1983, se iniciaría el proceso democrático más largo de la historia de nuestro país.

Veníamos de una dictadura militar que aparentemente había logrado anestesiar a la mayoría de la sociedad, que entre exilios y desapariciones había “eliminado” a un supuesto enemigo. Sin embargo el pueblo, cansado de tanta división y muerte, encontró en Alfonsín un líder que canalizó, mejor que nadie, la demanda de salir de la oscuridad y unir las partes de un rompecabezas que estaba desarmado. Con aciertos y errores Alfonsín, logró su objetivo de entregarle la banda presidencial a otro presidente elegido por el voto.

Claro está, que lo que puedo opinar y decir de la dictadura militar más sangrienta, lo he leído en libros de historia y me la han contado los mayores de mi familia. Soy de las generaciones que ya nacieron y viven en democracia. Al igual que cientos y cientos de jóvenes no conozco, ni imagino otro sistema político gobernando Argentina y eso es una oportunidad que no podemos, ni debemos dejar pasar.

A lo largo de estos 33 años, la participación política de nuestra sociedad ha ido variando. La primavera democrática hizo que mucha gente participe activamente de la vida de los partidos políticos, durante la década del 90 este nivel de compromiso bajó considerablemente y durante el siglo XXI fue aumentando para volver a considerarse alto. El comprometerse y colaborar con la construcción democrática es un deber que no termina solo en la acción de sufragar cada dos o cuatro años. Sino que requiere de constancia. Esa constancia que lograremos cuando entendamos como sociedad, que nuestros aportes diarios, hacen a un futuro mejor.

Mejorar como ciudadanos, mejorar nuestra participación, hará sin dudas que mejore la política, que mejoren los niveles de discusión, los niveles de acuerdos. Y que la exigencia sirva para empezar a levantar la vara, en vez de bajarla.

La democracia es un sistema político generador de consensos, inclusivo de las minorías y totalmente perfectible. Para desarrollar todo este potencial como sociedad, encontrar el equilibrio político es fundamental. La búsqueda constante de acuerdos, nos obliga a pensar a largo plazo y eso es uno de los grandes vacíos de nuestra democracia incipiente. Así como hubieron hombres que pensaron un país a 20, 30 o 50 años hacia adelante, hoy ante la falta clara de esos perfiles, debemos como sociedad exigir que las políticas públicas a largo plazo sean debatidas y consensuadas de manera más amplia y que cuenten con el mayor grado de participación posible.

La división y la violencia política ya no tienen lugar. Un 30% de nuestro país está inmerso en la pobreza. El objetivo de nuestra democracia debe ser el de garantizar la igualdad de derechos y oportunidades para cada uno de los habitantes de nuestro país, haciendo foco en los compatriotas que el hoy, no les permite pensar el mañana. Para lograr ese objetivo, es necesario el trabajo conjunto.

En el juego democrático nadie es indeseable. Todo el mundo es deseado. Y especialmente quienes piensan de modo disidente, porque ellos marcan los límites de la cordura de los demás. Respetando y aceptando la opinión de los que no piensan igual, en definitiva, construir ENTRE TODOS, POR TODOS Y PARA TODOS.

Jorge Kehiayan

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