Tigrán el Grande, una película sobre el rey que llevó a Armenia a su máxima expansión

Una nueva producción cinematográfica rescata la figura de Tigrán II de Armenia, conocido en la historia como Tigranes el Grande, el monarca que en el siglo I a.C. construyó un imperio que se extendió “de mar a mar” y convirtió a Armenia en una potencia política y cultural.
La película, titulada Tigran the Great (Tigranes el Grande), combina elementos de documental y ficción para narrar las luchas, conquistas y logros del rey armenio, pero también su devoción hacia su pueblo. Tigrán II reinó entre el 95 y el 55 a.C., y fue reconocido en su tiempo como el “Rey de reyes”: unificó territorios desde el Mediterráneo hasta el mar Caspio y se convirtió en símbolo de fuerza, estrategia y esplendor cultural. El film promete revivir en pantalla la gloria, las batallas y el legado de un líder que incluso se enfrentó a Roma y dejó huella en la historia universal.
Con la actuación del reconocido actor Aleksandr Khachatryan, bajo la dirección de Vaga Vardanyan y con producción de Tigran Manasyan y Vahe Hacopian, el proyecto busca ir más allá de la narración histórica: se propone como una celebración de la identidad, la cultura y la memoria armenias.

Sus creadores definen la obra como un homenaje destinado a despertar orgullo en la comunidad armenia y, al mismo tiempo, compartir con el público internacional la riqueza de un pasado que sigue inspirando a generaciones.
El estreno mundial se realizará el 18 de octubre de 2025 en California, en un evento organizado por Armenians Unified.

Rey de reyes (Extracto del libro Breves relatos de una gran historia de Juan Ricardo Yerganian)
La vida de Tigrán el Grande nos es conocida gracias a las crónicas de los romanos. Se trata de testimonios que –como los referidos a Aníbal, Mitrídates y demás rivales de Roma– están repletos de exageraciones. Lúculo, el de la buena vida y rival de Tigrán, no olvida los consejos de su astuto maestro Sila: «En vuestros informes, multiplicad siempre el número de vuestros enemigos y reducid el número de vuestros soldados». Pero la historiografía moderna ha conseguido separar la realidad de la leyenda. Así, también en lo referente a Tigrán, se ha logrado restaurar la verdadera imagen del monarca armenio.
Para ubicarnos en la época de Tigrán es preciso referirnos en primer lugar a los entonces vecinos orientales de Armenia: los partos. Se trata de un pueblo de origen iranio que se había establecido en los confines orientales de Persia hacia el 250 a.C., desde donde extendiéndose hacia el sur y hacia el oeste, crea un poderoso Estado que en su apogeo llega hasta Media Atropatene, Mesopotamia y el norte del Éufrates. Su primer rey, Arsaces (en armenio: Arshak), es el precursor de la dinastía parta de los Arsácidas (Arshakuní), de allí que el Imperio parto sea conocido también como Imperio arsácida, cuya existencia se prolongará durante más de cuatro siglos, hasta el 226 d.C.
La historia de Tigrán comienza con el primer ataque del Imperio parto contra Armenia. El rey Artavazt I –tío de Tigrán el Grande– es vencido luego de cruentos enfrentamientos. Por tal motivo y para garantizar la paz, se ve obligado a dejarles de rehén a su sobrino Tigrán, heredero del trono de Armenia, quien permanece durante años en el palacio real de Partia. A la muerte de su padre (rey Tigrán I, sucesor de su hermano Artavazt I), en el año 95 a.C. se le permite –a sus 45 años– regresar a Armenia para asumir el poder, no sin antes obligarle a ceder territorios del sur del país como fianza.
Al poco tiempo, Tigrán comienza su maratón de conquistas militares y diplomáticas: anexa las contiguas regiones de Sophene (Tzopk) y el sur de la Armenia Menor; crea la mencionada alianza con el vecino reino del Ponto pero mantiene una postura neutral en el conflicto de Mitrídates con Roma. El único «favor» que le hace a su suegro Mitrídates es invadir Capadocia –reino vasallo de Roma y limítrofe con el Ponto y con Armenia– en el año 93 a.C., de donde se retira un año más tarde ante el avance de las tropas de Sila.
Tigrán avanza hacia el sur. El objetivo es sojuzgar el reino de los partos y recuperar los territorios cedidos en fianza. En un hecho sin precedentes para la monarquía parta, el imperio es despojado de sus Estados vasallos más importantes: Tigrán obliga a los soberanos deMedia Atropatene (al noroeste de Irán) y de Gordiena (Kurdistán) a someterse a su autoridad mediante el pago de un tributo anual y la cesión de ejércitos; el mismo destino le espera a Osroena, con capital en Edesa (Urfa) y a Adiabene (región de Mosul, en Irak). Ante este arrollador avance, los partos le conceden a Tigrán el título aqueménida de Rey de reyes, privilegio que hasta ese momento otorgaban sólo a sus monarcas.
Más tarde, el rey armenio se adueña de toda la región septentrional de la rica Mesopotamia. Al norte, le llega el turno a Iberia (actual Georgia) y a la Albania del Cáucaso (Aghvank en armenio, actual Azerbaiyán, poblada en ese entonces por un pueblo no-turanio. No confundirla con la actual Albania, con la cual no tiene relación alguna). Como es su costumbre, Tigrán permite a los reyes de ambos países permanecer en sus tronos con la condición de que acepten su supremacía.
Por último, Tigrán avanza sobre Gugark (actual región de Lorí en el norte de Armenia), ocupa Ajalkalak (actualmente en Georgia) y la región de Paitakarán (hoy Azerbaiyán) en la unión de los ríos Kura y Arax, adyacente al mar Caspio. Hacia el año 83 a.C. se vuelca sobre Siria y Cilicia. Se adueña de Antioquía, la rica capital del Imperio seléucida (herederos de Alejandro Magno) que permanecerá en su poder durante catorce años.
Tigrán consolida su imperio en una época en la cual Roma está enfrascada en la guerra civil entre Mario y Sila. Pero su avance sobre los intereses romanos en Capadocia y Cilicia y sus vínculos con Mitrídates serán vistos como una amenaza. Hagop Manandián, eminente historiador, filólogo y antiguo miembro de la Academia de Ciencias de Armenia, opina que «cualesquiera que fueran las relaciones con su suegro, Tigrán no estuvo involucrado en la Primera Guerra Mitridática del 88-85 a. C., como se ha argumentado habitualmente, y aparentemente buscó evitar una confrontación directa con los romanos durante la primera mitad de su reinado».
Tigrán el Grande logra que Armenia alcance su máxima extensión territorial a lo largo de la historia. La lleva a la cúspide de su poder, convirtiéndola en la mayor potencia de Oriente. Y eso le significará, aunque no lo quiera, problemas con el Imperio romano.
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