Qué hay detrás de la provocación de bautizar como Talaat Pashá el paso fronterizo con Armenia

El exministro del Interior otomano y figura clave en el plan genocida contra los armenios pasó, en poco tiempo, de condenado a muerte a héroe nacional. La lucha contra los “elementos no turcos” sigue más viva que nunca.
Desde chicos los armenios de todo el mundo aprendemos que Talaat Pashá fue uno de los líderes del movimiento de los Jóvenes Turcos, en rigor, Ittihad ve Terakki Komitesi (Comité Unión y Progreso-CUP) a comienzos del siglo XX en el entonces Imperio Otomano. También fue uno de los arquitectos del genocidio armenio que tuvo lugar entre 1915 y 1923 y costó la vida de un millón y medio de armenios y la usurpación de casi 300.000 km2 del territorio ancestral, donde habían reinado cinco dinastías en los últimos dos milenios.
Principalmente, Talaat fue el que impartía las órdenes de deportación y exterminio, basadas en el plan que había diseñado al dedillo Behaeddin Shakir, conductor de conducción de Teşkilât-ı Mahsusa, que se traduce por Organización Especial. Esto fue un grupo de tareas, encargado del trabajo sucio del exterminio de la población armenia, especialmente en los seis vilayetos de Oriente (Van, Erzerum, Kharpert o Harput, Bitlis, Dyarbekir y Sivas).
A Talaat Pashá se lo sindica también como uno de los miembros del triunvirato que virtualmente gobernaba por entonces el imperio, aunque nunca existió formalmente tal triunvirato.
En verdad, en el gobierno de los pashás, Mehmet Talaat era el ministro del Interior, Ismail Enverel ministro de Guerra y Ahmed Djemal o Cemal era el ministro de Marina. Y entre febrero de 1917 y octubre de 1918, es decir hasta el final de la Primera Guerra Mundial, Talaat ocupó adicionalmente el cargo de Gran Visir del Imperio Otomano, el cargo ejecutivo más alto, equivalente al de primer ministro.
Y además de esto se sabe con certeza que murió en una calle de Berlín el 15 de marzo de 1921, cuando recibió un disparo mortal de parte de Soghomón Tehlirián, estudiante armenio tashnagtsagán.
Luego vino la historia del juicio, los sueños de la madre de Tehlirian pidiéndole que vengara a su familia asesinada durante el genocidio y la histórica absolución por emoción violenta, que benefició a Tehlirián, pese a haber sido hallado culpable del asesinato del genocida turco.
Bronce para Satán
Lo llamativo es que este relato que parece histórico tiene fuerte vinculación con la actualidad. La semana pasada se conoció la noticia de que una propuesta en el Congreso turco, que lleva la firma de Másavat Dervişoğlu, presidente del partido nacionalista IYI, que contó con el apoyo de 28 diputados de la bancada, pidió rebautizar como “Puerta Fronteriza de Talaat Pashá”el puesto de control entre Alican (Turquía) y Margará (Armenia).
Entre los fundamente del proyecto de ley se menciona que “mantener vivo este legado es la responsabilidad de la conciencia de la nación”, tras calificar a Talaat Pashá como un “héroe” que “pagó con su vida la causa justa de la nación turca”, publicó días pasados el periódico armenio Agos, editado en Estambul.

Mientras tanto, el debate sobre la memoria histórica se trasladó a Estambul, donde un graffiti originalmente pintado con la leyenda 'Se va un Talaat, vienen mil Talaats' —en honor a Talaat Pasha— fue modificado para proclamar 'Se va un Tehlirian, vienen mil Tehlirianes'. El graffiti reivindica a Soghomón Tehlirian, quien asesinó a Talaat en Berlín en 1921 como parte de la Operación Némesis.
Casualmente o no, esto trascendió apenas días después de que el primer ministro armenio Nikol Pashinyan, viajara en visita oficial a Estambul el pasado 20 de junio, por invitación del gobierno turco, ocasión en la que se entrevistó con el presidente Recep Tayyip Erdogan. Allí fue presionado, una vez más, para ceder a la apertura de lo que Azerbaiyán denomina “Corredor Zangezur”, que supone ni más ni menos que una amenaza existencial para Armenia.
La medida puede ser vista como una abierta provocación y un buen ejemplo de mala vecindad. Y hasta podría pensarse que la iniciativa es un intento por boicotear los débiles intentos de ambos gobiernos por limar algunas asperezas para avanzar en algún momento hacia la apertura de la frontera, que el gobierno turco cerró unilateralmente en 1993 durante la primera guerra de Artsaj.
Desde entonces sólo se abrió dos veces, en febrero de 2023 para enviar desde Armenia camiones con ayuda humanitaria por el terremoto que sufrió Turquía, y en marzo de 2025 para mandar ayuda humanitaria a Siria.
Pero más allá del previsible intento de provocación del diputado Dervişoğlu y sus socios políticos, lo cierto es que en Turquía hace rato que hay un sentimiento de reivindicación de la figura de Talaat Pashá. Incluso el pasado 31 de mayo el alcalde de Ankara inauguró un memorial en honor al gobernante genocida.
Pena de muerte
Pero la defensa y exaltación de la figura de Talaat no es nueva en absoluto. En todo caso, lo que variaron son las formas.
El 14 de octubre de 1918 la derrota inevitable en la Gran Guerra llevó al gobierno de los pashása dimitir, apenas unos días antes de la capitulación otomano y el Armisticio de Mudrós del 30 de octubre.
Enjuiciados por el Tribunal Militar, entre otros cargos por la “masacre de armenios” y empujar al Imperio a la guerra, los ministros implicados fueron acusados, en particular, de crear "bandas de bandidos, cuyos atentados contra la vida, la propiedad y el honor los hicieron culpables de complicidad en los trágicos crímenes resultantes", los máximos responsables del gobierno otomano fueron sentenciados el 5 de julio de 1919 a las máximas penas que establecía el Código Penal Imperial.
“El Gran Visir Talaat Pasha y el ministro de Guerra Enver Effendi, expulsados de su carrera militar; Djemal Effendi, ministro de Marina, también expulsado del servicio; el Dr. Nazim, ministro de Educación: estos fueron los principales criminales (fayiliasli) y su culpabilidad ha sido determinada por unanimidad. Por lo tanto, de conformidad con los párrafos antes mencionados del código legal, Talaat, Enver, Djemal y el Dr. Nazim son condenados a muerte”, cita el veredicto del tribunal, en condición de inapelable.
Pero como se sabe, Talaat no murió en una prisión turca sino en una calle de Berlín. ¿Qué pasó en el medio? En verdad, Talaat, Enver y Djemal ya habían escapado-entre el 2 y el 18 de noviembre de 1918 y con ayuda del gobierno de IzzetPashá-, y fueron juzgados y sentenciados en ausencia, declarados responsables de ordenar la entrada de Turquía en la Primera Guerra Mundial y de cometer las masacres contra los armenios.
El acta de acusación argumentaba que “la masacre y destrucción de los armenios fueron resultado de decisiones del Comité Central del Ittihad”. En este contexto en enero de 1919 y por orden del Sultán Mehmet VI se acusó a 130 altos funcionarios del régimen de los Jóvenes Turcos.
Fue un momento muy particular, dado que tras el Armisticio de Mudros se había abierto un ámbito en el que los ingleses buscaban definir cómo sería la posguerra y qué costos pagaría el Imperio Otomano como perdedor en el conflicto.
Se decidió enviar a los exiliados a la isla de Malta (en turco: Malta sürgünleri). El exilio a Malta fue entre marzo de 1919 y octubre de 1920, cuando políticos, militares de alto rango, administradores e intelectuales del Imperio Otomano fueron exiliados tras el armisticio de Mudros durante la ocupación de Estambul por las fuerzas aliadas.
Los exiliados malteses fueron recluidos en una prisión británica para ser juzgados allí, entre ellos varios funcionarios del Comité de Unión y Progreso (CUP).
Pero Talaat ya había pisado suelo alemán. Luego del asesinato a manos de Soghomón Tehlirian, y su entierro en Berlín, sus restos fueron repatriados a Turquía el 25 de febrero de 1943, y junto a los de Enver Pashá, asesinado en 1922 en Dushambé, Tayikistán, están enterrados en el Monumento de la Libertad, levantado en el distrito Şişli-Mecidiyeköy de Estambul.
En su libro “Talaat Pashá: Padre de la Turquía Moderna, arquitecto del genocidio” (2018), el historiador suizo Hans-Lukas Kieser asegura que el nuevo entierro de Talaat simbolizó su "plena rehabilitación e instalación como una figura destacada y positiva en la historia pública turca".
Tras el regreso de los restos de Talaat a Turquía, intelectuales, periodistas y políticos expresaron palabras edulcoradas hacia la figura del exministro del Interior, al que le reconocieron el “aporte” de Talaat y la legitimidad de la lucha contra los elementos no turcos de la sociedad turca. A buen entendedor, pocas palabras.
Carlos Boyadjian