Opinión

Los niños de Armenia

10 de noviembre de 2015

Lori-Photo1A menudo tenemos acceso a notas e informaciones relacionadas con el arribo a Armenia de grupos juveniles que no van a vacacionar a su Madre Patria, sino que buscan establecer contacto con niños y jóvenes armenios, en especial de los poblados alejados de Ereván y de Artsaj.

Emociona leer sus experiencias transmitidas con el fuego de su corazón luego de haber compartido semanas con sus hermanitos armenios. Emociona ver cómo los pequeños armenios que viven en remotos rincones de Armenia encuentran en los jóvenes militantes, la mayoría de ellos de Unión Juventud Armenia, el hermano mayor que les abre la mente y una ventana a un mundo que ni siquiera está en su imaginación.

Pero ese golpe al espíritu también lo reciben los jóvenes porque la experiencia los pone al borde de una nueva vida. Así como los niños los reciben y abrazan como si fueran sus familiares o viejos amigos, esa calidez los conmueve hasta sus fibras más íntimas.

Lori, una joven de Glendale, California; dijo a su regreso del campamento del que participó en Gyumrí: "Este viaje ha hecho que me dé cuenta que uno de mis sueños, es realmente sólo un sueño. El otro es poder volver algún día a mi suelo y formar una familia. Desafortunadamente advertí qué diferente es la vida de estos niños. Son criaturas adorables que vienen a la mañana con su mayor sonrisa, los besos más cálidos y abrazos que parecen no tener fin. Pero son criaturas que tienen hermanos, padres y tíos que han muerto en la defensa de nuestra tierra, o que incluso en estos momentos se juegan la vida protegiendo nuestras fronteras".

Lo que no dice Lori es que muchos de esos pequeños niños de hoy, apenas mañana van a ocupar su sitio en la trinchera peleando por el ideal de una patria grande. "Frente a estos adolescentes que piensan que quienes los visitamos estamos haciendo una gran obra para nuestro país, reconozco el enorme sacrificio que hacen sin darse cuenta", agrega la joven voluntaria.

Ya en el final del relato de su experiencia, Lori cuenta cómo debió refrenar sus lágrimas al oír cómo murieron tres hermanos y un padre que dejaron una todavía joven madre con otros niños huérfanos que criar. "Me pregunté a mi vuelta a los Estados Unidos, quiénes estamos dispuestos a sacrificar todas las figuras masculinas de la familia por defender nuestra tierra. Muchos de esos chicos comparten con cinco o seis hermanos una pobre habitación. Aquí otros jóvenes apenas un poco mayores están pensando qué modelo de auto quieren tener en 2016", escribe.

El cambio de escenario solo acentúa las sensaciones adquiridas en Armenia. Los jóvenes voluntarios viajan imaginando qué van a encontrar. Llevan sueños e ilusiones, también esperanzas y el deseo de ser útiles, al menos esos pocos días que Armenia reservó para ellos.

Es imposible permanecer ajenos a sus historias, todas tienen un marcador común, el amor a su Patria, tal vez lejana porque pertenecen a la tercera o cuarta generación que se crío en la Diáspora.

Pero algo es real, sus corazones están teñidos con los hermosos colores de nuestra bandera.

Jorge Rubén Kazandjian

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