Entre marzo de 1918 y julio de 1923 una serie de tratados internacionales delinearon el mapa regional tras la disolución del Imperio Otomano. En el proceso, Armenia quedó reducida a una parte menor de su territorio histórico.

Fronteras móviles: siete tratados que costaron 250.000 km2

06 de agosto de 2019

Durante décadas se habló del Tratado de Sèvres, firmado el 10 de agosto de 1920, y el arbitraje posterior del entonces presidente de Estados Unidos, el demócrata Thomas Woodrow Wilson, como un documento jurídico fundacional y un momento histórico clave para Armenia en el plano territorial. Sin embargo, abriendo un poco el foco de la lente se advierte un fenómeno mucho más complejo.

En el lapso de apenas cinco años, una decena de tratados de paz internacionales, siete de ellos con implicancia directa en los intereses armenios, terminaron por definir las fronteras actuales de República de Turquía tras el desmembramiento del Imperio Otomano y, en consecuencia, todo el mapa político de Medio Oriente y el Cáucaso sur.

El Tratado de Brest-Litovsk, suscrito el 3 de marzo de 1918 entre el novel gobierno revolucionario bolchevique de Rusia y los Poderes Centrales –imperios Alemán, Austro-Húngaro y Otomano, junto a Bulgaria-, determinó la retirada de las tropas rusas del frente de batalla y la devolución de los territorios capturados hasta ese momento en el marco de la Primera Guerra Mundial.

En el Cáucaso, la retirada de los rusos supuso dejar a armenios y georgianos a merced de las tropas turcas e incluso la devolución a Turquía de las regiones ganadas durante la Guerra Ruso-Turca de 1877-78. Así, el Imperio Otomano obtuvo la devolución de los territorios de Armenia occidental, Kars y Ardahán en Armenia oriental y el puerto de Batum en Georgia.

Turcos al ataque

Lo que siguió es historia conocida. El hormiguero que pateó en la región el gobierno bolchevique dejó el campo libre para la avanzada turca hacia el oeste. Conflictos de intereses en la República Federativa de Transcaucasia (fundada el 22 de abril de 1918) entre georgianos, azeríes y armenios, dejó expuestos a estos últimos, que debieron hacerse cargo de la defensa.

Durante las discusiones previas a la firma del tratado de Batum, los turcos pedían anexar también Ajalkalák y Ajaltzëjá, así como la mitad de la provincia de Ereván. Mientras tanto, invadieron Alexandropol (hoy Gyumrí) a sólo 120 km de Ereván. Un observador alemán, enviado a la Conferencia de Batum informó que los turcos planeaban “aniquilar a todos armenios en Transcaucasia y crear un Estado turco unificado con Azerbaiyán”.

La independencia armenia de 1918 truncó el plan expansionista, pero no acabó con la acechanza otomana. Tras la victoria en Sardarabad, el 4 de junio de 1918 se firmó el Tratado de Batum entre Armenia y el Imperio Otomano. Las negociaciones dieron como resultado un territorio de apenas 11.600 km2 para Armenia, muy concentrado en torno a Ereván y Echmiadzín.

La derrota turca en la Primera Guerra Mundial abrió paso al Armisticio de Mudros en octubre de 1918, por el que los turcos retiraban sus tropas de Transcaucasia y entregaban el control del estrecho de Dardanelos a los Aliados. Tras el fin del conflicto armado comenzó a diseñarse el plan de desmembramiento del Imperio Otomano.

Mesa de negociaciones

La Conferencia de Paz de París, que alumbró el Tratado de Versalles (4 de junio de 1919), arrancó en enero de ese año y contó con una delegación armenia presidida de Avedís Aharonian.

Tras meses de debates intentando incluir la Cuestión Armenia en agenda, el 19 de enero de 1920 el Consejo Supremo de la Conferencia de París, integrado por los países vencedores, Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia, Italia y Japón, reconoció de facto al gobierno del Estado armenio, aunque este reconocimiento no significó una decisión respecto de las fronteras futuras.

La delegación armenia se unió en París a otro grupo encabezado por Boghos Nubar pashá, que representaba a los armenios occidentales y de la diáspora. Entre ambos habían ideado el reclamo de un territorio ampliado con salida al Mar Mediterráneo, en función de la presencia armenia en Cilicia. Así, Armenia tendría un territorio de unos 259.000 km2.

Pero la situación no era sencilla. El plan secreto Sykes-Picot (G. Bretaña y Francia) había adjudicado Cilicia y la mitad de Armenia occidental a los franceses, y además, parte de las tierras coincidían con los reclamos territoriales de los kurdos.

Mientras tanto, hubo una disputa militar fronteriza entre Armenia y Georgia por Ajalkalák y Lorí. El frente oriental tampoco estaba calmo. Las presiones de los azeríes en Karabaj y Zankezur, siempre siguiendo el programa subyacente panturquista, eran crecientes. El general Antranig y sus hombres estuvieron a punto de tomar el Karabaj Montañoso, que en épocas del imperio zarista había sido entregado como a la administración azerí. La intervención de los británicos, interesados en el petróleo de Bakú, detuvo el avance de Antranig.

A su vez, avanzaban los planes de partición del Imperio. Al plan Sykes-Picot que reservaba regiones para británicos, franceses e italianos, se contrapuso la propuesta del presidente de EE.UU. de una Armenia de mayor tamaño, con salida al Mar Negro, a través del puerto de Trabizón.

La panacea

El Tratado de Sèvres firmado el 10 de agosto de 1920 entre el Imperio Otomano y los Aliados, constituye la primera pieza jurídica sobre el desmembramiento del Imperio Otomano. Cabe aclarar que Estados Unidos no firmó este tratado y el Imperio Otomano sí lo hizo pero nunca lo ratificó.

En su artículo 88 establece que el Imperio Otomano reconoce a Armenia como estado libre e independiente, mientras el 89 acuerda someter a arbitraje del presidente de Estados Unidos la determinación de los límites entre el Imperio Otomano y Armenia en las provincias de Erzerum, Van y Bitlís. Además, las partes convienen aceptar el resultado del arbitraje, la salida al mar de Armenia y la desmilitarización de la zona.

Por el artículo 90 el Imperio Otomano renuncia a sus derechos sobre los territorios que serían cedidos siguiendo el laudo arbitral y se establece también una compensación monetaria por la deuda otomana con Armenia.

La propuesta del presidente Woodrow Wilson contemplaba un territorio conjunto de 139.000 km2. Pero el 22 de noviembre de 1920 el Senado de Estados Unidos rechazó el mandato para Armenia, con lo que la propuesta quedó sin aplicación.

Los nacionalistas

Entre tanto, al interior del decadente Imperio Otomano había estallado la guerra civil y las fuerzas nacionalistas de Mustafá Kemal “Atatürk” procuraban evitar la disgregación del territorio. Enfrentando al sultán y, al mismo tiempo, a las fuerzas británicas y francesas se disponían a “limpiar la patria de los turcos” de todo elemento “no turco”.

Por su parte, el general Kazim Karabekir al mando de 50.000 hombres se disponía a atacar Ereván, así que la Guerra Turco-Armenia no se hizo esperar, con un resultado casi cantado: Armenia fue derrotada en noviembre de 1920.

A través del Tratado de Alexandropol del 3 de diciembre, Armenia renunciaba al Tratado de Sèvres y a los territorios adjudicados allí. El firmante por la parte armenia, Alexander Jadisian, prácticamente librado a su suerte, decidió hacerlo para evitar una nueva masacre, ésta en vez en Ereván y Echmiadzín.

Este es un momento particularmente relevante de la historia reciente, ya que subrepticiamente hubo contactos entre Kemal y los bolcheviques, negociando la entrega de Azerbaiyán y el permiso para arrasar a los “imperialistas armenios”.

Mientras tanto, agitadores comunistas intentaban vulnerar la resistencia del gobierno tashnagtsagán. El 29 de noviembre las tropas rusas entraron a Armenia, argumentando que debía convertirse en un estado bolchevique, denunciar el Tratado de Sèvres por imperialista y cortar lazos con Occidente.

El 2 de diciembre, un día antes de la firma del Tratado de Alexandropol, se selló un pacto armenio-soviético en Ereván, que estableció la caída del gobierno armenio independiente y el establecimiento de un gobierno provisional, ligado a Moscú.

Para entrar en vigencia el Tratado de Alexandropol debía ser refrendado por el Parlamento armenio y la Gran Asamblea Nacional de Turquía, cosa que obviamente, no ocurrió porque el gobierno de Armenia ya no existía como tal.

Entretanto, Karekín Nshtéh seguía luchando contra los azeríes en Syunik y Artsaj y logró establecer allí la República de Armenia Montañosa hasta abril de 1921. Su coraje aseguró la pertenencia de toda esa zona a Armenia.

La puntada final de este proceso son el Tratado de Kars (13 de octubre de 1921) entre Rusia y Turquía por el que esta última recuperó las regiones de de Kars, Ardahán y Artvín. El 24 de julio de 1923 se firmó el Tratado de Lausanna, que reemplazó al de Sèvres y estableció las fronteras actuales de Turquía con Armenia y Georgia. Aunque estos dos últimos tratados no fueron rubricados por representantes de Armenia.

Carlos Boyadjian
Periodista
coboyadjian@yahoo.com.ar

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