En memoria de Adolfo Zakian

16 de febrero de 2016

Tito-ZakianQuerido Tito:

Ya hace casi un año que los avatares de la vida nos privaron de tu presencia física.

Ya hace casi un año que no escucho tu voz en el teléfono: ¿QUIEN HABLA…? y seguidamente: “HOLA…DOCTOR”, con ese acento tan particular de tu entrañable Córdoba.

Ya hace casi un año que partiste y te transformaste en recuerdo para todos los que añoramos tu presencia, tu compañía, tu ejemplaridad.

Te llevaste tu figura física pero jamás podrás llevarte tu presencia espiritual. Esa presencia espiritual nos pertenece a nosotros. Nada ni nadie podrá apoderarse de ella. Le pertenece a todos los que te respetamos en vida y después de la vida.

Tu representación espiritual es y será inagotable. Es un manantial de agua cristalina al  cual recurrimos para fortalecernos ante las dificultades cotidianas.

El orgullo invade mis sentimientos cuando hablamos sobre tu personalidad, sobre tu hombría de bien, sobre tu ética y tu moral, sobre tu ejemplaridad.

Con qué satisfacción les digo: “Yo lo conocí bien a Tito”.

Ya hace casi un año que nos abandonaste y en alguna medida los que más te apreciamos nos sentimos un poco huérfanos. Partiste para el descanso eterno, pero no será fácil librarte de los que te quisimos en vida y te lloramos después de la vida.

Tus recuerdos y vivencias son un vendaval que azota y azotará permanentemente sobre nuestras almas y las alimentará con tu moralidad y ejemplaridad.

En fin, pasó un año, pasarán otros más, y tu presencia espiritual será un bálsamo para nuestras almas heridas por tu ausencia física.

Descansa en paz, querido Tito.

 

Abraham Aharonian

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