Nación Secreta de Avedís Hadjian: Una historia de silencios heredados y de verdades susurradas

18 de mayo de 2025

El escritor y periodista Avedís Hadjian no se propuso escribir un libro sobre armenios ocultos, se puso como objetivo averiguar quiénes son los armenios que siguen caminando en la tierra donde nacieron sus ancestros y que, en apariencia, no existen. Aquellos a quienes les cambiaron la lengua, la religión, los nombres. Aquellos que sobrevivieron no solo al crimen físico sino al crimen simbólico: la negación sistemática de su identidad.

Durante más de dos años Hadjian recorrió Anatolia, Cilicia, el oeste de Armenia y otras regiones de la Turquía profunda para rastrear las huellas persistentes del Genocidio Armenio. Lo hizo viajando con cuadernos, grabadores, cámara fotográfica y la convicción de que solo escuchando podría desenterrar la verdad. Aprendió turco e incluso el hamshetsnak, el dialecto de los hamshen, para tender puentes con comunidades dispersas y romper el hielo y ahondar en la investigación.

Nación Secreta: los armenios ocultos de Turquía, es un libro monumental de más de ochocientas páginas que retrata la historia no contada de los armenios que permanecieron en Turquía después de las matanzas en masa planificadas por ese Estado, escondidos detrás de nombres turcos, máscaras kurdas o rosarios musulmanes. Una historia de silencios heredados y de veredas susurradas.

En el método de investigación se cruzan el rigor periodístico, la cautela del viajero y la ética de quien sabe que está manejando memorias dolorosas: “Uno no puede llegar a estas personas con un plan rígido. No funciona así", explicó el autor durante la entrevista con Diario ARMENIA. "En muchos casos fueron otros quienes me señalaron historias que después verifiqué por mi cuenta. Hay que escuchar, observar y respetar lo que son hoy. Yo no juzgo, escucho”, enfatizó.

Avedís Hadjian no romantiza lo que encuentra. Al contrario, desnuda cómo, tras un siglo de negacionismo, Turquía se convirtió en lo que él llama un “ecosistema genocida”: un sistema social y político que funciona por inercia para silenciar y borrar el pasado. “Me di cuenta del alcance y de la monstruosidad del genocidio, de su brutalidad sistemática, cuando empecé a hablar con quienes lo vivieron de cerca”, confiesa y agrega: “Son personas que crecieron con el miedo instalado en la sangre”.

La identidad es un eje que atraviesa todo el libro. ¿Qué significa ser armenio para alguien que fue criado como turco o musulmán, que nunca escuchó hablar del genocidio y que un día se entera, por una tía o por un rumor del pueblo, que su bisabuela era una “gavur”? ¿Qué peso tiene una historia que fue deliberadamente ocultada? ¿Cómo se reconstruye una memoria si todo lo que hay son fragmentos?

Además, muestra cómo la conversión forzada al Islam dejó un “sello transformativo” y, al mismo tiempo, un “agente pasivo de genocidio”: quienes cambiaron de fe se vieron empujados a renunciar a sus nombres ancestrales y a ocultar sus raíces, algo que, paradójicamente, multiplicó el silencio impuesto a los sobrevivientes.

Sin embargo, el libro también documenta renacimientos locales, como el de la comunidad de Dikranagerd (ciudad fundada por Tigranes II el Grande (140-55 a.c.), al este del actual Diarbakir), donde una gobernación tolerante permitió que armenios islamizados volvieran a la iglesia, encendieran sus velas y compartieran un desayuno mensual en comunidad.

En cada página Hadjian dibuja una cartografía del trauma y de la resistencia, develando iglesias en ruinas, aldeas que aún conservan restos arquitectónicos y familias que, pese al paso del tiempo, hablan armenio entre sí. “No fui con ánimo evangelizador ni para ´convertirlos´, insiste, sino para recoger testimonios y honrar memorias que otros quisieron enterrar”, asegura con convicción.

Avedís Hadjian sabe que no cerrará ninguna herida, pero también sabe que nombrar lo que se quiso borrar es un acto de justicia. Estas historias no son meros vestigios del pasado sino el espejo de un presente en que el legado del genocidio aún se prolonga con comunidades fragmentadas y una identidad en constante reconstrucción.

Pablo Kendikian
Periodista

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