El vínculo Rusia-Azerbaiyán entra en una “breve ola de frío”, con implicancias en el Cáucaso Sur

Ilham Aliyev está molesto por el derribo del avión de AZAL y la detención de azeríes en Ekaterimburgo. Pero hay mucho que eso, incluyendo el negocio del gas, la guerra de Ucrania, el juego de Turquía y la influencia rusa en Armenia.
Dmitry Peskov, el duro y enigmático vocero del presidente ruso Vladimir Putin lo aseguró este martes 22 de julio, sin eufemismos: “Conocemos la postura de los líderes azerbaiyanos respecto a Ucrania. Tenemos opiniones diferentes al respecto. Desde el principio, el presidente Ilham Aliyev ha adoptado esa postura. Desde el principio, no la hemos compartido", señaló Peskov a la agencia TASS.
Y agregó: "Al mismo tiempo, esperamos que estos desacuerdos no nos impidan superar la, ojalá, breve ola de frío en las relaciones bilaterales", puntualizó el portavoz presidencial ruso.
Desde hace al menos tres años Azerbaiyán está jugando un papel ambiguo en su relación con Rusia, y el gobierno de Putin está empezando a perder la paciencia. Azerbaiyán apoya sin atajos a Ucrania en la guerra con Rusia, y lo hace buscando “mojarle la oreja” al oso ruso, al punto que recientemente el presidente azerí Ilham Aliyev declaró que Ucrania no debería aceptar la "ocupación de territorios perdidos". Teléfono para Putin.
Pero en paralelo, al menos en los últimos cinco años, Bakú fue urdiendo silenciosamente su vínculo con Moscú, que lo llevó a firmar un acuerdo de “asociación estratégica” entre ambos países a mediados de 2020, casualmente un par de meses antes de que Rusia mirara para otro lado y retaceara ayuda militar a Armenia cuando Azerbaiyán lanzó su ataque criminal contra Artsaj e invadió territorio de la República de Armenia, que hoy en día continúa bajo ocupación.
En ese momento Rusia, como país signatario de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC) que también integra Armenia -hoy su participación está congelada-, debía responder con “fierros” y fuerzas militares a su aliado ante la agresión de Azerbaiyán, pero argumentó que no estaban dadas las condiciones que exigía la OTSC. Una manito a Bakú.
La llave del gasoducto
A la vez, tras la invasión rusa a Ucrania y desatada la guerra en febrero de 2022, la Unión Europea impuso fuertes sanciones a Rusia, entre las que estaba la prohibición de importar gas natural de ese país.
Pero en medio de un crudo invierno y ante la necesidad de países como Alemania, Dinamarca, Polonia y los países bálticos, Estonia, Letonia y Lituania, de abastecerse de energía a falta del gas ruso, la Unión Europea encontró en Azerbaiyán a “un aliado confiable” y firmó un acuerdo energético con ese país pese a las quejas de muchos eurodiputados por el perfil dictatorial de Aliyev y la agresión azerí en Artsaj.
La “viveza caucásica” de Aliyev y el pragmatismo europeo, que apeló al clásico “hacerse el boludo” con tal de garantizar el gas en las cocinas y las estufas de Europa, llevó a que Azerbaiyán abasteciera a ese continente a través de sus gasoductos que entran por Grecia e Italia, pero en el que inyectaban -y aún lo hacen- ni más ni menos que gas natural de Rusia.
Avión en picada
En este delicado equilibrio de fuerzas estaban Putin y Aliyev el 25 de diciembre de 2024 cuando un avión Embraer 190 de Azerbaiyán Airlines cayó con 67 personas a bordo cerca de la localidad kazaja de Aktau, cuando hacía un vuelo de Bakú a Grozni (Chechenia, sur de Rusia).
Inmediatamente, Azerbaiyán adujo que el avión fue derribado por metralla rusa, pese que originalmente los rusos informaron que había sido un ataque ucraniano con drones.
Esta semana Aliyev volvió a hablar del tema, insistió en la necesidad de que Rusia reconozca su culpabilidad y haga un resarcimiento económico a las familias de los 38 muertos y 29 heridos. Rusia pidió disculpas a fin de año, pero no admitió culpabilidad alguna, lo que tensó más las relaciones bilaterales.
Azeríes y ucranianos
Pero éste no es más que un eslabón en la cadena de sucesos que viene deteriorando las relaciones ruso-azeríes desde hace un tiempo. Apenas unos días antes de que Azerbaiyán lanzara el asedio final contra Stepanakert, gatillando la limpieza étnica y el exilio forzado de más de 100.000 armenios de Artsaj, la aviación rusa atacó durante la noche del 20 de septiembre de 2023 la estratégica refinería de petróleo de Kremenchuk, en la región ucraniana de Poltava.
Esto que parecería ser una acción de guerra nada excepcional, en un conflicto que ya lleva tres años y medio, fue un mensaje oculto para Bakú. Según analistas los rusos sabían hacía mucho tiempo que la planta estaba siendo explotada por los azerbaiyanos, pero debido a algunas circunstancias, decidieron hacer los ataques.
Golpe por golpe
Después de eso, la escalada de agresiones se hizo más grave: el gobierno de Aliyev cerró hace menos de un mes la oficina de Sputnik Azerbaiyán y arrestó a unos 15 periodistas rusos, acusados de narcotráfico y ciberterrorismo.
Por su parte, el pasado 27 de junio la policía rusa arrestó a más de 50 azerbaiyanos en la ciudad de Ekaterimburgo, Rusia, y hubo dos muertos azeríes. Las detenciones están relacionadas con el asesinato del empresario azerbaiyano Younis Pashayev a manos de un grupo criminal en mayo de 2001. Los principales sospechosos son los hermanos Safarov, dueños de un importante café en esa ciudad.
“Los rusos han comenzado la lucha contra los azerbaiyanos dentro de su país, porque se dan cuenta de que, en caso de acciones más drásticas contra Azerbaiyán, los grupos mencionados anteriormente pueden ser utilizados para desestabilizar la situación en la Federación Rusa", explicó el politólogo Benjamín Matevosyan, en diálogo con la agencia de noticias Armenpress.
En este punto, destaca que, en lugar de normalizar las relaciones con la Federación Rusa, Azerbaiyán va a una mayor escalada, profundizando simultáneamente la cooperación con Ucrania y brindándole asistencia. Y del otro lado, recibe respuesta en el mismo sentido.
"Las autoridades ucranianas, a su vez, han propuesto a Aliyev que el gas azerbaiyano se almacene en el depósito subterráneo ucraniano. No se puede descartar que en ese caso Rusia también ataque esos almacenes, así como el sistema energético azerbaiyano, lo que aumentará las tensiones", anticipó Matevosyan.
Además, el pasado 11 de julio, el gobierno de Putin le quitó la ciudadanía rusa a Elshan Ibrahimov, líder de la comunidad azerbaiyana en la región de Moscú, y lo deportó a Bakú, añadiendo otro foco de tensión en la relación bilateral.
¿Erdogan le suelta la mano?
Como si todo esto fuera poco, el 18 de julio pasado, los representantes de Azerbaiyán no asistieron a la reunión del Consejo Económico de la Comunidad de Estados Independientes (CEI) que se realizó en Moscú, y en la que sí participaron representantes de Armenia, Bielorrusia, Kazajistán, Kirguistán, Rusia, Tayikistán, Turkmenistán y Uzbekistán.
"Tradicionalmente, la república está representada en los eventos de la CEI por el viceprimer ministro Yalub Eyubov. Sin embargo, no participará en la sesión del Consejo Económico de la CEI. Entre las razones están los eventos en Ekaterimburgo y la destrucción del avión AZAL a fines del año pasado", señaló la agencia Trend, citando fuente calificadas.
A principios de julio, la inteligencia militar ucraniana difundió que Rusia está tratado de reforzar su posición en la base militar de Gyumrí (Armenia) para atacar desde allí a Ucrania, consolidando su influencia en el Cáucaso Sur, lo que contribuirá a "desestabilizar la situación de seguridad global", según la inteligencia de Kiev.
“Armenia y Rusia establecieron allí (en Gyumrí) la 102ª Base Militar en la década de 1990 con la idea de que los soldados rusos pudieran proteger la frontera con Turquía, pero también desplegarse rápidamente en la región de Karabaj en caso de movimiento militar azerbaiyano. No ocurrió así en 2023, cuando Bakú recuperó el control total de la región de Karabaj tras una campaña militar relámpago”, destaca un informe de la agencia Euronews.
Todo este embrollo, sin mencionar el papel de Irán, de Turquía e Israel en el Cáucaso Sur, mientras está sobre la mesa el secular pragmatismo de Ankara en política exterior, que hoy incluye la normalización de las relaciones con Armenia y la apertura de la frontera cerrada unilateralmente en 1993.
“Dada la política turca, es muy probable que Turquía pueda, por así decirlo, vender a Azerbaiyán exigiendo o recibiendo algo de Rusia a cambio. El campo de batalla aquí es bastante amplio. Tenemos la percepción de que Turquía y Azerbaiyán se guían por el concepto de una nación, dos estados, pero al final, no debemos olvidar que, independientemente de todo, el interés de Turquía es primordial, por lo que incluso puede llegar a ciertos acuerdos a expensas de Azerbaiyán, con la expectativa de obtener algo", concluyó Benjamín Matevosyan.
Carlos Boyadjian