En Una pizca de amor, Victoria Schirinian recrea la historia de doce mujeres de origen armenio a través de su relación con la cocina. Un libro de relatos de vida acompañados de una receta descifra la existencia de quienes a través de los sabores, identifican una realidad cultural.

Victoria Schirinian: “Pude contar la historia de cada mujer y su dolor”

19 de diciembre de 2019
Una pizca de amor de Victoria Schirinian

No es un libro de recetas. Es una historia que une a las mujeres en un espacio, la cocina, donde hacen historia. “A mí no me gusta cocinar. La gente me pregunta cuál es tu receta favorita. A mí la comida me vino como una excusa para conectarme con todo esto, pero no como un libro de cocina”, dice Schirinian. La autora se licenció en Comunicación Social así que las palabras son su mejor arma. “Mi familia es de Esmirna, comenzará diciendo, Tras el incendio, se fueron a Rumania y mi abuelo fue al colegio Mekhitarista en Venecia. Luego de terminar el secundario, en 1937 vino a Argentina. Mi abuela venía del Líbano, llegó a Montevideo recién nacida. La tía Luisa, prácticamente la protagonista de este libro, era la hermana de la mamá de mi abuela. A mi abuelo le dijeron 'Hay una chica muy linda en Montevideo, andá a conocerla’. Se conocieron y mi abuela se vino a vivir acá. Mi abuela se llamaba Alicia y mi abuelo, Manuel.

—Entrevistando a estas mujeres me reencontré con mi propia historia. Mis abuelos murieron cuando tenía cinco años y la única que me quedó es Luisa, la representante de lo armenio en la familia, que le encantaba cocinar. Para nosotros era un momento de conexión con una historia que venía un poco imperceptible, pero era importante para mi crecimiento.

—¿Cómo se te ocurrió encarar el libro?


—Todo empezó cuando murió la tía Luisa. Limpiando el departamento con mi hermana, ella encontró un palo de amasar, y dijo “Me lo llevo, no puedo creer que hacía el manté con este palito”. Ahí encontramos cinco cuadernos distintos con todas las recetas. Un dato gracioso: decía, por ejemplo, “torta de Guillermo”, “flan de Rosa”, en alusión a la gente que le gustaba esa receta. Pensamos en transcribirlo y hacer un regalo a la familia, como el libro de Luisa. Imprimimos diez copias, se lo regalamos a nuestras primas, tías y listo. Ahí empezamos a cocinar y las recetas salían bárbaras.

—Vieron que debían hacer un libro de verdad.


—Es lindo dejar un legado. Cuando quise saber nuestra historia, no tenía a nadie a quién preguntarle. Soy un poco nostálgica, soy periodista y me gusta investigar.

—¿Cómo diste con las otras personas?


—La convocatoria fue por Facebook. Quería salir de mi círculo, fui a las instituciones y a los colegios. Me tomó cuatro años. Encontrarme con la gente fue difícil porque esto significaba revolver su pasado. ¡Lloré en cada entrevista! El libro salió en agosto, lo hizo Akian pero lo edité yo sola. Por mi profesión, edité muchas revistas.

Victoria Schirinian, autora de
Una pizca de amor

—Decías que tu hermana fotógrafa te ayudó en el proceso.


—Y fue una gran ayuda psicológica, además de haber hecho las fotos.

—¿Tu papá?


—Mi viejo murió cuando yo tenía 14 años. Mi vieja no es armenia pero a ella siempre le gustó el entorno armenio. Y sabe cocinar, hace el manté más rico del mundo, está muy ofendida porque no la puse en el libro y estuvo como un mes peleada conmigo.

—¿Creés que esto te acerca un poco a la comunidad?


—Sí. Me gustó acercarme, desde un lugar sin tanta carga y sin tanta presión de saber, de estudiar y de militar. Me gusta no caer en el fanatismo. Siento que es como militar el tema del Genocidio pero desde un lugar más amoroso, del que me conecto más y que puedo llegar a más gente de afuera de la colectividad de este modo. Así puedo contar la historia de cada mujer y su dolor, el camino recorrido y por qué es importante que esto se reconozca. La comida es una excusa. Por ejemplo, desde que empecé con el proceso del libro, fui a todas las marchas del 24 de abril. Me importa comunicarlo y contárselo a la gente, me encanta que me pregunten y que esté interesada porque siento que tengo algo para dar, otra mirada. Yo no te quiero dar un libro de cocina, quiero darte algo que puedas leer.

Lala Toutonian
Periodista
latoutonian@gmail.com

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