Nayet Kademian: “El desafío actual es convivir con la diferencia y la comunidad armenia tiene mucho para aportar en ese sentido”

23 de mayo de 2025

Nayet Kademian, Licenciada en Ciencia Política por la Universidad Católica de Córdoba y candidata a doctora en Ciencia Política por la Universidad Nacional de San Martín, dialogó con Diario Armenia acerca de su historia familiar, la identidad armenia, su trabajo comunitario y el rol de las mujeres en los procesos de memoria.

—Contanos un poco tu historia familiar, qué estudiás y de qué trabajás.

—Bueno, yo soy Nayet Kademian, tengo 26 años, soy de Córdoba, nacida y criada, donde actualmente resido. Y además soy parte de la colectividad armenia de Córdoba, donde integro la comisión directiva.

Estudié Ciencia Política en la Universidad Católica de Córdoba. Me gradué en marzo de 2021 con honores. Y luego de un año trabajando en el sector público, en la Municipalidad de Córdoba, arranqué a estudiar el doctorado en Ciencia Política en UNSAM, a los 23.

Ahora estoy en proceso de realizar mi tesis de doctorado. Todo este recorrido es lo que me llevó a participar de estos distintos programas. En mi familia siempre fue muy importante esto de tener conciencia de nuestras raíces, de dónde venimos. Para mí, para mi hermana y para mis viejos es un orgullo ser descendientes de sobrevivientes del Genocidio Armenio, y eso es algo que llevamos a todos los lugares donde vamos.

—¿Sos tercera generación?

—Yo soy tercera generación, sí. Creo que nuestro rol tiene que ver con ocupar espacios y lugares, dar voz, y tratar de que estas atrocidades que se cometieron en el pasado no se repitan en el hoy.

—¿Podés profundizar un poco en tu historia familiar? ¿Tu padre y tu madre son armenios?

—No, solo mi papá. Mi abuelo es sobreviviente del Genocidio Armenio de la región de Tomarza, provincia de Kayseri.

—¿Cómo fue tu encuentro con la identidad armenia?

—Me encontré con esta cosa de la identidad armenia un poco más de grande, al involucrarme con la colectividad. En los últimos años empecé a participar en actividades hasta que comencé a formar parte de la comisión directiva. Ahí la presidenta, Lilian Balian, a quien le agradezco mucho, hizo un gran trabajo con las juventudes. Logró incorporar a muchos y muchas jóvenes, con una impronta innovadora. Estamos desarrollando y realizando muchas actividades vinculadas a interpelar a las juventudes.

—¿Qué fue lo que te atrajo para entrar a la colectividad?

—En mi crianza siempre estuvo muy presente la historia familiar. Yo decidí estudiar Ciencia Política porque en mi casa se hablaba mucho de política y de la historia de pueblos que han sido muy oprimidos, como el pueblo armenio, que hasta el día de hoy no ha tenido reparación ni reconocimiento por el genocidio.

Esa conciencia histórica de dónde venimos y el lugar que ocupamos hoy, los privilegios que tenemos, todo eso implica que otros antes se jugaron la vida para que hoy estemos donde estamos.

Ser parte de la colectividad es una manera de seguir trabajando por ese legado de reconocimiento, justicia y por que estas injusticias no se repitan en el futuro.

Además, me encontré con una comunidad muy abierta, que trabaja con otras colectividades, con distintas generaciones, con distintas instituciones. Eso hoy es muy valioso.

—¿Cómo es tu relación con las instituciones de la comunidad armenia de Córdoba?

—El día a día es muy articulado. Hay diferentes organizaciones y clubes. Las decisiones buscan representar esas perspectivas. Mi rol está más ligado a trabajar con jóvenes.

Hicimos capacitaciones para colegios secundarios, programas de formación en instituciones públicas provinciales y municipales, incluso con la escuela de policías, inculcando temas vinculados al genocidio, al respeto por los derechos humanos, con ejes que lo traen a la actualidad.

Este año fue muy movido por la conmemoración de los 110 años del genocidio armenio y los 100 años de la colectividad armenia en Córdoba.

La última actividad que hicimos fue con la Universidad Provincial, la Secretaría de la Mujer, el municipio y referentes del sector privado. Pensamos cómo los cuerpos de las mujeres fueron usados como territorio de conquista en los conflictos bélicos, cómo sufren una doble violencia: por pertenecer a una comunidad y por ser mujeres.

Pero también quisimos resaltar el rol de las mujeres armenias como resilientes y constructoras de comunidad. Historias de mujeres que hoy ponen en alto la identidad armenia en Córdoba, en Buenos Aires, en toda Argentina.

—¿Se habló en ese panel de la situación actual en Armenia y Artsaj?

—Sí, claro. Creo que hay un intento de dar un mensaje de apropiación y control cuando suceden esos actos.

Eso nos muestra que hay mucho que trabajar para lograr la equidad. Las mujeres son utilizadas de rehenes, esclavizadas. Pasó durante el genocidio: mujeres que fueron tatuadas e incluso muchas de ellas decidieron quitarse la vida para no caer en manos de sus captores. Fueron, son y serán portadoras de la dignidad nacional y familiar.

Hoy, en un contexto de avanzada de ciertas narrativas y una geopolítica muy compleja, es importante hablar de estos temas y poder darles nombre y desde ese plano pensar que como mujeres, en este rol de la resiliencia y construcción de la paz, hay algo que podemos hacer para hermanarnos quizás.

También contamos con especialistas que abordaron los impactos psicológicos del genocidio, el rol de la educación en la construcción de memoria y el lugar de las mujeres en el sector privado, como Beatriz Bederian.

—Contanos sobre tu experiencia en el Programa Junior USA.

—Participé de un programa conjunto entre la Fundación Universitaria del Río de la Plata y el Departamento de Estado de Estados Unidos. De 900 jóvenes que se postularon, fuimos seleccionados 15 para representar a Argentina.

Visitamos ocho ciudades en cinco estados, conociendo de primera mano realidades políticas, sociales y económicas. También reflexionamos sobre la relación entre ambos países.

Fue un proceso largo: examen escrito, oral, luego un seminario en Buenos Aires con 70 jóvenes de todo el país. Lo interesante es que había una gran heterogeneidad: distintas afiliaciones políticas, profesiones y provincias.

No fue mi primera vez: me presenté también en 2021, cuando tenía 22 años, y llegué a la instancia de Buenos Aires. Esa experiencia me abrió la cabeza. Me mostró cómo es encontrarse con personas que piensan distinto, en un mundo donde las redes sociales nos encierran en burbujas.

Creo que el desafío actual es convivir con la diferencia, no exterminarla. Y la comunidad armenia tiene mucho para aportar en ese sentido: transformar el dolor en lucha y en trabajo por comunidades más justas, no solo por la armenia, sino por muchas otras.

—¿Qué significó para vos estar en Estados Unidos?

—Fue maravilloso. Visitar la ONU, el Consejo de Seguridad, hablar con argentinos que trabajan allá. Estados Unidos es un país muy diverso, con un federalismo fuerte.

Pasar de Washington a Nueva York, a Charlottesville, a Texas… Te permite ver cómo conviven realidades tan distintas. Ese fue uno de los mayores aprendizajes: cómo lograr armonía en la diferencia.

—¿Participaste de otros programas internacionales también?

—Sí. Con una beca Marie Curie de la Comisión Europea estuve en Polonia y en Múnich, Alemania, haciendo estancias de investigación.

Ahora me voy a Brasil, a Río de Janeiro, con una beca del Ministerio de Educación. Siempre trato de llevar conmigo la identidad argentina, la armenia, y esta visión de construir un mundo más justo y una sociedad más equitativa.

—¿Cómo ves a la colectividad armenia en Córdoba?

—Córdoba fue una de las primeras provincias en sancionar la ley que reconoce el Genocidio Armenio. La articulación con el gobierno local está muy presente, pero siempre desde una lógica pedagógica, de mediano y largo plazo.

Hay una impronta fuerte de trabajo en equipo, entre jóvenes, adultos y mayores. Y algo que destaco es que todo se hace desde la alegría, desde transformar el dolor en acción, en lucha por los derechos humanos.

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