Entre Armenia, el jazz y la espiritualidad: Dikran Hamasyan vuelve a Buenos Aires - 14/10

El pianista armenio Dikran (Tigran) Hamasyan, una de las grandes figuras del jazz contemporáneo, regresará a Buenos Aires el 14 de octubre para presentarse en el Teatro Coliseo. En diálogo con el diario Azad Or de Grecia habló sobre su identidad, su nuevo álbum inspirado en un relato medieval y el lugar del arte en un mundo atravesado por la violencia y el desarraigo.
- Naciste en Armenia, viviste en los Estados Unidos y volviste a Armenia. ¿Te considerás un armenio de la diáspora, aunque hayas sido solo en una etapa de su vida? ¿De qué manera influyó esa experiencia en lo personal y en lo artístico?
- Estar fuera de Armenia me influyó de manera positiva, porque me permitió ampliar mis horizontes, conocer músicos y artistas maravillosos, y vivir cosas que no habría podido experimentar si me hubiera quedado.
- Tu música tiene una fuerte impronta armenia. ¿Esa distancia funcionó como herramienta de memoria y, al mismo tiempo, de conexión con tu identidad?
- La Armenia de mi corazón y de mi mente es distinta de la Armenia real. Cuando estaba lejos, me aferraba a esa Armenia interior, que me conecta con la historia, la cultura y la identidad de mi pueblo. Incluso estando fuera, siempre me sentí vinculado con la historia armenia y con su gente.
- Hablame de tu último álbum, The Bird of a Thousand Voices, que presentará en Buenos Aires. ¿Tenés también un vínculo con la cultura armenia?
- Sí, pero también está conectado con los cuentos tradicionales, que muchas veces encierran siglos de historias y elementos históricos. En este caso se trata de un relato medieval con muchas versiones, pero siempre con el mismo mensaje: un héroe que debe traer a un ave divina para liberar a una sociedad que ha caído bajo una maldición. Es un cuento espiritual, donde el protagonista debe superar sus demonios y dificultades para convertirse en el héroe que la comunidad necesita. Cada uno de nosotros está llamado a ser ese héroe en la vida real.
- Esa historia puede leerse como una metáfora de la sociedad actual y del rol del artista. ¿Cómo entendés ese rol?
- Creo que, más allá de lo social o político, el papel del artista es espiritual. Su misión es guiar al público a un estado superior, más allá de la materialidad de la vida cotidiana, y compartir amor. Eso es lo que busco con mi música: dejar atrás lo negativo y transmitir amor.
- Alguien podría decir que esa función espiritual también es un posicionamiento político, ya que la propia existencia del arte muchas veces lo es.
- Puede ser. Pero para mí todo debe conducir al amor y a su difusión. Ese es el verdadero sentido de lo que hago.
- ¿Cómo observas la situación política en Armenia y en el mundo?
- La política es un estado completamente sucio. Dicen una cosa y hacen otra. Hablan de los niños en Gaza y al mismo tiempo venden armas a quienes los matan, igual que apoyaron a Azerbaiyán en la limpieza étnica de Artsaj. Lo mismo ocurre con los extremistas que destruyen iglesias y monumentos religiosos: todo está atravesado por el fanatismo y la represión. Nuestros políticos y líderes religiosos son reflejo de lo que somos como sociedad. Creamos al monstruo que nos oprime y no hacemos nada para cambiarlo. Con los refugiados de Artsaj la situación es escandalosa: muchos los ven como extranjeros. No lo entiendo. Somos un solo pueblo y deberíamos vernos así.
- Una última pregunta, más ligera: si pudieras escuchar a un solo artista o un solo género musical por el resto de su vida, ¿cuál elegirías?
- Es muy difícil, porque no creo en las categorías dentro del arte o de la música: todo es uno. Pero si tuviera que elegir, sería la música folk.
14 de octubre - 20:30h
Teatro Coliseo - Marcelo T. de Alvear 1125
Entradas en Ticketek Argentina y boletería del Teatro