Fueron apenas cincuenta días pero suficientes para marcar el curso de la historia. Al final, el autoristarismo se cargó a parte de una generación que supo crear un Estado de la nada y sentar las bases de una sociedad democrática a comienzos del siglo pasado.

La revolución de febrero de 1921: Un grito de libertad frente a la opresión soviética

18 de febrero de 2020

El levantamiento popular de febrero de 1921, que en armenio pasó a la historia como Փետրուարեան ապստամբութիւն, de alguna manera marcó un punto de inflexión en el devenir de los hechos del siglo XX en el Cáucaso.

Aunque fue breve en duración -apenas 50 días- la rebelión de la población armenia frente al nuevo poder soviético, instalado en Armenia en diciembre de 1920, definió el perfil de los bandos ideológicos de una pulseada que se afincó en Armenia y en la diáspora por siete décadas.

Por un lado, el Tashnagtsutiún, con 30 años de acción política a favor de las clases populares y seguidor del ideario nacionalista e independentista, pero además con dos años y medio de gobierno a cuestas, signado por sucesivas guerras, hambruna y falta de recursos para mejorar la situación de la población.

Por el otro, los seguidores de la revolución bolchevique liderada en Rusia por Lenín, que buscaba ampliar horizontes hacia el sur, con una matriz ideológica forjada en la lucha de clases, la dictadura del proletariado y el rechazo, e incluso el odio, a todo lo que consideraba burgués.

Tras casi dos meses de fuertes enfrentamientos en las calles de Armenia, la rebelión fue sofocada por las fuerzas soviéticas en abril de 1921, arrojando como principal resultado la desaparición de la escena política de la dirigencia que había sido capaz de alumbrar el anhelado sueño de la independencia menos de tres años antes.

La Federación Revolucionaria Armenia fue proscrita y sus dirigentes fueron detenidos, torturados o asesinados. En el mejor de los casos, algunas de sus figuras debieron marchar al exilio, consolidando así su accionar político en la diáspora.

La República Socialista Soviética de Armenia (RSSA), en tanto, aglutinó a una nueva dirigencia, más interesada en la lucha de clases y en defender los valores de la revolución socialista que en la defensa de la identidad nacional, la autodeterminación y el respeto a las tradiciones e idiosincracia de los armenios.

A nivel de la hegemonía regional, quedó de manifiesto la alianza entre el poder bolchevique y la Turquía kemalista. Fue un juego de intereses que se plasmó en acuerdos entre ambos países, que invariablemente tuvieron a Armenia como convidado de piedra.

No sólo no se escuchó su voz ni se respetaron sus intereses, sino que el reparto del poder a escala regional se hizo a expensas de pérdidas territoriales de Armenia, con el consentimiento de los líderes rusos y el apoyo tácito, que derivó en silencio cómplice, de los comunistas armenios. A partir del 2 de abril de 1921, cuando las tropas soviéticas sofocaron el levantamiento, ya nada fue igual para el pueblo armenio.

Cosecha Roja

Desde el primer momento quedó claro que la entrada de las tropas soviéticas a Armenia, a partir del 29 de noviembre de 1920, llevaban la marca en el orillo del autoritarismo y el accionar violento contra aquellos a los que consideraban opositores.

Una de las primeras medidas fue encarcelar a los principales dirigentes del gobierno anterior. Entre ellos, figuras como Hovannés Kachaznuní, primer ministro del gobierno instalado el 28 de mayo de 1918, los generales Tovmás Nazarbekyan y Movsés Siikyan, líderes militares de la guerra de la independencia, junto al teniente general Hovannés Hajverdyan, que había sido ministro de Defensa.

“Convocando a todos los oficiales armenios con el pretexto de registrarse, los soldados del Ejército Rojo rodearon todo el edificio y encarcelaron a más de 1.500 oficiales, incluidos los generales Nazarbekyan, Silikyan y Hakhverdyan”, señaló en su momento el político e historiador Abraham Gyuljantanyan, quien ocupó las carteras de Justicia e Interior durante la Primera República de Armenia.

Y dio más detalles. “Luego los llevaron a Rusia a pie en el frío del invierno, sin ropa abrigada. Muchos de ellos murieron por el frío. También hubo algunos intentos de suicidio. Después de desarmar a los armenios de esta manera, los bolcheviques comenzaron a saquear las posesiones de los ciudadanos: ropa, comida, muebles y dinero”, precisó.

Mientras tanto, comenzaron las ejecuciones. Fueron muertos a hachazos los líderes fedaí Hamazasp Srvantsyan y Nicolay Ghorghanyan, mientras que el héroe de Sardarapat, Daniel Bek-Pirumyan, fue fusilado y su hermano Boghos, comandante en aquella histórica batalla, se suicidó luego de ser torturado. Levón Shant y Nigol Aghpalian, fueron detenidos junto a otros. Mientras tanto los kemalistas acechaban a las aldeas armenias del noroeste del país.

La rebelión de la población contra el terror impuesto por los comunistas, llevó al levantamiento popular del 18 de febrero de 1921 y a la formación de un Comité de Salvación Nacional, a cargo del exprimer ministro Simón Vratsian. “A petición del Comité Central de la FRA en Armenia, sostuve varias reuniones con Kasyan (líder comunista) y Atarbekyan, el Jefe de la Cheka, a quien traté de convencer en todos los sentidos para que pusiera fin a esta política ciega”, escribió Vratsian.

La lucha se libró calle por calle, con los tashnagtsagán ganando terreno en las primeras semanas y retrocediendo luego ante el refuerzo de las fuerzas comunistas. Finalmente, el 2 de abril de 1921 los soviéticos entraron a Ereván y pusieron fin a la rebelión.

Impedidos de continuar la lucha por falta de hombres y pertrechos, muchos líderes tashnagtsagán se movieron hasta el sudeste de Armenia, donde el comandante Karekín Nshteh había proclamado en abril de ese año la República de Lernahayastán (Armenia Montañosa). Tras la capitulación de Nshteh en julio de ese año, pasaron a Irán, el Líbano y otras comunidades de la diáspora.

El Tratado de Moscú

Mientras tanto, el 16 de marzo de 1921 la Federación Socialista Soviética Rusa (FSSR), liderada por Lenín y la Asamblea Nacional de Turquía, encabezada por Mustafá Kemal “Ataturk”, firmaron en Moscú el Tratado de Amistad y Hermandad Turco-Soviético.

Entre otros aspectos cedió el puerto de Batum a la FSSR y la provincia de Kars a favor de Turquía (art. 2). El artículo 3 dejó Najicheván bajo la administración de Azerbaiján.

Así, quedó trunco, en los papeles, el Tratado de Sevres, firmado en agosto de 1920, que establecía una Armenia de 160.000 km2 y salida al Mar Negro a través del puerto de Trabizón. El Tratado de Moscú fue perfeccionado luego, por el Tratado de Kars del 23 de octubre de 1921, fijando las fronteras definitivas entre los países de la región.

Una prisionera política
Un hecho bastante desconocido sobre la primera etapa de la sovietización de Armenia es que la política de persecución de dirigentes políticos e incluso familiares de ellos por parte del poder bolchevique, no se detuvo ni aún frente a las mujeres.
Probablemente, el nombre de Ellen Buzand no signifique mucho para la mayoría de los lectores, pero gracias a sus memorias (“Mujeres armenias en la prisión de la Cheka en Ereván”, publicadas en los años 60 en el diario Hairenik de Boston) se conocen datos acerca de las condiciones carcelarias que vivió Armenia tras la caída de la primera República.
Una reseña de Arpiné Haroyan, publicada en el portal EVN Report en diciembre pasado, rescata la figura de la escritora Ellen Buzand, cuyo verdadero nombre era Yeghisabet Stamboltsian.
Buzand fue detenida por los comunistas en diciembre de 1920, primero en la Prisión de la Cheka en Ereván y luego en la Prisión Central de la capital armenia. Finalmente, fue liberada del pabellón de mujeres por las fuerzas tashnagtsagán el 18 de febrero de 1921.
Nacida en Alexandropol (Gyumrí) en 1895, tras estudiar en Tiflís entró en las filas de la FRA en 1916. Con la Revolución Bolchevique regresó a Armenia y al poco tiempo “decidió dirigirse a la línea del frente, participando en la Batalla de Sardarapat”, señala Haroyan. Durante la Primera República de Armenia, Ellen fue secretaria del Parlamento.
La llegada de los comunistas gatilló la detención masiva de miembros de la FRA y Buzand estuvo entre ellos, pasando casi tres meses en prisión. Tras el ingreso de una nueva detenida una noche, casi en ropa de cama, Ellen observó que junto a ella había una bolsa que emitía gemidos. No era otra cosa que su bebé.
“Mientras viva, nunca olvidaré este incidente. Era una forma de degradación comunista que probablemente solo nosotros vimos: tomar a un bebé recién nacido como rehén para encontrar a su padre, que era buscado por la policía”, escribió Buzand.
Otro suceso ocurrió durante un interrogatorio, cuando se negó a responder en ruso. “Le están hablando en ruso, debería responder en ruso. Estoy seguro que sabe el idioma”, dijo el interrogador. La respuesta fue categórica: “El idioma oficial de la República de Armenia es el armenio, tenemos derecho a hablar armenio. Si no sabe el idioma del Estado, traiga un traductor”.

Carlos Boyadjian
Periodista
coboyadjian@yahoo.com.ar

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