Se prepararon un año para cumplir el sueño de subir el Monte Ararat y en agosto lo cumplieron. Fueron 47 los armenios que lo escalaron y dos llegaron directamente desde Buenos Aires. En el marco de los Juegos Navasartian de Córdoba, Meliné y Romina contaron su experiencia a los presentes de las tres filiales de Homenetmen Sudamérica.

“Por un momento el Ararat era nuestro”

05 de noviembre de 2019

Durante la XXIII edición de los Juegos Navasartian, Meliné Seferian y Romina Hovhannesian contaron cómo escalaron el Monte Ararat en agosto. Fue una charla emotiva donde todos los presentes escucharon con atención su historia. “La idea surgió el año pasado cuando el ieghpair Micael Nalbandian de Montevideo nos contó que él había subido el Ararat con personas de todo el mundo”, explicaron mientras mostraban un mensaje en Instagram en el que hablaban sobre el emotivo video en la cima.

Las dos fueron miembros de la Agrupación Scout Ararat de Homenetmen y hoy son grandes deportistas de la institución. “Elegimos subir con el pañuelo de la Agrupación Ararat, una promesa que hicimos hace 20 años y que nos acompañó toda la vida”, dijeron.

Antes de comenzar la aventura hacia el Ararat subieron el Monte Arakatz, el más alto de la Armenia actual, por recomendación de los expertos, para aclimatarse. La preparación que tuvieron fue muy exigente, acorde a lo que podía pasarles arriba de la montaña. Tenían que superar el ‘no puedo más’. “Siempre uno puede más, siendo el Ararat teníamos una motivación aún mejor”, coincidieron.

Para llegar finalmente a la base del Monte Ararat tuvieron que cruzar a través de Georgia ya que la frontera entre Armenia y Turquía está cerrada. También cambiaron de micro por uno que no tuviera la patente armenia. En territorio turco fueron a Aní, “la ciudad de las mil iglesias”, desde donde se ve la frontera, la misma que se puede observar desde Khor Virap. “La bandera turca más grande que vimos estaba en Aní, sabiendo lo que para los armenios significa toda esta parte de Armenia”, cuentan sobre la impotencia que les generó ver iglesias sin cruces pero que aún conservan inscripciones en armenio en las partes que quedan en pie.

Uno de los momentos más emotivos de la charla fue cuando leyeron una carta que incluía una leyenda que habían escuchado de Rostom, quién fue guardián de leyendas de la Agrupación Ararat. “Se unificaron nuestras almas, las del Este y las de arriba. Me diste orgullo e impotencia, sos nuestra, cada línea o círculo tallado nos habla. Fuimos 47 familias representando a toda la diáspora. No fuimos revolucionarios, fuimos armenios vivos, conscientes y con hambre de escucha”.

Los días en el Ararat fueron cuatro. El tercer día salieron del campamento a la medianoche, con linternas en la cabeza y caminando en fila a paso firme. “A lo largo del trayecto fue muy emotivo ver el cambio del paisaje. Cuando empezó a amanecer vimos la sombra del Ararat sobre Armenia, eso nos llenó el corazón y nos dimos cuenta de la inmensidad sobre la que estábamos parados”, admitieron emocionadas. La imagen era realmente impresionante, una sombra perfecta sobre tierras armenias. Un año de entrenamiento plasmado en cuatro días, el objetivo logrado y las ganas de transmitir su experiencia a otros, para que cada vez más armenios de todas partes del mundo lleguen a la cima del Monte Ararat. “Hacía un año que pensábamos en el abrazo de la cumbre. Fue sentir por un momento que el Ararat era nuestro”.

En la cima estuvieron apenas 15 minutos, tiempo suficiente para ver a otro grupo bailar un kocharí, sacarse fotos que quedarán en el recuerdo y pensar en la misión cumplida. “Llevé un papel con el nombre de todos los integrantes de mi familia, las ciudades de donde vinieron y lo dejé arriba del Ararat”, contó Meliné Seferian mientras se proyectaba el video del momento.

En esta edición de los Juegos Navasartian también estuvo presente Talar Galestian, jefa de la agrupación scout de Sipan, Los Ángeles, quién formó parte del grupo que subió el Ararat en 2018. Emocionada transmitió su experiencia de hacer flamear en la cima la bandera de Homenetmen en el centenario de la institución.

En el camino de regreso a Armenia visitaron la ciudad de Van y la isla de Akhtamar, dos puntos importantes para los armenios. Al finalizar la charla, todos los presentes les transmitieron sus felicitaciones, porque para la Agrupación Ararat, para Homenetmen Buenos Aires y para toda la comunidad armenia son un orgullo y dejaron la llama prendida para que se vuelva a repetir.

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