Roberto Keushkerian: "Ereván es una pequeña joyita similar a París"

18 de octubre de 2019

Un enfoque objetivo e imparcial sobre la realidad actual de Armenia

Hace pocos meses decidí viajar a Armenia por tercera vez y antes de partir conversé con compatriotas venidos de Hayastan que me dejaron preocupado. Ellos me dieron una opinión negativa sobre Armenia ya sea por la falta de trabajo, salarios bajos, emigración y escasas posibilidades de superación.

Llegué a Ereván y estuve viviendo allí por quince días y francamente, para mi sorpresa, pude comprobar una situación muy diferente y auspiciosa. Ereván es una pequeña joyita, alegre, con gran desarrollo, similar a París. La gente vive con alegría, con seguridad, fiel a su cultura milenaria, el movimiento es intenso no solo en el centro de la Plaza de la República, sino en un extenso entorno que está lleno de comercios abiertos a toda hora, restaurantes repletos y alto tránsito con vehículos de última generación. A partir de la tardecita, la gente se reúne en la plaza principal, donde comienza un excelente juego de aguas multicolores. Un día viernes concurrí a la Cascada, al pie del monumento a la Madre Armenia -Mayr Hayastan-, había allí más de mil jóvenes de entre cinco a cuarenta años, todos bailaban y cantaban en círculos las danzas armenias y pude comprobar que no vi un solo envase de vino o botella de cerveza tirado en el suelo. La higiene es un ejemplo y la seguridad es total.

Dentro de Armenia, viajé más de 1.000 km y visité:

1) Chermuk, de donde se bombea el agua de Armenia llegando a las termás en un viaje difícil y empinado.

2) Datev, es impresionante el desarrollo de las carreteras, a mil o mil quinientos metros de altitud, llena de valles y montes con llanuras plantadas con todo tipo de alimentos, donde funciona el funicular más extenso del mundo. Allí pernoctamos en una casa de familia dedicada al turismo, con su humilde vivienda donde no falta nada, siembran su pequeña parcela y obtienen tomates, cebollas, morrón, leche, queso e incluso fabrican vodka

3) Khntzorez, allí vimos un puente colgante que nos dirigía a las cuevas de la montaña donde vivieron aborígenes armenios y en el entorno había grandes plantaciones de manzana, uvas, ciruelas, peras, damáscos , olivos y granadas.

4) Goris, es una hermosa ciudad ubicada al sur que cuenta con un centro comercial y es un lugar muy acogedor.

5) Noravank, Dilijan, Garni, Keghard, Sardarabad, Khor Virap, las ruinas de Zvartnoz, Echmiazín, allí en la Iglesia Surp Gayané, un domingo, al finalizar la misa, tuvimos la suerte de saludar a nuestro querido Vehapar Karekin II.

6) Musaler, esta visita fue muy especial porque al llegar al monumento había que subir una colina con docientos escalones, yo no pude subir y me quedé esperando al resto de mis compañeros, cuando nuestro guía me llamó y me expresó que el policía de seguridad no permitía el paso de vehículo más allá de la barrera. Cuando este supo que yo era de Uruguay, se alegró recordando que nuestro país fue la primer nación en el mundo en reconocer el Genocidio Armenio de 1915 (Ley Nº 13.326) y fue entonces que nos permitió el paso abriendo la barrera. Pudimos subir por una colina lateral, participamos de los festejos con 4 o 5 conjuntos de danzas de la región y fuimos invitados a comer herizé como a todos los presentes.

7) Tsitsernakaberd y Museo del Genocidio, aquí tuve un episodio imborrable, pude bajar una larga escalinata y ver una foto de Marash de 1916 donde niños de 8 a 10 años portaban sus fusiles al hombro como verdaderos soldados. Al llegar a un patio, una delegación de 50 españoles catalanes, al oír que yo hablaba español y pese a tener una guía armenia de habla hispana, comenzaron a hacerme preguntas. Yo les expliqué que vieran el mapa dibujado en la pared y que gran parte de la Turquía actual eran tierras armenias usurpadas. Al saber que yo era hijo de armenios y primera generación porque mis padres nacieron en Marash, se interesaron en saber más del genocidio, cuando me explayé y les conté como los turcos ejecutaron a mi abuelo paterno Zuren en Marash y a toda la familia de mi abuelo materno, varias mujeres catalanas largaron en llanto. Fue en ese momento donde la guía armenia se molestó y yo simplemente le dije que mi versión era la de toda la gran diáspora armenia y que mi intención no fue la de suplantarla.

En conclusión, pude constatar cientos y miles de turistas extranjeros, españoles, franceses, holandeses, rusos, chinos, japoneses, americanos e incluso uruguayos en una oleada presente en todos los monumentos históricos de Armenia bajando de los micros, algunos hasta con bastones. Una noche que visitamos el teatro Ópera de Ereván para ver la actuación del conjunto folclórico Tatul Altunian dialogamos con una delegación de 40 turistas uruguayos.

En mi modesta opinión, el turismo es una realidad en armenia que creció un 30 % en un año y que seguramente logrará al doble porque es un país con tradición y cultura milenaria, con costos accesibles, con gastronomía típica, con una amable recepción al turista y con una creciente conectividad internacional; esta importante industria sin chimeneas puede mejorar la situación económica de Armenia, brindar mayor cantidad de puestos de trabajo en gastronomía, hotelería y transporte. Esta creciente industria sin chimeneas puede mejorar la situación económica de Armenia, brindar mayor cantidad de puestos de trabajo en el rubro y así mejorar los ingresos salariales paras bien de toda la nación, por un monto de ingresos brutos anuales superiores a los mil millones de dólares.

Para finalizar, hace pocos días festejamos el 92° aniversario de la Unión Compatriótica Armenia de Marash filial Montevideo y allí expuse una opinión personal que paso a detallar: "Cada armenio tiene todo el derecho de elegir libremente el lugar a donde desea viajar pero, ante esa disyuntiva, mi opinión es que si piensan viajar a Turquía lo único que verán son 80 millones de turcos cuyo gobierno sigue negando el genocidio de 1915; en cambio, si visitan Armenia se encontrarán con nuestros compatriotas, con la madre patria armenia y su cultura milenaria, porque 'un país que no quiere morir, nunca muere'".

Dr. Roberto Keushkerian

Presidente de la filial Montevideo de la Unión Compatriótica Armenia de Marash

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