La pequeña Armenia en Estambul

12 de junio de 2025

Publicado originalmente en el blog de Pablo Bedrossian* —un espacio concebido tanto para informar y formar como para generar opinión— este artículo de su autoría, parte de la serie “Armenios en el mundo”, ofrece un recorrido por las instituciones, los edificios y la resiliente historia de la comunidad armenia en Estambul.
Entre la memoria del genocidio y la fuerza de una identidad que resiste, estos símbolos vivos de una etnia perseguida cobran nueva vida en una ciudad de contrastes.

Todos han oído hablar del genocidio armenio perpetrado por los turcos. La noche del 23 de abril de 1915 comenzó una de las jornadas más terribles del siglo XX. Durante toda esa noche y hasta la madrugada del 24, centenares de líderes de la comunidad armenia fueron secuestrados de sus hogares, puestos bajo arresto en Estambul e inmediatamente trasladados hacia el interior de Turquía, para luego ser, en su mayoría, asesinados. A partir de allí la persecución se extendió a todo el pueblo. Las formas de aniquilación que los turcos utilizaron eran variadas: largas deportaciones donde los indefensos civiles armenios eran expuestos al hambre, la intemperie y las enfermedades, como también torturas, violaciones, horcas, crucifixiones y fusilamientos. Esa carnicería humana se cobró la vida de 1,500,000 de armenios.

Si bien las primeras masacres, en las que fueron asesinados entre 100,000 y 300,000 armenios, ocurrieron entre 1894 y 1896 durante el sultanato de Abdul Hamid II, la cada del Imperio Otomano no terminó ni con el odio ni con la violencia étnica. Los Jóvenes Turcos, una organización integrada por políticos y militares que inicialmente defendía las libertades civiles, reformas constitucionales y secularismo, tras hacerse del poder planificó el exterminio del pueblo armenio; los asesinatos masivos se prolongaron hasta 1923. A partir de esa fecha los pocos sobrevivientes sufrieron la deportación y la expropiación de sus bienes en Estambul. Algunos decidieron cambiar sus apellidos y asimilarse a la sociedad turca sin perder su identidad armenia.

El Premio Nobel turco Orhan Pamuk en su libro “Estambul” describe con toda crudeza un trágico episodio posterior: el pogromo de Estambul acaecido a principios de septiembre de 1955[1]. Se culpó de un falso atentado contra la casa natal del líder de los Jóvenes Turcos y padre de la Turquía moderna, Mustafá Kemal Atatürk, a los griegos ortodoxos, armenios y judíos, contra quienes las hordas turcas descargaron su furia: negocios y casas de armenios fueron saqueados; hubo jóvenes violadas, iglesias incendiadas y tumbas profanadas. Las autoridades solo reconocieron 11 muertos, pero los testigos dieron fe de decenas de muertos y cientos de heridos. Aunque el ataque no fue organizado específicamente contra los armenios, el mensaje era evidente: no había espacio para las minorías cristianas en la Turquía moderna.

En enero de 2007 tuvo lugar en Estambul el asesinato de Hrant Dink, periodista armenio nacido en Turquía, director del influyente diario Agos. El hecho sacudió a la opinión pública mundial y expuso que la indefensión de las minorías en Turquía seguía intacta. Un grupo de policías, en una clara declaración de su desprecio hacia los armenios, posó sonriente junto a su asesino, un joven ultranacionalista llamado Ogün Samast. Investigaciones posteriores revelaron una red de encubrimiento integrada por policías, servicios de inteligencia locales y funcionarios estatales que, sabiendo del plan de asesinato, no hicieron nada para impedirlo.

Bajo ese contexto no es fácil imaginar un centro de actividad armenia en Estambul. Sin embargo, existe y, aunque los turcos definitivamente aborrecen a los armenios, ha sobrevivido a lo largo de décadas.

Los sobrevivientes en Turquía
Hace unos años leímos un libro titulado “Regocijas mi corazón” de Kemal Yalçin, un turco que, fascinado por una profesora de origen armenio que conoció durante sus estudios en Alemania, recorrió su país en busca de sobrevivientes armenios[2]. Es una obra conmovedora que testimonia el ocultamiento forzoso de su verdadera identidad por parte de los escasos descendientes armenios en el interior de Turquía. Basta mencionar que su subtítulo es “Viaje entre los armenios escondidos en Turquía

La pequeña Armenia
Por todo lo expuesto, no sabíamos con qué nos íbamos a encontrar durante nuestra visita a la que fuera la capital del Imperio Romano de Oriente hasta 1453, Constantinopla, hoy Estambul, en nuestra búsqueda de armenios. Logramos identificar algunos puntos de interés y vimos que se concentraba en un muy pequeño espacio al que nosotros denominamos “La Pequeña Armenia”.

El primer lugar que visitamos nos confundió; se trataba de un hermoso edificio antiguo color crema con inscripciones en alfabeto armenio en su fachada. Pensamos que era el patriarcado armenio de Estambul. Allí nos costó encontrar alguien que hablara inglés. Finalmente una señora muy elegante nos explicó que el edificio del patriarcado se encontraba en la otra cuadra y que nos hallábamos en el colegio Bezciyan, una institución educativa armenia de nivel primario y secundario.

Harutyun Amira Bezciyan (para los armenios Harutiun Bezjian, aunque también se lo recuerda como Kazaz Artin) fue un benefactor armenio nacido en Estambul en 1771, quien no solo fundó la escuela que lleva su nombre, sino también donó los terrenos del patriarcado y de la iglesia Surp Asdvadzadzin. Bezciyan fue asesor del sultán Mahmud II (quien rigió los destinos del imperio otomano entre 1808 y 1839) y se desempeñó como director de la Casa de la Moneda. Falleció en 1834.

En la cuadra siguiente hallamos dos edificios armenios: sobre la misma mano, la Iglesia de Surp Asdvadzadzin (Santa Madre de Dios) y enfrente, otro edificio clásico de tres plantas, sede del patriarcado armenio de Estambul. Cuando nos acercamos, un guardia de seguridad nos preguntó a quién buscábamos. Casi no hablaba inglés y, tras hacer un llamado telefónico, con mucha sequedad nos dijo que no nos podían atender. Sin embargo, en ese momento arribó una autoridad eclesiástica que le consultó por nuestra presencia. El guardia le explicó. Sin conocernos y mostrando una gran amabilidad, el hombre que lucía la levita de sacerdote nos invitó a pasar.

No estamos seguros, pero creemos que su nombre era Trdat. Conversamos brevemente acerca de los armenios en Argentina, de los pocos que vivimos en Centroamérica y de la unión espiritual de todos los armenios: cómo, sin conocernos, nos sentimos familia. Era nuestro propósito concertar una entrevista. Lamentablemente el horario que él nos propuso, nosotros ya lo habíamos comprometido. De todos modos, ese momento fue muy especial, sobre todo por ser Estambul un sitio tan significativo en la historia de nuestro pueblo.

Encontramos al salir una columna o pequeño obelisco dedicado a Krikor Ağaton, un político armenio que ofició como ministro de Obras Públicas otomano a mediados del siglo XIX.

Luego, cruzamos la calle y visitamos la iglesia vecina, Surp Asdvadzadzin, que se encuentra resguardada por un muro exterior. Antiguamente iglesia bizantina, en 1641 fue convertida en la iglesia del Patriarcado armenio de Estambul. Es el templo cristiano más grande de la ciudad[3], obviamente sin considerar Santa Sofía, hoy utilizada como mezquita.

El edificio original sufrió varios incendios. El actual fue diseñado por Kirkor Amira Balyan (1764-1831), patriarca de una prominente dinastía de arquitectos armenios que desempeñaron un papel crucial en la arquitectura otomana.

Pudimos visitarla por dentro. Nos impresionó su sobriedad; solo sobresalen su altar dorado y sus colosales arañas centrales.

Finalmente, a unas diez cuadras, fuera de “La Pequeña Armenia” se encuentra la Iglesia Protestante Armenia de Gedikpaşa (de paso, en el camino cruzamos una bella Iglesia Ortodoxa Griega). Teníamos mucho interés de conocer este templo evangélico; como era un jueves, temíamos que pudiera estar cerrado. Al llegar contemplamos su fachada de bloques grises, secciones rosadas y rojo vino, cúpula y rosetón y un par de escaleras que conducían a la entrada principal.

En la entrada había un hombre vendiendo libros. Nos alegró ver que el acceso estaba libre por lo que pudimos entrar sin ninguna restricción.

El interior del templo era sobrio, muy parecido al de las iglesias evangélicas en otras partes del mundo. Encontramos en una oficina a una joven con quien nos presentamos y aprovechamos para preguntarle si era armenia. “Soy iraní -me respondió- aquí también nos reunimos los cristianos iraníes”. Pensar en el sufrimiento y la persecución padecida por los cristianos en su país también nos conmovió.

Desde luego, hay otros sitios armenios en Estambul, pero estos son los más representativos. Al día siguiente tomamos un tour por el barrio de Gálata con un joven guía privado que hablaba español. No tuvo miedo en confesarnos que el actual presidente de Turquía era un dictador y que la gente lo votaba porque durante la campaña se mostraba sumamente religioso. Al preguntarle por los armenios, me dijo “es injusto que nos acusen de un crimen tan horroroso como un genocidio; hubo matanzas pero no fueron tan masivas”. Le dijimos que esa creencia seguramente era fruto de la enseñanza escolar (nótese que en Turquía es delito admitir el genocidio armenio), pero que sería bueno que conociera el otro lado de la historia y las evidencias que lo respaldan. Cuando le preguntamos qué piensan los turcos sobre los armenios, secamente me dijo “no los queremos”.

Acerca del Patrirarcado Armenio de Estambul
Tras la caída de Constantinopla, capital de Imperio Romano de Oriente en 1453, el sultán Mehmet II el Conquistador en 1461 estableció el Patriarcado Armenio de Estambul, otorgándole autoridad religiosa, judicial y hasta civil sobre los armenios del Imperio Otomano[4], pero constituyéndolo también como la institución responsable de los asuntos armenios ante las autoridades.

Durante el genocidio, el patriarcado fue desmantelado temporalmente; el patriarca Zaven Der Yeghiaian, quien intentó interceder por los líderes secuestrados el 24 de abril de 1915, fue exiliado forzosamente en Bagdag al año siguiente por órdenes de las autoridades turcas. Las iglesias armenias fueron destruidas o destinadas a otros usos y obispos, sacerdotes y fieles fueron ejecutados.

El Patriarcado de Estambul fue reestablecido en 1923 con una autoridad muy restringida, controlada por el Estado turco. De unos 2 millones de armenios que vivían en Turquía, hoy quedan solo unos 60,000.

Pablo R. Bedrossian
*Médico Especialista en Cardiología. Máster en Administración y Marketing Estratégico. Máster en Dirección de Empresas (MBA)


REFERENCIAS

[1] Pamuk, Orhan, “Estambul”, Mondadori, 2003 (1ª Ed. en español 2006), p.205

[2] Yalçin, Kemal, “Regocijas mi corazón”, Editorial Armenrías, 2000 (1ª Ed. en español 2007)

[3] Olgar, İnan Kenan (autor) Cangül, Caner (editor), “Iglesia Patriarcal Surp Asdvadzadzin, Kumkapı”, Inventario Cultural Yer, https://kulturenvanteri.com/es/yer/surp-asdvadzadzin-patriklik-kilisesi-kumkap

[4] Este sistema conocido como Millet también se otorgó a otras comunidades


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