Pashinyan juega sus fichas al TRIPP mientras Putin observa y se prepara para las elecciones de 2026 en Armenia

31 de octubre de 2025

Tras la limpieza étnica de Artsaj Rusia perdió influencia en la región, pero se resiste a cederle el terreno a Estados Unidos y Occidente. Las elecciones legislativas de junio próximo son determinantes para el futuro de Armenia. 

A sólo días de que se cumplan cinco años del fin de la feroz Guerra de los 44 días, que costó la vida a más de 4.000 jóvenes armenios -se supone también que otros tantos azeríes- el conflicto de Artsaj está empantanado y con final abierto, salvo en la cabeza del primer ministro Nikol Pashinyan, quien está convencido de estar dando pasos firmes para una paz duradera con Azerbaiyán.

Es cierto que hubo avances en las conversaciones y declaraciones públicas en ese sentido. Pero los mínimos acuerdos logrados siempre avanzaron según el pulso del gobierno de Bakú. De ninguna manera, es un proceso de paz en el que ambos países avancen de modo parejo, negociando y acordando posiciones. 

Un ejemplo práctico de esto es el virtual estancamiento del proceso de delimitación y demarcación de la frontera binacional. Sólo se demarcó donde Azerbaiyán ganaba algún palmo de terreno.

La Guerra de los 44 días en Artsaj finalizó con la firma del Acuerdo Trilateral de cese de las hostilidades entre la Federación Rusa, la República de Armenia y la República de Azerbaiyán el 9 de noviembre de 2020.

Las cláusulas salientes

El acuerdo tenía 9 puntos entre los cuales sobresalía la entrega por parte de los armenios al control azerí de los territorios que cincundaban a la antigua República Autónoma de Nagorno Karabaj durante la época soviética, que tras la guerra 1988-1994, ganada por los armenios, fueron integrados a la República de Artsaj, primero como un “buffer” (zona de seguridad) y luego como parte de la propia república. Esta parte del acuerdo se cumplió en etapas, pero en forma casi inmediata.

Se desplegaron unas 2.000 tropas rusas en la zona, en especial para garantizar la seguridad del corredor de Lachín (Berdzor) de 5 kilómetros de ancho, que debía unir Artsaj con Armenia. El continente de paz ruso tenía mandato por cinco años, que estarían venciendo en noviembre 2025. Pero eso es historia vieja, los hechos reales corrieron por otro lado.

El punto central es que Rusia incumplió su obligación como garante de la paz y así los soldados rusos la vista gorda en noviembre de 2022, cuando Azerbaiyán cortó el corredor y bloqueó durante 10 meses el ingreso de alimentos, medicamentos y por supuesto también armas, pertrechos y equipos a Artsaj, generando una crisis humanitaria de proporciones.

Luego, en septiembre de 2023, las tropas azeríes directamente bombardearon la capital Stepanakert, atacando zonas residenciales y a civiles, y forzando el éxodo de la población a Armenia, en lo que fue calificado por numerosos analistas y hasta por la Corte Penal Internacional de Justicia como un acto de limpieza étnica, considerada por la jurisprudencia internacional como una de las formas del genocidio.

Otro de los puntos que Armenia respetó fue el retiro de sus fuerzas armadas, justamente, ante presencia del contingente de paz ruso. Además, el punto 8 especifica que ambas partes acuerdan el intercambio de prisioneros de guerra, rehenes y otras personas detenidas, así como la recuperación de los cuerpos de los fallecidos.

Rehenes en Bakú

Si bien hubo intercambio de prisioneros, aún quedan en cárceles de Bakú 23 prisioneros armenios, entre ellos los principales líderes políticos de la República de Artsaj, que fueron detenidos en septiembre de 2023 cuando, en el marco de la limpieza étnica, intentaron dejar Artsaj para dirigirse a Armenia. Todos están siendo juzgados en falsos juicios por tribunales militares en Azerbaiyán, acusados de graves delitos para garantizar prolongadas condenas en ese país.

El noveno punto se refiere al desbloqueo de todas las comunicaciones económicas y de transporte en la región, que garantice la el paso entre la parte oriental de Azerbaiyán y la República Autónoma de Najichevan, a través del territorio armenio en la provincia de Syunik. Durante años el presidente de Azerbaiyán, Ilham Aliyev, exigió la apertura de un llamado corredor Zangezur, algo a lo que sistemáticamente se opuso el gobierno de Armenia y que no figura taxativamente en el Acuerdo Trilateral del 9 de noviembre de 2020.

La llegada de Trump

Con la propuesta de construir el TRIPP (Ruta Trump para la Paz y la Prosperidad), la carretera que construirá un consorcio estadounidense y administrará Armenia según sus leyes y normativas, la idea del Corredor Zangezur pierde fuerza. En ese punto, puede decirse, que es el único aspecto en el que parcialmente Armenia puede anotarse un poroto.

El pasado 8 de agosto en el Salón Oval de la Casa Blanca y frente al anfitrión, el presidente Donald Trump, el presidente de Azerbaiyán, Ilham Aliyev, y el propio Nikol Pashinyan se dieron la mano al rubricar el tratado de paz -no lo firmaron formalmente y por tanto el documento no tiene valor legal, por el momento- y hasta rieron efusivamente para las cámaras. En ese momento se terminó de acordar el TRIPP, un corredor de 27 millas a través de territorio armenio.

Pero el centenario conflicto por el control del territorio de Artsaj, habitado durante miles de años por armenios y sólo entregado a los azeríes a través de un acto administrativo del poder soviético en 1921. Se buscó así castigar a los armenios díscolos, que resistían la bolchevización de Armenia. Fue entonces que el territorio fue declarado como República Autónoma de Nagorno Karabaj bajo administración de Azerbaiyán.

Indefinición y cautela 

Pese a las declaraciones públicas favorables al proyecto TRIPP en tanto contribución al establecimiento de la paz entre ambos países, los analistas son cautos a la hora de manifestarse sobre el alcance y la duración del acuerdo de paz.

“Si bien no deben subestimarse las imágenes ni las posibles consecuencias positivas de esto, aún hay muchas incógnitas sobre el significado real de los acuerdos, incluyendo ciertas formulaciones y su interpretación, así como la duración del compromiso de Estados Unidos con la región”, destacó Marina Ohanjanyan, investigadora principal del Instituto Clingendael, con sede en los Países Bajos, en un informe político publicado el 25 de septiembre en The Astana Times, una publicación de Kazajistán.

Ohanjanyan señala que el éxito depende mucho de cómo se definan términos vagos o confusos en el texto de los acuerdos, tales como “conectividad sin trabas”, “beneficios recíprocos” o la cláusula sobre la “inadmisibilidad del uso de la fuerza para la adquisición de territorio”.

Y remató: “La cuestión, entonces, es si Estados Unidos mantendrá un nivel suficiente de atención y esfuerzo en esta región durante un período suficientemente prolongado para garantizar la conclusión del acuerdo de paz y la implementación de ambos acuerdos. Si la atención internacional se desvía, nada sustancial impide que la región vuelva a la inestabilidad y el conflicto”.

En la misma publicación, Nona Shahnazarian, investigadora principal de la Academia Nacional de Ciencias de Ereván, apuntó que “este marco (el TRIPP) margina el papel de mediador de Moscú e introduce a un operador respaldado por Estados Unidos en una arteria crítica del flanco norte de Irán, a lo que Teherán se opone públicamente”.

A esto se suma que “el programa Global Gateway de Bruselas y los préstamos de conectividad en curso afianzan aún más la presencia occidental en materia económica y de seguridad”, declaró Shahnazarian a The Astana Times en un comentario escrito para este artículo.

Elecciones legislativas

En este escenario aparece un factor político de peso en el horizonte. En junio de 2026 en Armenia se celebrarán elecciones parlamentarias, que podrían impactar en la continuidad del oficialismo o un cambio de signo político. 

El escritor y analista británico Thomas De Waal, investigador principal de Carnegie Europe, asegura que Rusia ha perdido influencia en el Cáucaso Sur, pero que está dispuesta a recuperarla o al menos a incidir más que ahora. Es un proceso que desencadenó luego de la limpieza étnica de Artsaj, que generó un sentimiento antirruso en Armenia. 

“Obviamente, un acuerdo de paz bilateral entre Armenia y Azerbaiyán sin rusos en el "corredor de Zangezur" no es favorable para Rusia. Creo que Rusia activará sus intentos de detener este tipo de acuerdo e insistirá en uno más ruso”, escribió en julio pasado en Meduza, un portal de información política de perfil disidente al gobierno de Moscú 

El investigador puntualizó también otro acontecimiento significativo, como es el nombramiento de Sergey Kiriyenko, como primer subjefe de gabinete del Kremlin, quien ha adquirido poderes especiales para tratar no solo con Abjasia, sino también con Armenia. 

“Estamos viendo tácticas más agresivas. Hace unas semanas, en Armenia, Pashinyan informó de un golpe de Estado que involucraba a dos obispos. Y no está claro si solo eran prorrusos o si Rusia estaba detrás de ellos, pero ciertamente hay un elemento ruso en ese complot”, apuntó De Waal.

Y un dato más. “Estamos viendo a Rusia y a personas como Kiriyenko aumentar sus esfuerzos para deshacerse del primer ministro. Y obviamente, el primer ministro tiene elecciones el próximo junio. Y no quiere liberar completamente a Armenia de su dependencia de Rusia, pero ciertamente disminuir la dependencia de Armenia de Rusia. Creo que veremos los esfuerzos rusos para interferir en esas elecciones”, remató.

Carlos Boyadjian

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