Hamalir: de un símbolo a otro

03 de septiembre de 2015

Hamalir-ComplejoHace algunos años cuando el viajero llegaba a Armenia se encontraba de camino a Ereván con una serie de locales nocturnos, casinos y dudosos lugares de la noche flanqueando la autopista. Al margen de las atractivas luces, se adivinaba la tenebrosa existencia de sitios marginales destinados únicamente a vaciar los bolsillos de los incautos.

Pero un día, las autoridades reglamentaron la existencia de esos lugares de “esparcimiento” y resolvieron que debían tener determinadas condiciones para funcionar. Una de ellas, tal vez la más significativa, era que debían operar fuera de los límites de Ereván, además de tener un cierto tipo de instalaciones que hacían imposible -por la cuantía de la inversión- el acceso a la actividad de la mayoría de los antiguos regentes de los pequeños casinos. Si algo bueno tenía esa ley, era que alejaba del juego a la mayoría de los vecinos de la capital.

Pero en Armenia todo cambia de repente. En un país donde el saqueo desarmó el esqueleto productivo de su industria entregando a la mafia cientos de estructuras fabriles a valores mucho menores que el propio costo de la tierra donde estaban plantadas, en una economía que no dudó en dejar a miles de personas sin trabajo, donde quienes se hicieron dueños del futuro de Armenia se dedicaron a la especulación, todo escenario que permita un nuevo negociado puede aparecer de improviso.

Dentro de la estructura de la depredación estuvo contenido uno de los edificios más emblemáticos de Ereván, es decir el complejo deportivo Karén Demirdjian, también conocido como Hamalir. Dicha edificación es un símbolo arquitectónico de la ciudad. Ubicado en un sector alto, el Hamalir recibe en su seno actividades sociales, deportivas, culturales y hasta gubernamentales. En los últimos años la recepción que ofrece cada año el Presidente de Armenia por la celebración de la Independencia se lleva a cabo allí.

El complejo fue uno de los bienes que quedó a salvo de la horda de saqueadores hasta 2005. En ese año el estado lo transfirió a la compañía BAMO con sede en Moscú. Dicha empresa, al decir del gobierno, incumplió diversos compromisos adquiridos al momento de la privatización, por lo que la administración Sarkissian expropió el Hamalir devolviéndolo a la propiedad pública. No mucho tiempo después, el emblemático edificio fue revendido a una empresa privada casi desconocida por treinta millones de dólares.

La pregunta obligada es qué destino le darán ahora a ese monumento público. La respuesta es devastadora: El Hamalir se transformará en un centro de entretenimientos, shopping, hotel y casino. Pero ¿no era que existía una ley que impedía los casinos en Ereván? Los negociados pueden hasta demoler normas legales en aras de un pragmatismo económico realmente lamentable.

El Complejo, construido en las cercanías del Memorial del Genocidio Armenio en Dzidzernagapert, era algo así como el símbolo del renacimiento y es realmente una ofensa para los armenios transformarlo en otro símbolo, el de la corrupción que todo lo puede.

Jorge Rubén Kazandjian

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