Américo Tatian: “Argentinos y armenios estamos ligados por el tango”
Hijo de armenios, oriundo de Córdoba, médico, y conductor, desde hace 28 años, de “La ciudad donde vivimos”, el programa radial sobre tango más escuchado en su provincia natal. Américo Tatian habló con el diario Armenia acerca de su historia familiar, su pasión y la clave para cautivar a su audiencia.
Cada día amanece temprano para Américo Tatian. Comienza la mañana con su infaltable café negro mientras lee el diario de punta a punta y fuma escandalosamente. Durante tres horas se dedica a preparar el programa de la jornada que va por Universidad 580, de lunes a viernes de 19 a 20, y los domingos de 12 a 14. “La ciudad donde vivimos” ya es un clásico de Córdoba y sus alrededores con una permanencia ininterrumpida desde hace 28 años.
“Tengo un programa controversial, porque no paso las cosas que no me gustan”, dispara este armenio de 77 años. “A mí me gusta Troilo, Pugliese, Piazzola, y las cosas que no me gustan no las paso. A la gente se le ofrece mucha basura en todos los ámbitos de la vida. Mi programa es considerado como un programa que se detiene en los detalles, que es didáctico, que enseña”, asegura. Y esta parece ser la clave del éxito sostenido de este ciclo histórico que va por la radio de la Universidad Nacional de Córdoba, institución en la que Tatian se graduó de la carrera de Medicina.
“Me decidí por la medicina -dice el armenio cordobés- porque iba de la mano de ideas que yo tenía de la sociedad, de la vida, de la política. Hace unos años dejé de ejercer porque las condiciones en las que se ejerce la medicina hoy no son para las que yo me preparé. El capitalismo salvaje la convirtió más en un negocio que otra cosa”, asegura. Sus convicciones son fuertes y son las que lo guiaron siempre tanto en el terreno personal como profesional.
“Fui miembro de la Federación Universitaria de Córdoba -continúa- y en el 76, cuando era docente, fui expulsado de la universidad por mi activa participación en el movimiento estudiantil. También estuve afiliado a la Juventud Comunista de la que luego me fui por cosas que estaban pasando con las que no empatizaba. Fui un militante de fierro, pero desde ahí no tuve más militancia política partidaria aunque siempre tuve una posición tomada. Me gusta estar donde la gente humilde”, dice.
Desde pequeño, cuando todavía no imaginaba su profesión, estudió violín y acordeón a piano junto a su hermano gemelo y se enamoró del tango. “Mis padres querían que estudiáramos música. Los dos fueron sobrevivientes de la masacre, por lo que mi padre, un artesano sastre, nunca fue a la escuela y mi madre fue hasta quinto grado, pero siempre tuvieron afición por las artes. Dirigían grupos de teatro vocacionales dentro de la colectividad, mi padre escribía poesía y sobre temas políticos en los diarios de la comunidad”, relata.
Pero más allá del amor por la música, sus padres quisieron que ambos tuvieran una profesión y Américo fue el primero en llevarles un título universitario. Se dedicó toda su vida a ejercer la profesión con especialización en neumología y enfocado en la atención de enfermos de tuberculosis. Se casó dos veces y tuvo a María Eugenia, que le dio dos nietos, y a Gregorio. En paralelo un día decidió retomar esa pasión que le recordaba a la infancia y, así, nació “La ciudad donde vivimos”, en noviembre de 1986, el programa de tango más escuchado de Córdoba. Aunque también tiene audiencia cautiva en las provincias limítrofes: “Me han mandado mensajes hasta de El impenetrable en Chaco, así como de Entre Ríos y Santa Fe”, cuenta Tatian.
“Me deja una gran satisfacción este programa. El tango es un barril sin fondo, es la gran construcción cultural del pueblo argentino. Uno siempre está aprendiendo y descubriendo cosas”, dice con orgullo. Y este eterno descubrir es lo que también valoran sus oyentes: el médico devenido en conductor se esmera por encontrar datos interesantes, conocer a fondo la historia de los autores que selecciona para su programa y estar inmerso en ese mundo arrabalero que lo atrapa. “No muchos recuerdan que en 1931 llegó a la Argentina una orquesta cuyo director era Krikor Kalikian, que se había hecho amigo de Gardel cuando cantaba en el Mediterráneo. Entonces, durante su visita, convenció a Gardel de que grabara temas cantados en francés con su orquesta”, cuenta.
No le cuesta hacer memoria ni desenvolverse con las palabras. Sin dudas su verdadera vocación le llegó con los años. Emocionado recuerda una anécdota: En 1965, durante su único viaje a Armenia, en el aeropuerto de Moscú, Tatian escuchó a una viejita pedirle a un soldado que estaba cantando que entonase “una de esas canciones hermosas tristes que tenemos los armenios”. Y ahí, al armenio cordobés, de repente, se le dibujó el mapa completo de su ADN. Entendió todo. Su amor por el tango, aquella dulce melancolía, las palabras en armenio que todavía escuchaba resonar de boca de sus padres.
“Muchos de los tangos y canciones armenias están hechas en tonos menores que hablan de la nostalgia, melancolía, lo cual no quiere decir que no haya cosas alegres también, pero es lo que predomina y eso nos liga a los armenios, al tango, a Gardel”, se apasiona. Tal es así que cada 24 de Abril en “La ciudad donde vivimos” se escucha al máximo exponente del tango cantando en francés acompañado por la orquesta de Kalikian.
Entrevista de Luciana Aghazarian