Opinión

Hacia dónde irán Armenia y su Diáspora

24 de agosto de 2017

Min DiasporaEn poco menos de un mes darán comienzo en la Madre Patria las sesiones de la 6°  Conferencia Panarmenia que convocará a centenares de dirigentes comunitarios y de organizaciones armenias de todo el mundo, así como también a expertos en una amplia variedad de temas inherentes a Armenia y su futuro como nación. La Conferencia tiene como lema: “Confianza mutua, unidad y responsabilidad”, tres enunciados que resumen lo que espera el gobierno armenio de este enorme encuentro con su Diáspora.

Apenas horas atrás, el jefe de estado Sarkissian pidió a sus colaboradores que den la puntada final al proyecto por el cual se va a establecer un Consejo Panarmenio que comenzará a funcionar el año próximo. Pero a pesar de que el citado proyecto lleva ya dos años de elaboración, -la idea comenzó a gestarse en el Centenario del Genocidio Armenio- poco se conoce de su contenido. Es más, tampoco trascendió de qué manera se conformará y cuáles serán sus reales objetivos.

La relación de las comunidades armenias con el Gobierno de la República se formaliza a través de las distintas representaciones diplomáticas, aunque ocasionalmente se establecen contactos directos con los ministerios de la Diáspora, de Educación o de Cultura.  Pero si tomamos en cuenta la experiencia local, puede conferirse que no siempre han sido satisfactorios los vínculos comunitarios con las estructuras del gobierno nacional. Mucho a tenido que ver el humor de cada embajador, su disposición y también su experiencia; esenciales para que su cometido alcance los objetivos trazados por sus superiores.

Se informa que el Consejo Panarmenio tendrá su primera sesión en 2018, sin embargo, en nuestra comunidad en ninguna organización se tiene conocimiento de cómo se participará en su concepción inicial y tampoco el grado de representatividad que se tendrá que asumir.

Un Consejo Panarmenio puede ser muy útil en tanto y cuanto el mismo se constituya en bases sólidas, cualitativas y fundamentalmente equitativas y no que los supuestos representantes comunitarios surjan de manejos políticos o arreglos subterráneos por lo que entonces estaremos dando comienzo a un verdadero conflicto. Además, sus estatutos deben ser extremadamente precisos para que exista la tranquilidad de que el poder político de turno no lo va a utilizar para su propia conveniencia.

Desde el inicio mismo de esta nueva estructura, sus integrantes deben poseer idoneidad moral y experiencia institucional y comunitaria, y dejar de lado todo tipo de intereses personales que afecten el normal cumplimiento de las importantes responsabilidades que seguramente le serán impuestas al flamante organismo.

Para ello, creemos que es recomendable no avanzar con la creación hasta tanto las distintas comunidades tengan conocimiento preciso de cuáles serán los alcances, compromisos y cometidos del consejo. Recién entonces, cada colectividad podrá organizarse y escoger sus representantes. Si la creación es en sentido inverso, es decir del poder para abajo, correremos el riesgo de que las designaciones puede que sean arbitrarias y poco representativas.

Después de haber transcurrido más de un cuarto de siglo de la recuperación de la independencia, ya es tiempo que los armenios de la Diáspora podamos tener más intervención en las cuestiones nacionales. Si se hacen bien las cosas podemos aspirar a una verdadera integración de la Diáspora con su Madre Patria. Pero si repetimos las fórmulas ensayadas hasta el presente, sólo podemos esperar nuevos fracasos y desilusiones.

Jorge Rubén Kazandjian

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