Poner el ideario en acciones

10 de julio de 2019

“Esto no se arregla más” es una frase que a menudo se escucha frente a las decepciones que se producen una y otra vez en el ámbito social, político, económico, deportivo y en cada evento en el que se esperan resultados exitosos para que luego la realidad golpee sin ninguna consideración. También se escucha que para que haya algún cambio sustancial en esos ámbitos, se requiere un proceso articulado y sostenido en el tiempo.

Albert Einstein decía: “Una locura es hacer la misma cosa una y otra vez esperando obtener resultados diferentes. Si buscás resultados distintos, no hagas siempre lo mismo”. Cuando se requiere y se desea un cambio, se requiere una modificación en la matriz, en la raíz, en lo más profundo. En este sentido, entiendo que es central el rol que ocupan los colegios.

El colegio es el lugar poroso, noble, amigable y contenedor que recibe todo aquello que pasa en la sociedad. Es esa esponja que absorbe los sucesos y avatares familiares de cada integrante de la comunidad escolar, es ese extraordinario ámbito donde recalan las problemáticas que la atraviesa la sociedad. Sus alumnos pasan una buena parte de cada día en el colegio, acompañados de sus docentes y directivos. Entonces, ¿quién mejor que el colegio para gestar ese proceso de transformaciones? Desde el proyecto institucional se puede intentar y enarbolar la osada pretensión de modificar algunos comportamientos sociales o por lo menos hacer un aporte para que sea multiplicado por aquellos que habiendo transitado 15 años en el servicio educativo, una vez egresados, comiencen a hacer escuchar sus voces en ámbitos universitarios o laborales.

Es en este contexto, que la semana pasada se sucedieron una serie de acontecimientos que me permitieron reflexionar sobre este tema y poner el acento en la visibilización y valoración de los docentes y el equipo directivo que forman parte del Colegio Armenio Jrimian. No hay posibilidad de trascender el umbral de lo común y pasar a lo extraordinario, sin contar con la sinergia de un equipo donde cada parte hace lo necesario para que la suma y la armonía de los esfuerzos colectivos de por resultado un producto más valioso y rico que la suma de cada una de sus partes. Hoy, a un paso de cumplir sus primeros 90 años, las personas a cargo de cada una de las direcciones del Colegio Jrimian han construido un modo de andar que sin lugar a dudas dejan huellas. Ellas son las que, sin pausa, construyen futuro.

Fuera de lo común fue presenciar, durante la fría mañana del miércoles 4 de julio, el cálido acto de cierre de la muestra “De un 24 a otro 24”, proyecto que significa un puente entre las fechas emblemáticas, 24 de Marzo de 1976 y 24 de Abril de 1915 y que tuvo lugar en el predio de la ex ESMA. Allí fui testigo de las producciones de los alumnos, del trabajo sin par de los docentes, del esfuerzo de los no docentes, de la coordinación del equipo directivo, de las justas y sabias palabras de los invitados. Fui testigo de la creatividad con que los docentes y alumnos pudieron transmitir la vigencia del reclamo de justicia, la significatividad de la memoria y la irrenunciable necesidad de la verdad. Fui conmovido por el mensaje, a través de la frescura y las habilidades de los alumnos… de aquellos que mañana van a comenzar a hacer escuchar sus voces en distintos ámbitos.

Un día después de la muestra, durante el frío de la noche, se gestaba en el Colegio Jrimian la consolidación del proyecto la cocina del Jri. Este proyecto va a permitir que después del trabajo anual y en conjunto de las autoridades del colegio, padres y alumnos, estos últimos puedan realizar en septiembre del año que viene, el viaje de estudios a la República de Armenia.

En ese mismo momento, pero frente a la Catedral Metropolitana, alumnos, padres, docentes y autoridades pedagógicas de Jrimian, acompañaron a la organización Red Solidaria en la actividad que se denomina, “Una cena digna a los amigos”.

La delegación del Jrimian participó jugando con los pequeños que llegaban con sus padres a la plaza, sirviendo los platos de comida y participando de la entrega de ropa que se había recolectado en el colegio. Esa noche particularmente difícil, los que se acercaban estaban muy necesitados, pidiendo camperas y frazadas. De ahí partían al estadio de River para encontrar un lugar de refugio que los resguarde del frío.

La directora que encabezaba la delegación, manifestaba que “lo más importante es que pudimos ver en el otro una persona que no tuvo las mismas oportunidades que nosotros y no un enemigo”. Este proyecto de participación acompañando a Red Solidaria, tiene un trayecto de varios años, atravesando todos los niveles del colegio.

Graciela Ainajyan, Gabriela Marra, Liliana Alfonso y Sandra Raubian junto a sus equipos, son las responsables de tanta energía coherente y sostenida en el tiempo. Son aquellas que ponen en acción el ideario de Jrimian, son aquellas que buscan resultados diferentes, sin hacer siempre lo mismo.

Miguel Racubian

Ayer participé junto con un grupo de alumnos del acto de cierre de la muestra “De un 24 a otro 24” que este año el Colegio Jrimian presentó en la exESMA. Recorriendo los espacios y viendo a los estudiantes actuar, cantar, participar, reflexionar, reafirmo la convicción de que para que se produzca un aprendizaje, es necesario que los chicos vivencien lo que están aprendiendo, lo experimenten, los atraviese. Formar jóvenes con conciencia cívica para vivir en una sociedad democrática implica que nosotros los educadores debemos diseñar experiencias que habiliten la participación, enseñándoles cómo se hace, vivenciando con ellos cómo se gestan proyectos, enseñándoles la capacidad para articular voluntades en acciones colectivas y esto es lo que tuve oportunidad de compartir con una institución amiga que trabaja a diario para que esto acontezca. Me encontré con un proyecto que busca desarmar miradas que deshumanizan o que piensan lo distinto y al otro como una amenaza  y que trabaja por despertar en los estudiantes conciencia de sus derechos, de los derechos humanos, de los derechos de las minorías, a través de contenidos y de prácticas que los conduzcan a ser personas sensibles, a desarrollar una sensibilidad social. Felicitaciones a este grupo de profesionales, hombres y mujeres en los que seguramente siempre está presente ese componente utópico y esperanzador que se necesita para trabajar en educación.

Silvia Ohanian
Rectora del Colegio Armenio Arzruní

La realización de esta muestra en el Espacio Memoria y Derechos Humanos fue tan emotiva como necesaria. En la exESMA hemos desarrollado diferentes actividades en las que se expresaron las múltiples conexiones de las reivindicaciones armenias y los organismos de derechos humanos, como la conmemoración de los 10 años de la Ley 26.199, y en cada ocasión es movilizante como armenios y argentinos sentir que estamos indisolublemente unidos en la lucha por memoria, verdad, justicia y reparación. Pero también es imprescindible afianzar esta unión aún más para contrarrestar los intentos de avance negacionista, tanto de Turquía y Azerbaiyán como de aquellos que aún relativizan y banalizan las atrocidades cometidas por la última dictadura en Argentina. Escuchar a Vera Jarach contar cómo fue silenciada una presentación suya por el odio, y por ese lamentable motivo pudo finalmente asistir a nuestro acto, que fuera a su vez repudiado por el embajador turco, es la explicación más clara de por qué “De un 24 a otro 24” debía conmemorar su primera década en ese sitio.

Nicolás Sabuncuyan
Director del Consejo Nacional Armenio de Argentina

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