Abril 25
Día después para Hijos del Genocidio.
Cien años.
El tiempo giró.
Y si uno no gira, se cae.
La vida, como el agua, siempre encuentra por donde seguir.
El tiempo giró, no sin dolor, no sin gritos mudos. No sin rojo sobre negro. No sin despertares con ausencias.
Cien años.
Y aprender a amasar el polvo con las lágrimas.
Así, con ese adobe de dolor y esperanza, reconstruir nuestra casa, sobrevolando el viento, haciendo pie en cada continente, anclando el nombre de Haik en todo el planeta.
Un enorme hormiguero con su epicentro en el Monte Ararat.
El tiempo giró y ya el luto devino en Lucha, la Lucha en Vida y la Vida en Deseo, en Acción, en Alegría.
Ahora, Hijos del Genocidio devienen Hijos de Haig, como antaño, como siempre, pero multiplicados en número y en diversidad, enriquecidos, reposicionados en la Tierra, trenzando lazos en todas las direcciones, constituyendo una red de identidad tan amplia y revitalizada, como para refundar nuestra milenaria Nación.
Como el agua, los Hijos de Haik, abrimos caminos. Y caminamos.
Cien años.
Los colores cambiaron.
La Raíz, no.
Y la Vida florece.
Rubén Dorumian
Prof. de Cultura Armenia y Arte