Dr. Daniel F. Seragopian*

Ecos del Congreso Armenio Mundial de Profesionales de la Salud Armenios

16 de junio de 2017

congreso-aFinalizó recientemente en Buenos Aires, el Congreso Mundial de Profesionales de la Salud Armenios. Se trató del 12º Congreso, y es el primero realizado en América Latina, desde que en 1974 se iniciaran en el Líbano, y luego cada cuatro años, en distintas ciudades de Europa, Estados Unidos y Canadá.

El  espíritu del Congreso consistió en el “desafío de innovar, integrar, y promover Salud”. Quisiera describir algunos aspectos significativos, además del alto nivel académico de las presentaciones.

Este Congreso reunió a profesionales residentes actualmente en Armenia, junto con otros de origen armenio de la Diáspora. Haré un foco en la Diáspora reunida en el Congreso. Desde mi perspectiva como participante, he podido contemplar  la reunión de profesionales  de origen armenio, reunidos en una ciudad del planeta, no solo para exponer sus trabajos en los países en que se radicaron sus familias después del Genocidio, sino para referirse continuamente a Armenia y Artsaj, como la madre tierra que tiene a sus hijos diseminados a distancia.

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Puesto que los momentos más emocionantes y sensibles, fueron aquellos en que se relataron los múltiples Proyectos y Programas realizados en tierra armenia, o proyectos que están en realización actual, y otros que se programan a futuro.

La palabra Diáspora, proviene del griego spora, que significa semilla, y también simiente.

Podemos sentir en verdad, que si bien el Genocidio ha sido la más grande tribulación de nuestra historia reciente, en este tipo de reuniones de la Comunidad Armenia Internacional, se contempla que el obligado exilio de la Diáspora, ha producido precisamente semillas y simientes esparcidas por todo el mundo. Y éstas han crecido y dado frutos. Lo más interesante, es que esos frutos contienen a su vez semillas que se reenvían con nuevos vientos, a la tierra de origen. Un periplo al modo de una verdadera Odisea.

congreso-bEstas nuevas semillas, se dirigen ahora desde las tierras lejanas de la Diáspora, a la tierra madre de origen. Para germinar en varios Programas y Proyectos de Salud, muchos de ellos desde Argentina.

Describamos brevemente las sociedades en que se diseminó la Diáspora, sea en Europa, sea en América o en otros países del planeta. Algunos denominadores comunes de las mismas, es que son Sociedades de Estado y de mercado, compuestas por individuos. En estas sociedades, lo habitual es encontrar un tipo de vínculo o lazo entre seres humanos, que se denomina lazo social. Y el lazo social suele funcionar con una lógica del intercambio.

A diferencia de las Sociedades, en las Comunidades encontramos el lazo comunitario, que tiene distintas características. Una de ellas, es que funcionan con la lógica del don, y no sólo la del simple intercambio.

En este Congreso, no se vio solamente la reunión de individuos de origen armenio, de distintos Estados-Nación, insertos en el Mercado mundial, y ligados por la actividad profesional de la Salud.  Se vio además una Comunidad internacionalmente ligada a un origen, una causa y un destino, caracterizada por el lazo comunitario. En los Proyectos de Salud que se hacen y se piensan hacer en Armenia y Artsaj, se vio funcionar la lógica del don. El don, que no consiste en la mera donación material, sino en la actitud espiritual y el acto de amor del dar, la virtud del dar.

Las sociedades y las naciones hacen intercambios y negociaciones. Las comunidades en cambio, también dan, dan sus frutos, y lo hacen por la virtud del amor, el amor que consiste en el dar. Resulta conmovedor visualizar en un Congreso, la reunión de personas de distintas naciones, en función de dar a la madre patria al modo de una comunidad. En este caso, dar proyectos de Salud y de Educación para la Salud.

Es un filósofo italiano contemporáneo, Roberto Esposito, quien ha propuesto en su texto Communitas, que una comunidad no es tal, sólo por lo que tiene ‘en común’, sino por el acto del don. La palabra comunidad pareciera tener su significado por ‘lo que existe en común’. Sin embargo Esposito investiga que el término comunidad proviene de cum y munus, donde munus significa en latín: munir; munir al otro de algo, de algo que carece.

congreso-cTomaré ahora otra metáfora botánica, además de la de la semilla: la del modo de crecimiento del árbol y el rizoma. De algún modo, el árbol armenio, ha querido ser talado, arrancado de raíz de su propio territorio.

Este árbol ha sufrido la inenarrable herida, la herida sin nombre, hasta que se bautizara su dolor con la palabra Genocidio.

 Y ¿por qué el rizoma? El rizoma en botánica, consiste en un modo de crecimiento de ciertos vegetales, con  tallos subterráneos, que unen invisiblemente a los puntos de crecimiento entre sí (un ejemplo es el cañaveral).

Si el árbol armenio ha querido ser talado, ese árbol ancestral y fuerte, cuyo tallo o tronco era visible, y por tanto más vulnerable, ahora nos hemos también desarrollado con tallos subterráneos e invisibles, que no pueden ser dañados. Y por todo el mundo, disponemos del rizoma mundial de la Diáspora. De algún modo, estas reuniones mundiales, este Congreso Internacional, han funcionado como un rizoma. Y es imposible acabar con un rizoma. Los campesinos y los agricultores lo saben. Esas conexiones rizomáticas, notablemente, convergen también para fortalecer las raíces donde ha vuelto a crecer el árbol armenio, sea en Armenia, sea en Artsaj.

Pero su sola presencia en cualquier lugar del mundo, hace sentir que en las reuniones armenias mundiales como ésta, Armenia vuelve a tomar forma, las múltiples pequeñas Armenias aparecen y florecen.

Un último comentario sobre el Congreso: hacia el final, se presentó la figura afectuosa y patriarcal del Dr. Stamboulian, organizador del mismo en Argentina junto con otros colegas suyos y varias instituciones. En sus palabras de cierre y despedida hasta el próximo congreso a realizarse en Moscú, al Dr. Stamboulian lo embargó la emoción de la labor cumplida, de la hazaña realizada. Y con su humildad y enormidad simultáneas, se le entrecortaron las palabras, se detuvo su decir, y le afloraron las lágrimas. En ese momento, todos los participantes sentimos su emoción como propia, pues esa emoción se hizo comunitaria, como de un solo cuerpo. Y todos nos levantamos y empezamos a aplaudir, durante largo tiempo, como si fuéramos ‘todos para uno’, en el sentido de todos en unidad. El efecto de comunidad se hizo sentir en ese prolongado aplauso, que aún resuena como un eco, y casi como un grito.

Que exclama que en cualquier parte del mundo, el espíritu emprendedor, luchador y constructivo del pueblo armenio, plantará el nuevo árbol, hará crecer flores y frutos, y las nuevas semillas volverán con los buenos vientos adonde pertenecen. Y aunque invisible, siempre habrá tallos subterráneos de un rizoma indestructible, que se conectarán entre sí y con la tierra de origen. Nos queda la clara sensación, que pese a su historia tan sufrida, el dolor se ha convertido en amor y creación, y por tanto, que Armenia prevalecerá.

Jesús nos vuelve a decir desde la Cruz: “En el mundo tendréis tribulaciones, pero confiad; yo he vencido al mundo” 

 

 

*Médico Psiquiatra y Profesor de Post-Grado del Hospital de Emergencias Psiquiátricas “T. de Alvear”

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