Magda Tagtachian: “Con mis novelas de amor, la memoria se hace permanente”

01 de julio de 2025

La casa de Magda Tagtachian en Villa Urquiza resulta familiar. Cuenta que aquí vivieron sus abuelos, desde 1937. Alma, digo Magda, prepara un café humeante. Café armenio. El aroma invade la sala donde toma asiento en el sillón de pana verde. El jardín asoma exuberante desde la planta baja. Señala la pared del balcón con tres aberturas en forma de T.

“Es la T de Tagtachian. Crecí en este hogar. Nunca me di cuenta, hasta que mudé hace seis meses, que era la T de Tagtachian. La vi toda mi vida y ahora comprendo. Así con cada detalle. Todo me habla. Todo estaba preparado para que llegara aquí”, comenta y sirve en los pocillos de porcelana de la abuela Armenuhi.

-¿Cuánto tiempo pasó desde tu primera novela “Nomeolvides Armenuhi”?

-La escribí hace diez años. Un rayo me bajó al descubrir la historia que habitaba y habita esta casa. Hasta la máquina de coser Singer de Armenuhi, que encontré en un ropero, con el hilo enhebrado, color naranja.

-Tirando de esa llama naranja, ¿llegó la inspiración?

- Todo confluye hacia La promesa. Hacía mucho tiempo que Jerusalén me rondaba la cabeza. Desde el día en que, en Restaurante Armenia, mientras cenaba con mi tía abuela Zarman Daghlian, -hermana de Armenuhi que nació y vivió en Alepo-. Esa noche también comíamos con Alicia Tagtachian, mi tía, la hija de Armnuhi, y Zarman contó cómo los armenios peregrinaban a Jerusalén para tatuarse la cruz en el dorso de sus muñecas.

-Se te iluminan los ojos.

-Su comentario desató una catarata de preguntas que, por suerte, Alicia amplió. Anoté en mi cabeza: las raíces armenias en Jerusalén, el barrio armenio en la Ciudad Vieja, que muy poca gente conoce y sentí que ameritaba contar esa historia. Después, en el cumple de mi amiga Valeria Cherekian, también me crucé con alguien que me reveló más datos de los armenios en Tierra Santa. Todo funcionó como un coctel mental. Escribí La promesa en un momento muy especial de mi vida. Representó un camino espiritual y de sanación. Me aferré a la novela, situando gran parte de la trama en Jerusalén.

-¿Viajaste a Jerusalén?

-Nunca viajé, pero lo hice al investigar. Es un placer. Me sumerjo en cada lugar y nada puede distraerme de allí. Cada novela abre puertas impensadas, otros mundos por seguir descubriendo. Estoy segura de que a los lectores les ocurrirá lo mismo recorrer esta historia.

-¿Cómo hilvanaste la trama? La promesa también narra el bloqueo y caída de Artsaj.

-Siempre varias historias sobrevuelan mi cabeza. Son aviones que me rondan. En este caso aterrizaron dos juntos y abrí ese canal.  A las tramas hay que encontrarles la punta del ovillo. El “primer avión” era Jerusalén. Y, de pronto, aterrizó la segunda nave.

-¿A qué te referís?

-A Artsaj. Los armenios vivimos en soledad y con mucha angustia los diez meses de bloqueo y la inmediata caída de la ex Nagorno Karabagh. Se veía venir. La comunidad internacional no pudo o no quiso frenar el bloqueo ilegal que impuso Azerbaiyán a la población armenia de Artsaj. Estuve en allí dos veces. Fue demasiado pensar en toda esa gente y en las familias que conocí, que no tenían qué comer, ni cómo llegar al hospital porque no había combustible, personas que quedaron separadas adentro de Artsaj y en Armenia, porque los azeríes cortaron la ruta que conecta ambos territorios. Artsaj se convirtió en un campo de concentración a los ojos de todo el mundo.  La misma pesadilla de 1915 a 1923, regresó 100 años después. Un nuevo genocidio en directo y transmitido por las redes sociales. Me enojé. Lloré. Participé de las marchas y reclamos. Incluso viajé a Armenia -para presentar Rojava, mi novela traducida-, en pleno bloqueo.

-Pero esta vez no podías pisar Artsaj…

-No. Y no podré hasta tanto la mantenga ocupada Azerbaiyán. Estuve en Armenia desde febrero hasta mayo 2023. El bloqueo había comenzado el 12 de diciembre de 2022.  En las calles de Ereván, la capital, deambulaban muchos turistas que parecían vivir otra realidad. Con mesas abundantes en comida que daban pudor cuando, a seis horas en auto, los armenios de Artsaj morían de hambre, de frío, y en la frontera caliente caían nuestros soldados. Fui a Nagorno Karabaj cada vez que viajé a Armenia, en 2016 y en 2018, salvo esta última.

-¿Cómo surge la novela romántica en un contexto de opresión y violencia?

-Mis novelas son geopolítico-románticas.  Una madrugada me desperté pensando qué pasaba si Alma Parsehyan y su pareja, el doctor Sherry, quedaban separados a uno y otro lado del corredor de Lachín… Uno en Artsaj y el otro en Armenia. Sumé nuevos personajes y construí una trama de ficción sobre hechos reales. Mis novelas se leen con Google. Si hay drama, hay pasión. Y si hay pasión, hay amor y desamor.

-Me suena Alma Parsehyan…

-Te recomiendo que continués la entrevista, ¿te sirvo otro café?

-Muchas gracias, sí. ¿Se puede abordar La promesa sin haber leído tus anteriores libros?

-Mis cinco novelas se leen en forma independiente. Quien arranque por La Promesa tendrá la información completa. Después, estoy segura de que querrán leer las demás.

-¿Planeaste escribir esta saga? ¿Termina con La promesa?

-Nunca lo sé. Cuando escribí mi anterior novela, Artsaj, no pensé que escribiría La promesa. Trato de cerrar todos los hilos, pero me tiento y dejo cabos sueltos. Ahora que lo pienso, quizá en el fondo, nunca quiero terminar. En mis novelas de amor hay una forma de hacer memoria permanente.  Conciente o incidentemente, me las arreglo para seguir…. Creo que es un impulso que me construye. Es más, mientras estuve esos tres meses de 2023 en Armenia, un amigo me aseguraba que del viaje volvía con mi quinta novela. Yo le juraba que no….

-¿Mentiste?

-¡No mentí! Debe ser que vivo una doble vida en forma natural. La autora y Magda. Lo disfruto internamente. En Armenia estaba concentrada en la gira de presentación de Rojava. Pero a donde iba registraba y grababa todo. Lo mismo hice en el viaje de 2018 y 2016, de donde luego salió Alma Armenia. En diciembre de 2024, empecé a escribir La promesa. Estaba tan enchufada que el 24 de diciembre hice mi propia ceremonia, con mis personajes viviendo la Navidad. A la medianoche, cuando descubrí los fuegos artificiales, me alegré de que la novela naciera en Navidad. Un doble nacimiento.

-Pariste 448 páginas.

-Escribo de un tirón. Me crece un monstruo adentro. No me despego del teclado, me encierro y no salgo.

-En la portada y en la solapa se leen dos frases muy elogiosas de la escritora best seller Florencia Bonelli.

-¡Flor, es mágica! Le conté el armado de la novela y captó la mística. Nos conocimos en 2018 cuando le hice una nota para revista Viva de Clarín. Ella me inspiró a largarme a la ficción.  Se lo pude contar a Flor estos años y en este último tiempo le confesé que la tarde de su nota, no me animé a pedirle una foto juntas. No quería “cholulear”. Quería comportarme como una periodista seria. ¡Hablamos tres horas sin parar! Todavía me arrepiento de no haberle pedido la foto. Flor es mucho más que una colega y amiga. Es un alma brillante y generosa.

-¿Qué esperás de los lectores?

-Que se sorprendan, que se emocionen, que se rían, lloren, se apasionen y se enamoren como me pasó mientras escribía.

-¿Qué viene ahora?

-¡Siempre me preguntan! Soy ansiosa y fantasiosa por naturaleza. Los escritores siempre estamos soñando o volando. Vamos por la vida con el tercer ojo bien atento. El canal de la intuición.

¿Podrías ser más precisa?

A lo mejor avanzo o complemento con algún otro proyecto, no quiero decir mucho.

Siempre en el ámbito de la cultura, los libros, la armenidad. Pero podría sumar otro rubro... Mi mundo no se detiene. Hace diez años, jamás imaginé que la vida me traería hasta esta casa de Villa Urquiza, mi lugar en el mundo.

-¿Hasta el origen?

-Hasta el origen que estaba -y está -dentro mío, delante mío y no veía. Me levanto cada mañana, miro las rosas de Armenuhi, el jardín, la tres T que hizo papá en el balcón, los muebles diseñados por él y que uso, como cuando los dibujó y mandó a construir. En el medio, tuve un virus que me provocó una parálisis facial. Ocurrió mientras luchaba por esta casa. Por la memoria. Desde el 30 de septiembre de 2024, mi sonrisa está quebrada del lado derecho. Se me cierra un ojo y me tiran los músculos de la cara de ese lado. Hago rehabilitación y no sé si alguna vez volveré a sonreír con todos los dientes. La sensación de la cara que me tira ya me dijeron que no se irá. La parálisis me llevó a ahondar en abismos más desconocidos y también a disfrutar más de cada descubrimiento. Me levanto en esta casa, me asomo por la ventana, camino por el balcón y soy eternamente feliz. Solo puedo decir GRACIAS.

-Todo me suena familiar. No sé por qué…

-Yo sí sé. Es tu casa, Alma. Volvé cuando quieras.

Alma Parsehyan para Diario Armenia.


LA PROMESA, SINOPSIS

“Quien podría convertirse en su futuro jefe insistió en averiguar cómo se encontraba. Alma impostó una sonrisa lidiando con una idea recurrente: ¿estaría traicionando a su marido? Sin embargo, si ella no tenía relación amorosa con Garo y le había aclarado que estaba casada, ¿por qué dudaba?”

En duelo tras la pérdida de su hijo, la escritora Alma Parsehyan ve cómo se desmorona su mundo cuando el bloqueo de Artsaj atrapa a su esposo Sherry, un médico dedicado, en el corazón de Stepanakert.

En Solak, un pueblo cercano a la capital armenia, Alma conoce a Garo, quien le propone un viaje a Jerusalén para involucrarla en un ambicioso proyecto cultural. Mientras Alma se debate entre la culpa y el entusiasmo, Sherry lucha por sobrevivir en el hospital de Stepanakert, donde genera un vínculo profundo con la joven Takuhí. Jerusalén se convierte en un escenario de sanación para Alma, pero también de tentación. Seducida por la intensidad de Garo y las maravillas de una ciudad milenaria, atormentada por los recuerdos de su hijo y la incertidumbre sobre su esposo, Alma siente crecer una lucha interna entre el deseo de comenzar de nuevo y la lealtad a un pasado que parece perdido.

La promesa es un viaje emocional a través del dolor y la esperanza, donde los lazos afectivos se ponen a prueba en medio de un conflicto que redefine los destinos de los personajes. Magda Tagtachian ha escrito una novela conmovedora sobre la complejidad de las decisiones humanas y la constante búsqueda de redención en un mundo hostil.

Dijo Florencia Bonelli:

“Intensa, profunda, espiritual y, al mismo tiempo, terrenal, trágica, desgarradora. Magda escribió un novelón que rompe todos los códigos de la romántica y a la vez vuelve a componer magistralmente. Combina cada elemento con gran habilidad para proponer una historia épica de amor y sanación. Imperdible”.

La promesa, de Magda Tagtachian, se encuentra disponible en todas las librerías de Argentina.

BIO

Magda Tagtachian es escritora y periodista nacida en Buenos Aires, tercera generación de armenios. Autora de La promesa (Planeta Argentina, 2025), también escribió Nomeolvides Armenuhi, la historia de mi abuela armenia, Alma Armenia, Rojava y Artsaj. Sus novelas alcanzaron gran repercusión y éxito de ventas y fueron publicadas en Argentina, México, Brasil y Armenia. Se tradujeron al armenio y al portugués. En 2018, Tagtachian recibió la distinción Hrant Dink otorgada por el Consejo Nacional Armenio de Sudamérica, por su labor en derechos humanos. Obtuvo la ciudadanía armenia en 2022 y, en 2024, la designaron miembro honorario de Unión General Armenia de Beneficencia (UGAB Buenos Aires). Trabajó en Clarín y Editorial Atlántida por más de veinte años. En la actualidad, mantiene una activa participación en la comunidad armenia de la Argentina y del mundo; dicta talleres de escritura creativa y colabora en distintos ámbitos culturales, periodísticos y literarios.

Compartir: