Acuerdo de Paz que no la garantiza

En un salón de la Casa Blanca mediáticamente acondicionado el pasado 8 de agosto con la presencia del anfitrión el presidente Donald Trump, Nikol Pashinian Primer Ministro de Armenia e Ilham Aliyev presidente de Azerbaiyán firmaron una serie de documentos bilaterales y trilaterales. Siendo el de mayor trascendencia el Acuerdo sobre el Establecimiento de la Paz y las Relaciones Interestatales entre la República de Azerbaiyán y la República de Armenia, que solo fue inicialado por ambos cancilleres. Entre otros documentos firmados hay un llamamiento conjunto dirigido a la OSCE para disolver al Grupo de Minsk y estructuras relacionadas.
También se firmó la creación de un "corredor" que unirá Azerbaiyán con el enclave de Najicheván atravesando la República de Armenia y que llevará el nombre de Trump Route for International Peace and Prosperity (TRIPP). Invocando la Carta de Naciones Unidas y al Tratado de Almaty de 1991, se firmo otro documento para la construcción de relaciones de buena vecindad sobre la base de la inviolabilidad de las fronteras internacionales y la inadmisibilidad del uso de la fuerza para la ocupación de territorio.
Transcurrido unos días se impone un primer análisis de lo acordado y sus consecuencias. La lectura del Acuerdo deja razonables dudas sobre la sustentabilidad de la paz buscada, dado que Armenia aparece como la perdedora de estos acuerdos que impactaran en el Cáucaso Sur.
Azerbaiyán solo ha inicialado el Acuerdo de Paz exigiendo mayores concesiones de Armenia para su firma (punto 1 del acuerdo). Armenia que hasta ahora se había resistido a dar por finalizada la existencia del Grupo de Minsk de la OSCE accede y junto a Azerbaiyán envían una solicitud de disolución del mismo (punto 2). Armenia cede soberanía en partes estratégicas de su territorio convirtiendo al país en un enclave turco, Azerbaiyán obtiene la “conectividad sin obstáculos” entre su territorio principal y la República Autónoma de Najicheván a través de territorio armenio, será un corredor de tránsito sin control de Armenia (punto 3). Armenia arrienda por 99 años el corredor TRIPP sobre el cual no tendrá ningún tipo de supervisión y que quedará en mano de empresas americanas en un lugar extremadamente sensible con consecuencias geopolíticas impredecibles para el país (punto 4). La apelación a la Carta de las Naciones y al Tratado de Almaty de 1991, es encomiable en el caso de la Carta en tanto y en cuanto sea garante del derecho internacional y los derechos humanos. En cuanto al Tratado de Almaty sobre el cual el gobierno armenio ha construido su narrativa para arribar a estos acuerdos ofrece serias contradicciones con lo realmente ocurrido (punto 5). Es de notar que en ninguno de los documentos acordados se hace mención a Nagorno Karabaj/Artsaj, el derecho al retorno de los armenios a su territorio ancestral, la liberación de los rehenes "juzgados" en Bakú y tampoco a su milenario patrimonio cultural y religioso.
Todo lo que ha dejado Ereván lo ha recogido Bakú, que ha logrado imponer una redacción ambigua e imprecisa en los puntos claves de los acuerdos comprometiendo seriamente futuros reclamos. Ha evitado la incorporación de mecanismos efectivos de control de lo acordado. Y lo más incomprensible es la predisposición de Armenia a retirar de los tribunales internacionales todas las demandas y juicios en marcha.
El 7 de Agosto SOCAR la empresa estatal azerí de combustibles ha firmado un suculento contrato con la americana EXXON, luego de lo cual el presidente Trump levantara por un año la aplicación de la "Section 907" (ley americana) que prohíbe expresamente la venta de armamento a Azerbaiyán, algo difícil de entender en la víspera de la firma de un acuerdo de paz.
De los países de la región la más beneficiada de los acuerdos es Turquía que desde las sombras ejerce férreo tutelaje sobre Azerbaiyán y ahora se apresta a disfrutar de los dividendos que le permitirán ser la mayor fuerza del Cáucaso Sur. Rusia hoy ausente y cediendo, parece desentendida de lo que ocurre allí, si bien esto se contradice con su pasado. Irán, golpeada por la reciente guerra eleva la voz contra el anuncio del "corredor" que modificará la geopolítica de la región y le cortara una ruta vital hacia Occidente.
Sin dudas la más complacida es Estados Unidos que:
a) Encuentra en Turquía y Azerbaiyán los socios ideales para sus proyectos energéticos y de conectividad con el Asia Central.
b) Logra aislar a Rusia.
c) Ofrece a Israel un "mirador" privilegiado desde dónde mirar a Irán. Este escenario tan complejo e inestable cuánto tiempo podrá durar sin estallidos ni guerras que de ahora en más se disputarían sobre territorio armenio.
Para entender mejor el porqué de algunas cosas y bajo qué circunstancias llegan los dirigentes de Armenia y Azerbaiyán a Washington es necesario detenerse un momento sobre ambos. El presidente de Azerbaiyán en el poder desde 2003 en un país conocido por su gas y petróleo, con poco apego al Estado de derecho, por no cumplir las órdenes de la Corte Internacional de Justicia y otros tribunales internaciones, de violar los derechos humanos y la persecución de periodistas y opositores.
El Primer Ministro de Armenia llegó a Washington con 13% de aceptación a su gestión, y una sociedad que considera como máximas amenazas a su seguridad a Azerbaiyán 87%, Turquía 79%, Rusia e Israel 27 % (Datos de International Republican Institute, julio 2025). Ante este cuadro de situación y considerando que lo que estaba en juego involucraría y condicionaría a las generaciones futuras, era esperable que Pashinian convocara a quienes lo precedieron en el cargo, a los líderes de la oposición para informarles de sus planes y procurar establecer políticas de Estado que sirvieran de base al accionar de esas futuras generaciones. Lamentablemente nada de eso ocurrió.
Ing. Mario Nalpatian
Miembro del Consejo Nacional Armenio Mundial
Integrante del Comité de Defensa de los Derechos Fundamentales del Pueblo de Nagorno Karabaj