Ni derrota ni olvido: a cinco años de la guerra de los 44 días, Artsaj volverá con su pueblo

27 de septiembre de 2025

El 27 de septiembre de 2020, Azerbaiyán, con el respaldo directo de Turquía y mercenarios extranjeros, lanzó la guerra de los 44 días contra Artsaj. Fue un ataque planificado, desproporcionado, concebido no sólo para ocupar territorios sino para quebrar la voluntad de un pueblo. Cuarenta y cuatro días de fuego y sangre que dejaron miles de mártires armenios, familias desgarradas, hogares destruidos. Cuarenta y cuatro días que aún laten como una herida abierta en la conciencia de nuestra nación.

Ese crimen no terminó con la firma de un alto el fuego. Continuó con el bloqueo genocida de 2023, que sofocó a Artsaj en el hambre y en el aislamiento, hasta forzar la deportación de más de 120.000 armenios. La limpieza étnica se consumó ante los ojos de un mundo que eligió callar, cómplice por omisión. Hoy, Artsaj yace despojado, pero no rendido: su verdadero rostro está en cada desplazado que sueña con volver, en cada tumba de un soldado que entregó la vida por la patria, en cada madre que guarda la llave de la casa perdida.

El derecho al retorno es sagrado. No es una consigna, es una exigencia de justicia. Y los culpables tienen nombres claros: los regímenes de Ankara y Bakú, que reeditan bajo nuevas máscaras el mismo proyecto genocida iniciado en 1915. Frente a ellos, nuestra voz debe ser firme: no olvidamos, no perdonamos, no claudicamos.

Decía Kristapor Mikaelian, uno de los fundadores de la Federación Revolucionaria Armenia: “No hay fuerza capaz de vencer a un pueblo que se aferra a su tierra como a su propia alma”. Esa convicción es hoy la brújula de nuestra causa.

Cinco años después del inicio de la guerra de los 44 días, no conmemoramos una derrota, sino la grandeza de la resistencia. Recordamos a los héroes caídos, honramos la valentía de quienes enfrentaron la maquinaria bélica más brutal, evocamos a las familias que fueron despojadas de su suelo milenario pero no de su dignidad.

Y alzamos la voz, con fuerza y sin temores: la lucha armenia no termina. Nunca ha terminado. No lo hizo en 1915, no lo hará ahora. Porque Artsaj volverá a florecer, y volverá con su gente. Porque la memoria de nuestros mártires nos llama a no bajar los brazos. Porque la justicia puede tardar, pero llega. Y cuando llegue, los valles y montañas de Artsaj volverán a escuchar la lengua, los cantos y las oraciones de su pueblo.

Ese día llegará, porque los verdugos tienen armas, pero nosotros tenemos la historia. Ellos tienen pactos pasajeros, pero nosotros tenemos raíces eternas. Y no hay destierro que pueda arrancar un alma cuando está fundida con su tierra.

Hagop Tabakian
Representante del Comité Central de la FRA-Tashnagtsutiún de Sudamérica

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