A 100 años de la primera rebelión popular contra la Unión Soviética
El 18 de febrero de 1921, a menos de 80 días de producirse la sovietización de Armenia, el pueblo armenio realizó un levantamiento instintivo expulsando al gobierno bolchevique que instauró un irrespirable ambiente de terror en el país luego de la entrega del poder por parte del último gobierno democrático el 2 de diciembre de 1920.
Fue la primera revolución popular en la Unión Soviética, un hecho notable no solo en la historia armenia, sino también en la historia universal. El avance de la sovietización del Cáucaso y los acuerdos turco-bolcheviques hacían prácticamente inviable la existencia de la República de Armenia que había quedado acorralada en medio de un juego de tenazas.
Es a partir de esa realidad que el gobierno de Armenia llega a un acuerdo con Legran, el representante plenipotenciario de Moscú, y se firma un Acta de entrega del gobierno y la conformación de un Comité Militar-Revolucionario que debía presidir el General Tro hasta la instauración del Comité Revolucionario que estaría integrado por comunistas. Una vez instalado el Comité en Ereván el Acta firmada fue ignorado, el General Tro fue desterrado a Moscú y en Armenia se instaló un régimen de terror y de injusticias que no había conocido ni en las más duras épocas de la tiranía zarista.
El levantamiento se inició en la noche del 16 de febrero cuando grupos de jinetes del monte Arakadz, bajo el comando general de Mushegh de Sasún, ocuparon Echmiadzin y se pusieron en contacto con otras fuerzas populares liberando distintas regiones de Armenia al mismo tiempo para asegurar la victoria. El pueblo reclamó a la FRA-Tashnagtsutiún que se pusiera a la cabeza de la rebelión que se estaba gestando desde el interior.
En el amanecer del 18 de febrero se inició el ataque generalizado contra Ereván desde distintos flancos. Las fuerzas del gobierno comunista ofrecieron resistencia pero ante la ofensiva de los hombres al mando del coronel Guró Tarjanian y Mardirós debieron ceder y los dirigentes depuestos huyeron hacia Najichevan con el dinero del tesoro nacional e innumerables municiones.
La cárcel de Ereván fue tomada por los rebeldes que liberaron a numerosos intelectuales, estadistas y políticos de la talla de Hamazasb Ohanchanian primer ministro de la República y figura central del Buró de la FRA; Hovannes Kachaznuní, quien también ejerció el cargo de Primer Ministro durante la República de Armenia; Levón Sant, dramaturgo, novelista y poeta armenio fundador de la Hamazkaín; Avedik Sahaguian, presidente del Parlamento de Armenia, Nigol Aghpalian; Ministro de Educación del gobierno de la República de Armenia y fundador de la Universidad Estatal de Armenia, entre otros.
Se comprobó que en la noche anterior, por orden y participación del dirigente comunista Avis Nurichanian, se organizaron ejecuciones masivas a tiros, incluso a hachazos para lo cual utilizaron mano de obra azerbaiyana, contra numerosos funcionarios del anterior gobierno y héroes de la lucha por la independencia de 1918. Era evidente que el régimen bolchevique encabezado por Gasian había iniciado una cruenta represión orientada fundamentalmente contra la FRA-Tashnagtsutiún y sus miembros con métodos que harían recordar a los puestos en práctica anteriormente por Talaat y Enver en el Imperio Otomano.
El triunfo de la rebelión se festejó en las calles entonando el Himno Nacional Armenio “Mer Hairenik” y con la bandera tricolor en los frentes de los edificios, símbolos que habían sido reemplazados por la bandera roja y el himno de la internacional comunista. Al día siguiente comenzó a publicarse el diario “Azad Hayasdán” (Armenia Libre) del cual se editaron 36 números.
Con el triunfo del levantamiento se constituyó un gobierno de emergencia denominado Comité de Salvación de la Patria que fue presidio por Simón Vratsian, el último primer ministro del República, quien logró mantener su gobierno hasta el 2 de abril de ese mismo año. En pocos días el país volvió a funcionar dentro de los cauces naturales aunque con graves dificultades debido más que nada a la escasez de alimentos y de los artículos de primera necesidad para los ciudadanos.
Hubo varios intentos de retomar el poder por parte de los comunistas armenios todos rechazados por las fuerzas populares pero el 2 de abril de 1921 la superioridad numérica del Ejército Rojo que pasó a la ofensiva desde Najichevan y Azerbaiyán pudo imponerse poniendo fin al gobierno del Comité de Salvación de la Patria liderado por Vratsian quienes pasaron a Zanguezur donde se había formado un gobierno autónomo en la República de Armenia Montañosa liderado por Karekin Nshteh quien resguardó la región de Syunik para no ser cedida a Azerbaiyán como Artsaj y Najichevan.
Una de las consecuencias positivas del levantamiento popular del 18 de febrero de 1921 fue que el nuevo gobierno comunista (Heghkom) se mostró más prudente, equilibrado y tolerante con el pueblo de Armenia siguiendo consejos del mismísimo Lenin.
Reflexiones que surgen de esta efeméride
Armen Avakian del Gomidé Antranik de la ciudad de Córdoba sostuvo que a su entender “el gobierno de Vratsian fue efímero pero no obstante dejó sentadas las bases sobre las cuales amplios sectores de la diáspora armenia y de la población de Armenia Soviética lograron mantener y fortalecer el ideario de la Armenia Libre, Unida e Independiente que hasta hoy es la síntesis de la vocación de independencia, soberanía e igualdad de los armenios del mundo”.
Por su parte, Hagop Tabakian, presidente del Consejo Nacional Armenio de Sudamérica agregó que “la revolución de febrero de 1921 fue la culminación de tres décadas de luchas por la liberación. La imagen final de la sovietización y la pérdida de la independencia quedó para muchos de esa generación como la oportunidad perdida. Sin embargo, esa rebeldía, esa búsqueda de la concreción de los anhelos de un pueblo encendido ante una larga opresión quedó reflejada también y estará presente a pesar de los golpes de las contingencias históricas y políticas”.
Para Hagop Boyadjian, integrante del cuerpo coral y solista del SODRE, Teatro estatal de Montevideo y un apasionado lector de la historia armenia, “el levantamiento de febrero de 1921 fue casi obra del milagro”. Y añadió: “nuestro pueblo que había pasado por un genocidio, había combatido por tres años y conquistado su libertad luego de enfrentar miseria y enfermedades en el breve período de independencia ahora era reprimido y ultrajado por quienes predicaban la hermandad de los pueblos. Los atropellos y las muertes que se sucedían a diario colmaron el vaso y dieron lugar al levantamiento”.
En cuanto al rol de Rusia y de Turquía en ese momento tan particular para Tabakian y Avakian, a 100 años de aquellos acontecimientos, la historia se repite en la actualidad. “Se ve claramente en el reparto del poder regional”, dice Hagop Tabakian. “El accionar turco y el consentimiento ruso convergen en pérdidas territoriales armenias tanto ayer como hoy”.
En el mismo sentido, Avakian sostiene que desde finales de la Primera Guerra Mundial Turquía y Rusia lograron entendimientos devenidos luego en acuerdos y el Cáucaso fue una parte de esos acuerdos que incluyeron sesión de territorios por parte de los bolcheviques a Turquía y a Azerbaiyán soviética. Aunque los turcos ignoraron dichos acuerdos el daño para Armenia ya estaba hecho” y aseveró que “la historia se repite hoy”.
Hagop Boyadjian ahonda un poco más y sostiene que “desde tiempos remotos nuestra historia está signada por la traición. Desde los príncipes y nobles que se vendían o vendían la nación a los persas, hasta los traidores que delataban a nuestros fedaís al gobierno turco, ese lado oscuro siempre estuvo presente en nuestro pueblo”, dijo para finalizar Boyadjian quien acaba de terminar la traducción extensos extractos de los tomos de Memorias de un fedaí de Rupén Ter Minassian.
“Hoy sin dudas estamos viviendo las consecuencias de un acto de traición a la patria que puso a nuestro pueblo en una gravísima situación, afectando su integridad territorial y aun no sabemos qué final tendrá. Lo que más me afecta es que una parte de la nación justifica o aprueba lo que se ha hecho. Con las acciones de Pashinyan hemos retrocedido cien años y hemos firmado otro Tratado de Kars”, concluyó Boyadjian haciendo referencia al Tratado que dejó de lado toda aspiración territorial armenia.
Sobre el destino de la FRA-Tashnagtsutiún y de su ideario político luego del aplastamiento de la revolución de febrero de 1921, Armen Avakian respondió que “el fin de la rebelión no puso fin al trabajo de la FRA-Tashnagtsutiún en Armenia ya que su actividad se extendió en la clandestinidad hasta mediados de la década del ´30, fecha en la que el partido anunció oficialmente el fin de sus actividades en Armenia”.
“A 131 años de su creación el aporte más importante del tashnagtsutiún al pueblo armenio fue y es su inquebrantable vocación por la construcción de una República independiente, libre, unida y socialmente justa; la lucha por la recuperación de sus territorios históricos y la reparación y condena del Genocidio Armenio. La FRA-Tashnagtsutiún resistió ataques de poderosos enemigos externos e internos que han desaparecido o han mutado en sus formas y apariencias, no obstante el Tashnagtsutiún sigue vigente y sus ideales son compartidos por la inmensa mayoría del pueblo armenio”, concluyó Avakian.
“La marca de la resistencia quedo sellada a fuego en el seno de cada comunidad que emergió en los distintos puntos del nuevo mapa de la armenidad en las que la FRA tuvo activa presencia. Esa energía que brindo la fuerza para al Movimiento de Liberación de Artsaj y de Armenia entre 1988 y 1991, y que seguramente se reinventara luego de los últimos acontecimientos sufridos, será la guía para escribir un nuevo capítulo en la historia del pueblo armenio” afirmó Hagop Tabakian por su parte.
Comunicado del Consejo Supremo de la FRA-Tashnagtsutiún de Armenia
En el día de hoy, el Consejo Supremo de la FRA-Tashnagtsutiún de Armenia emitió un comunicado en el que recordó que fue un momento en el que el ejército turco todavía estaba en el pequeño territorio de la patria, y Azerbaiyán estaba tratando de apoderarse finalmente de Artsaj, Najicheván para capturar Zangezur, la principal preocupación de la fuerza antinacional estaba preocupada por la persecución militar de los integrantes del ex gobierno armenio que luchó por la libertad de la patria.
Más adelante el Consejo Supremo de la FRA-Tashnagtustiún de Armenia aseguró que la gesta que tuvo importantes lecciones históricas e hizo una referencia al particular momento en el que está viviendo Armenia: “Creemos que el pueblo armenio puede soportar muchas pruebas, pero es imposible privarlo permanentemente del espíritu de lucha, la voluntad de sacudir montañas de libertad y dignidad. Estamos seguros de que estos días crueles también serán superados y que juntos construiremos nuestro futuro orgulloso y seguro”.
El Tratado de Sèvres dejado de lado
En el año 1920 Armenia era un estado independiente, reconocido de facto y de jure, con representación diplomática ante numerosos países. El mundo seguía el resurgimiento y la organización como estado soberano de la nación armenia, sobre la que tenía referencias especialmente a través de su largo martirio bajo el yugo otomano y la opresión zarista.
El Tratado de Sèvres, firmado el 10 de agosto de 1920 entre las potencias aliadas, Armenia, Turquía y las demás naciones dominadas por ésta, fue el resultado de la perseverante gestión de la incipiente diplomacia armenia e hizo justicia en el consenso de la opinión pública internacional.
Pero fue precisamente ese documento, que aseguraba la soberanía del pueblo armenio sobre una extensión territorial de 163.000 km2, el que motivó la creciente hostilidad de las potencias que durante los últimos siglos habían impuesto su hegemonía en Armenia: Turquía y Rusia.
El movimiento kemalista, surgido en Turquía para restaurar su antiguo poderío, y la Rusia Soviética, que pretendió utilizarlo para la expansión del comunismo, al atacar y avasallar a la República de Armenia, coincidieron en exigir como primera condición de los respectivos armisticios la renuncias del Tratado de Sèvres.
El 2 de diciembre, mismo día en el que se entregó el gobierno democrático, Alexander Jatisian firmaba el tratado de Alexandropol en nombre de un estado que ya no existía. Por este Tratado, Armenia cesaba de existir como estado independiente, a la vez que renunciaba al Tratado de Sévres y al derecho de poseer un ejército. Las humillantes condiciones del Tratado prácticamente convertían a Armenia en una provincia bajo el control turco.
Armenia soviética no reconoció el tratado de Alexandropol. El 13 de octubre de 1921 se firmó un nuevo tratado en Kars entre Turquía y las tres repúblicas caucásicas soviéticas: Armenia, Georgia y Azerbaiyán.
El tratado de Kars era la repetición del tratado ruso-turco de Moscú firmado en marzo de 1921. Éste, desde el punto de vista territorial, era tan desfavorable para Armenia como el tratado de Alexandropol.
*Textos del recuadro: Revolución en Armenia, Librería Editorial Armenia, Buenos Aires 1971 y 100 años, 100 historias, Bedrós Hadjian, Ediciones Buenos Aires, Buenos Aires 2001.