Zangi, la app armenia de mensajería que seduce al crimen organizado

30 de julio de 2025

En un mundo donde WhatsApp y Telegram monopolizan las comunicaciones cotidianas (y en menor medida Viber), surgió en silencio una plataforma que rompe con todas las reglas de la mensajería: Zangi , que en armenio significa “llamada”.

De origen armenio pero con sede en Silicon Valley, esta aplicación de llamadas y chat instantáneo captó la atención de perfiles tan variados como integrantes de redes criminales y gobiernos en busca de la incógnita.

A diferencia de otras aplicaciones que guardan todo lo que hacemos, mensajes, llamadas, fotos o ubicaciones, Zangi no conserva ningún dato en sus servidores. Actúa únicamente como un conducto: lo que se envía viaja directamente de un teléfono al del contacto receptor sin detenerse ni almacenarse en ninguna parte.

Según Vahram Martirosyan, director ejecutivo de Zangi, esto trae tres ventajas clave. Primero, es imposible de rastrear por gobiernos: “Como no tenemos datos, nadie puede exigirnos información que no existe”. Segundo, reducir costos y mantenimiento: “Sin bases de datos gigantes, evitamos gastos enormes en servidores”. Y tercero, no interesa a los hackers: “Si entran en nuestro sistema, no encontrarán nada que robar”.

Zangi utiliza un cifrado muy sólido que, según sus creadores, resiste intentos de espionaje digital. Además, no pide número de teléfono: al registrarse se recibe un código único de 12 dígitos como para identificación. Ni mensajes, ni fotos, ni registros de llamadas quedan almacenados: en cuanto se borra algo, desaparece para siempre.

Aunque nació pensando en ejecutivos y periodistas, Zangi lleva al menos un año apareciendo en causas de crimen organizado en América Latina. Analistas señalan que su bajo consumo de datos y su negativa a recopilar cualquier metadato lo convirtió en la alternativa perfecta a Telegram y servicios de mensajería “cerrados”.

Whatsapp, Telegram, Viber y Zangi

La primera gran pista del uso criminal de Zangi llegó desde Venezuela, donde el Tren de Aragua, un grupo que nació tras las rejas y hoy opera en varios países, la adoptó para coordinar sus actividades sin dejar rastro. Poco después, en Rosario, los investigadores detectaron que la banda de “Los Menores” también usaba exclusivamente Zangi para negociar “protecciones” y planear emboscadas.

“Zangi elimina cualquier punto de control al que estemos acostumbrados: no hay registros, no hay copias de seguridad y su cifrado impide escuchas”, explica un perito en telecomunicaciones. “Para un delincuente, es ideal; para un investigador, un laberinto sin salida”.

El interés por Zangi no se limita al hampa. En Suecia, algunas investigaciones apuntan a que células vinculadas al terrorismo que lo usaron para reclutar adolescentes en misiones clandestinas; en Ecuador, una red de corrupción la empleó para coordinar sobornos contra la Justicia; y en Colombia, un capo narco se ocultó durante meses gracias a ella tras fugarse de una comisaría.  

El Caso ByLock
Algo similar ocurrió en Turquía con ByLock, una app de mensajería cifrada lanzada en 2014 que se hizo conocida por ser utilizada por miembros del Movimiento Gülen. La aplicación, que permitía a los usuarios comunicarse de forma privada, se utilizó durante el intento de golpe de Estado en Turquía de 2016 y fue considerada por las autoridades turcas como una prueba clave de la pertenencia al Movimiento señalado como Organización Terrorista Fethullah -FETÖ. A partir de 2016, el gobierno turco acusó de terrorismo a cualquiera que tuviera la aplicación de mensajería ByLock en sus celulares.

 

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