Sergéi Lavrov en Armenia: reproches cruzados y tensiones sin resolver

El 21 de mayo, la cancillería rusa difundió una imagen del canciller ruso, Serguéi Lavrov, y su comitiva acercándose al Monumento a la Madre Armenia con el Monte Ararat claramente visible en el horizonte. La difusión de esa toma no fue casual ya que llega poco después de que el primer ministro armenio, Nikol Pashinyan, advirtiera que idealizar el Ararat podría convertirse en una amenaza para la seguridad nacional.
La visita de Lavrov a Armenia estuvo marcada por un tenso vínculo bilateral, en especial por la inacción rusa frente a las agresiones de Azerbaiyán y la urgencia de redefinir la arquitectura de seguridad en el Cáucaso Sur donde, lo sucedido con Artsaj, que para el actual gobierno de Armenia ya no es un territorio disputado ni una República autoproclamada, Moscú trata de acomodarlo al relato geopolítico de su conveniencia.
En una rueda de prensa conjunta con su par armenio Ararat Mirzoyan, Lavrov hizo referencia a la situación de Artsaj y deslizó una serie de afirmaciones que reavivaron el debate sobre el papel de Rusia en el conflicto. Según dijo, durante los casi veinte años de negociaciones entre Armenia y Azerbaiyán (bajo el formato del Grupo de Minsk de la OSCE) Moscú presentó diversas propuestas para una solución integral, entre ellas, la entrega de cinco regiones a Azerbaiyán y la permanencia de los corredores de Kelbajar y Lachin bajo el control armenio.
Estas propuestas, aseguró, fueron desestimadas por Ereván. Sin embargo, no se ofrecieron documentos ni precisiones sobre las fechas ni condiciones de esas negociaciones, lo que deja abierta la pregunta sobre el verdadero contenido y alcance de esas iniciativas. Lavrov También afirmó que ninguno de los líderes armenios pidió formalmente a Rusia el reconocimiento de la independencia de Karabaj, una declaración que no fue desmentida durante la rueda de prensa por Mirzoyan, pero cuya veracidad no fue corroborada.
En ese marco, Lavrov sostuvo que la pertenencia de Nagorno Karabaj a Azerbaiyán quedó implícitamente reconocida por Nikol Pashinyan en la Declaración de Praga de 2022 y se mostró sorprendido de que esa decisión no haya sido explícitamente debatida con anterioridad. Además, aseguró que la cuestión se había omitido intencionalmente del acuerdo de alto el fuego de noviembre de 2020, con la esperanza de una resolución futura.
Las palabras del canciller ruso llegan en un momento particularmente delicado. Tras la guerra de los 44 días y, especialmente después de la ocupación total de Artsaj por parte de Azerbaiyán en septiembre de 2023, amplios sectores de la sociedad armenia acusan a Moscú de haber abandonado su papel de garantía de seguridad. La retirada sin resistencia del contingente ruso de mantenimiento de la paz en 2024, así como la escasa reacción frente a las viloaciones del alto el fuego por parte de Bakú, profundizaron esa percepción.
Por otra parte, la relación de Armenia con la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC) se encuentra congelada de hecho. El gobierno de Nikol Pashinyan manifestó públicamente su disconformidad con la organización, a la que acusa de no haber respondido ante las incursiones militares azerbaiyanas en territorio soberano armenio en 2021 y 2022.
Aunque Ereván no abandonó formalmente la alianza, dejó de participar en varios de sus mecanismos mientras busca reforzar vínculos con Occidente, particularmente con la Unión Europea y los Estados Unidos. El mensaje de Rusia fue claro: Los desvíos de Armenia hacia Occidente tienen consecuencias.
Al margen de los comunicados oficiales y las conferencias de prensa, la visita de Lavrov también generó protestas. Dirigentes opositores se manifestaron frente al Ministerio de Relaciones Exteriores con pancartas que acusaban de “asesinos” a Putin y a Lavrov. La policía intervino y desplazó a los manifestantes, pero el dato quedó registrado: una parte de la sociedad armenia no olvida el silencio ruso ante la caída de Stepanakert, ni las consecuencias humanitarias de la rendición forzada de los armenios de Artsaj, una cuestión que parece estar atrapada entre versiones y reproches cruzados.
En este contexto, la visita de Lavrov puede leerse como un gesto de presión diplomática y un intento de mostrar que la relación bilateral no está rota del todo. En medio de una región donde los equilibrios geopolíticos se reconfiguran constantemente, la disputa actual parece ser, además, por el relato de lo ocurrido.
Pablo Kendikian
Director de Diario ARMENIA