Vivencias

Reflexiones de comienzo de Año Nuevo

07 de enero de 2015

En una inusual celebración, sesenta personas con gran mayoría de origen armenio, nos reuníamos en la sala de actividades múltiples de un edificio privado en el Norte de Miami Beach para despedir animadamente el año que finalizaba y recibir juntos el naciente 2015.

Inusual porque en Estados Unidos difícilmente se encuentren por iniciativa propia tal número de participantes, si no es por medio de hoteles y restaurantes que promueven con elevados costos este tipo de acontecimientos, metódicamente y sin excepción el cuadro en estos casos es el siguiente; “Cada uno por su lado, sirenas de Año Nuevo y adiós, a otra cosa”.

Inversamente, nuestro encuentro reproducía fraternidad, animación sin protocolos, diversidad de generaciones presentes conformando una mixtura virtuosa, de manera que seis horas transcurrieran sin agobios en ningún aspecto. Una vez más las palabras de William Saroyan expresaban su inmortal sabiduría: “Intenta eliminarlos, persíguelos, ellos se encontrarán y juntos, una nueva Armenia construirán”.

Si lográramos materializar de forma más decidida esta característica tan propia, ligada además a nuestros apellidos que facilitan la búsqueda del “paisano” en cualquier parte del mundo, seríamos sin dudas una raza indisoluble definitivamente, sosteniendo la identidad en la diáspora y acelerando la reconstrucción definitiva de nuestra joven República.

fin-de-añoPara cualquier observador que se mantiene al margen de la vorágine de estos días, resulta difícil dejar de meditar acerca de los hábitos y las actitudes que fueran adoptando la mayoría de la gente, el consumismo desmesurado, el derroche y la extravagancia, contrastan severamente con los principios básicos que nos inculcaran décadas atrás nuestros mayores, hoy la madre de todas las batallas se llama iPhone 6, tenerlo o no crea un abismo tecnológico que pocos están dispuestos a aceptar. Es la carrera del tiempo, el nuevo comportamiento impuesto.

Centros comerciales abarrotados, restaurantes colmados, rutas y aeropuertos colapsados, automóviles circulando precipitadamente de un lado a otro, gente con rostros exaltados moviéndose como huyendo de un nuevo “Diluvio Universal”, siempre con un ojo en su celular, recibiendo y enviando mensajes, seguramente con contenidos de extrema importancia que uno no está capacitado para interpretar. Por momentos sería deseable refugiarse en la paz del Monasterio de Tatev, lejos, muy lejos de esta verdadera maraña.

Pasadas las 12.00 de medianoche, ya en pleno 2015, mientras la música y el cotillón deleitaban a los comensales, en ese mundo mágico y privado que en cualquier lugar y circunstancia solemos disponer, junto al Dr. Daniel Stamboulian y el coronel (RE) André Hakopian, coincidíamos en nuestros pensamientos, la historia había dispuesto que fuéramos testigos del Centenario del Genocidio Armenio, intento criminal de exterminar nuestra raza, el marco que nos envolvía resultaba suficiente prueba del fracaso de ese siniestro proyecto.

No habrá circunstancia más elocuente para que cada heredero de aquellos mártires pueda reflexionar acerca de su propia disposición y convicciones, a fin de aportar lo mejor de sí mismo para mantener sólida y fortalecida nuestra Patria y nuestra identidad.

A.K.

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