Contra la impunidad centenaria

Soghomón Tehlirian, el justiciero del Genocidio Armenio

19 de marzo de 2015

SoghomonTehlerianCada pueblo tiene nombres propios que bastan, por sí solos, para despertar toda la memoria nacional, elevando a las generaciones sobre la banalidad, para impregnar a todos en general con el inextinguible orgullo de realizar el deber nacional, afirmó tiempo atrás Nazaret Berberian en Europa.

Soghomón Tehlirian es uno de los preclaros justicieros de la Nación Armenia y de la patria usurpada, como emblema imbatible del reclamo por el terrible genocidio aún impune. Junto a él evocamos también a Aram Yerganian, Arshavir Shirakian, Misak Torlakian y a otras personalidades dignas de heroica inmortalidad. Ellos y sus compañeros participaron de la operación “Némesis” decidida por el Tashnagtsutiún, para ejecutar la condena correspondiente a los criminales del gobierno de los Jóvenes Turcos que perdida la guerra en 1918, habían huido de Anatolia.

Tehlirian se convirtió en el emblema de los héroes justicieros. Nació el 2 de abril de 1896 en la provincia de Taranagheatz (Armenia Occidental) en el pueblo Varí Pakarridj, cerca de Erzingán. Tenía apenas dos años cuando su padre Jachadur Tehlirian fue a Serbia, a trabajar en el exilio. Cuando en 1905 regresaba a su hogar, fue apresado en Trabizonda, acusado de haber viajado en una nave rusa. Permaneció seis meses en la cárcel, pero cuando fue liberado, no se le permitió volver a su tierra natal, y fue exiliado a Serbia. Esto tuvo un significado decisivo en la vida de Soghomón, porque la familia se vio obligada a trasladarse al Erzingán natal, donde estudió en Poghokaganatz, y luego, en el colegio Yezniguian, egresando en 1912 del Guetronagán Varyarán, donde conoció a los dirigentes tashnagtsagán y aún adolescente, se unió a las filas de la FRA.

En 1913 Soghomón fue a Serbia, junto a su padre y después de un año, a Alemania, a estudiar en la universidad. Para el joven de 18 años, cambió totalmente su vida, cuando en 1914 estalló la Primera Guerra Mundial. A escondidas de sus padres, en el otoño de ese año fue a Sofía (Bulgaria) donde se alistaban los jóvenes armenios, sean exiliados o estudiantes, para ir como voluntarios al Cáucaso. Al principio, no dieron curso a la solicitud de Soghomón, pero después de varias cartas que le envió a su padre, éste dio su consentimiento para poder ser inscripto como voluntario.

En octubre de 1914 llegó a Tiflís, y se unió a la brigada de Sebuh, que formaba parte del Primer Batallón bajo la comandancia del general Antranig. Los tres años de servicio voluntario formaron el modelo de combatiente tashnagtsagán de Tehlirian. Y cuando Armenia Occidental fue liberada temporariamente por las tropas rusas y los regimientos armenios, Soghomón tuvo la oportunidad de visitar Erzingán, cuya situación de destrucción y asolamiento lo conmocionaron profundamente.

Uno de sus biógrafos, Garó Kevorkian, escribió que por lo que encuentra “Tehlirian cae inconsciente al suelo. Realmente, junto con Erzingán y toda la armenidad de alrededores, también los 85 miembros de su familia -la madre, las mujeres de dos de sus hermanos con sus hijos, familiares cercanos-, habían sido asesinados en 1915. Y la casa de ellos se había convertido en una posada para los turcos”.

La destrucción del hogar patrio y de la Armenia Occidental llenaron de profunda indignación y sed de justicia todo el ser de Soghomón Tehlirian. Esta experiencia profundamente conmovedora, sirvió de base para la defensa que en el futuro, después del ajusticiamiento de Talaat, durante el juicio a Tehlirian, hiciera el abogado Kurt Niemeyer (profesor de Derecho de la Universidad de Colonia).

En 1917, tras la caída del frente caucásico y de la retirada rusa, Tehlirian cruzó el río Arax. Recorrió las ciudades del Cáucaso y de Crimea, dedicándose a reunir a los huérfanos llegados a esas regiones. Ante el incesante sufrimiento de los sobrevivientes, su corazón y su alma se rebelaron contra el estado genocida. Como combatiente tashnagtsagán, fue enviado a Constantinopla; donde por decisión del Comité Central de la FRA, en 1920, realizó su primera operación justiciera ejecutando al tristemente célebre “taghabed” de Beshigtash, por haber sido delator y cómplice del encarcelamiento de los intelectuales del 24 de Abril de 1915. Después fue a París, donde para sobrevivir, trabajó como zapatero y más tarde, fue llamado a Washington por Armén Garó, quien cumplía responsabilidades en la “Operación Némesis”, surgido del IX Congreso de la FRA.

La elección del primero de los ajusticiadores fue realizada por sorteo, y la suerte recayó en Tehlirian. La conocida canción revolucionaria con su estribillo “Llena la copa de vino”, (Kiní litz) fue dedicada a él. Por orden de Armén Garó, Tehlirian partió a Ginebra en diciembre de 1920, y de ahí a Berlín, para ajusticiar a Talaat (Ministro de Interior turco-otomano en 1915), se ocultaba bajo el nombre de Alí Saleh Bey, en la calle Hartenberg. Tehlirian alquiló una habitación como estudiante, justo enfrente, desde donde vigiló al asesino, en todos sus movimientos, con todos sus detalles.

El 15 de marzo de 1921, a las 10 de la mañana, cuando Talaat iba caminando por la vereda, Tehlirian le salió al encuentro, se acercó al genocida y con un disparo en la frente lo desplomó en el piso. Los transeúntes se abalanzaron sobre Tehlirian y lo golpearon, sin estar enterados que, a plena luz del día, este joven de buen aspecto había ajusticiado a un criminal de lesa humanidad.

Soghomón Tehlirian fue apresado y tuvo un juicio muy alborotado. El jurado confirmó que Talaat, en realidad, era un verdugo; y mucho más. Era el jefe de los verdugos, sobre cuyos hombros cayó la gravísima responsabilidad de haber sometido a un genocidio a toda una nación. El 3 de junio de 1921, Soghomón Tehlirian fue declarado inocente, liberado, y viajó a EE.UU. No se quedó mucho tiempo allí.

Volvió a Europa, a Serbia (Belgrado), para reunirse con su padre y sus tíos. Se casó con Anahid, la hija de Nishán Tatiguian, también de Erzingán, a quien había conocido en el Cáucaso, durante su tarea con los huérfanos. Tuvieron dos hijos: Zavén y Shahén.

Después de la Segunda Guerra Mundial, en 1949-1950, Tehlirian decidió alejarse de Belgrado. Por un breve lapso vivió en Casablanca (Marruecos), desde donde se dirigió a París, para luego establecerse en San Francisco, participando activamente en la FRA Tashnagtsutiún de la costa Oeste, hasta su muerte, debida a un ACV.

La noticia de su muerte se difundió por todos los medios de comunicación internacionales.

Sólo guardaron silencio y continuaron su política de negación con respecto al héroe, las redacciones del mundo soviético armenio. Era la época de la lucha contra el Tashnagtsutiún; y en 1960 a los armenios que vivían en las laderas del Ararat, todavía les estaba prohibido manifestar el merecido respeto al héroe justiciero.

Pero la prohibición fue por un corto tiempo, ya que durante el cincuentenario del Genocidio, bajo la poderosa ola de reclamos territoriales armenios, cayó el muro del silencio y de la negación de la Causa Armenia, y se conoció la historia del héroe nacional armenio.

En sus memorias, Soghomón escribió: “A la mañana me desperté más temprano de lo acostumbrado. Los rayos del sol ya habían alcanzado la ventana del edificio de enfrente.

Apenas había terminado de tomar mi té, y quería acercar el sillón al borde de la ventana, cuando de repente, en el balcón de enfrente, vi a Talaat. Quedé petrificado.

¿Era él?.... Desde la vereda de enfrente me acerqué con pasos apresurados. Me adelanté bastante y crucé a la vereda por donde él iba. Me di vuelta y nos acercamos. Él venía paseando, balanceando el bastón descuidadamente. Quedaba entre nosotros una pequeña distancia, cuando una sorprendente calma infundió todo mi ser.
Cuando estábamos ya frente a frente, Talaat me miró fijo. En sus ojos fulguró el temblor de la muerte. Desvió su último paso, se torció un poco para evitarme; pero sacar mi arma y descargarla en su cabeza, fue todo uno…”

He aquí el histórico momento del ajusticiamiento de Talaat, del 15 de marzo de 1921, narrado por el mismo justiciero, que quedará para siempre en la memoria nacional armenia, inmortalizando no sólo el nombre del héroe Soghomón Tehlirian.

Ese era también el objetivo de la Némesis, el ajusticiamiento del gobernante turco responsable del Genocidio contra el pueblo armenio, planificado por el estado genocida de Turquía.

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