Ani, del esplendor Pakraduní hace un milenio al abandono total en Turquía

05 de enero de 2024

Conocida como la ciudad de las 1001 iglesias hoy la ciudadela y la fortaleza no son más que escombros y paredes a punto de derrumbarse. Pero el gobierno turco intenta mostrar al turismo una supuesta amalgama de culturas.

Desde tiempos inmemoriales la ciudad de Ani fue habitada por armenios, al punto que fue una de las doce capitales históricas que tuvo Armenia, y que están representadas en el emblemático campanario del monumento que evoca la epopeya de Sardarabad.

Pero como suele decirse, pasaron cosas. Y no cualquier cosa. Pasaron por ahí turcos selyúcidas y otomanos, que no dejaron piedra sobre piedra.

Es conocida la frase según la cual por donde pasaba Atila, el rey de los hunos, ya no crecería el pasto. Algo de eso debe haberles quedado en el ADN a los turcos de su antepasado más remoto, originado en aquella época en la que todavía eran nómades en el Asia Central.

En la actualidad Ani, situada en la provincia de Kars en la parte oriental de Turquía, a sólo kilómetros de la frontera con Armenia, es una ciudad en ruinas. Los guías de turismo turcos llevan contingentes de todas partes del mundo y les cuentan que allí convivían en paz armenios y turcos, lo que se refleja en vestigios de iglesias medievales y presencia de mezquitas.

Presentada como un sitio de incalculable valor arqueológico y punto de encuentro multicultural, en el que también hablan de la influencia kurda y georgiana, el objetivo es “bajarle el precio” al pasado armenio. Incluso mencionan períodos de dominación romana y persa.

Pero hay algo que desmiente todo el relato del gobierno turco, y es que los armenios fueron los primeros en estar en ese sitio, hasta que surgió el dominio turco y se consolidó tras la Batalla de Manazkert o Manzikert en 1071, que marcó el comienzo de la avanzada otomana sobre Anatolia hasta llegar a Constantinopla en 1453.

Pasado de esplendor

Gracias a la construcción del expreso ferroviario que va de Ankara a Kars, pasando por Erzerum, la región empezó a recibir turistas extranjeros en los últimos años, mucho más después de que en 2016 la UNESCO nombró a Ani como Sitio de Patrimonio Mundial.

No es para menos. Ya en el siglo X Ani tenía una población estimada en unas 100.000 personas, casi exclusivamente de etnia armenia, que vivían al interior de la ciudad fortificada, que se había transformado en una urbe que competía en influencia y esplendor con Constantinopla, capital del Imperio Bizantino, Bagdad y El Cairo.

La ciudad de Ani fue designada como capital del reino Pakraduní (Bagrátida) en el año 961 por el rey Ashot III y mantuvo su poder regional hasta el siglo XI.El monarca mejoró las fortificaciones de la ciudad que databan del siglo V, con lo que Ani se transformó en un sitio único para mostrar el avanzado arte arquitectónico de la Armenia cristiana.

Para aquella época fue también un importante centro comercial, enclavado en la Ruta de la Seda, por la que pasaban mercaderes desde Europa hasta la India y Lejano Oriente, y en sentido contrario.

En el año 992 su importancia como centro urbanístico era tal que el Katolicosado Armenio movió su sede a Ani. A comienzos del siglo XI había en la ciudad 12 obispos, 40 monjes y unos 500 curas párrocos.

Los guías de turismo no ocultan su pasado armenio pero lo relativizan, y mencionan la existencia de numerosas iglesias armenias, cosa que por otra parte es evidente, ya que sus restos están a la vista. Pero explican la despoblación de la zona como resultado de sucesivos terremotos -seguramente ocurrieron- a partir del siglo XIV.

Nada dicen, sin embargo, de persecuciones y saqueos de turcos hacia los armenios, mucho antes de eso, como resultado de las cuales terminó cayendo la dinastía Pakraduní, que reinó entre 880 y 1045, en un territorio que se extendía por la histórica provincia de Vaspuragán, la provincia de Van, toda la República de Armenia actual y los territorios de Najichevan y Artsaj.

Lo que hay que ver

En el circuito turístico actualmente se incluyen algunos íconos como la impresionante Iglesia San Gregorio El Iluminador, construida en 1215 y todavía con sus sorprendentes frescos en su interior, lo que da la pauta de que los armenios seguían residiendo en la zona incluso después del fin de la dinastía Pakraduní.

Un informe de National Geographic asegura que la catedral de Ani “fue terminada en el año 1001 por el arquitecto Trdat, quien también reconstruyó la cúpula dañada de la Catedral de Santa Sofía en Constantinopla”.

Y agrega un dato revelador: “Su bóveda de crucería no se vería en las catedrales europeas hasta al menos dos siglos después. Durante el saqueo de Ani por los selyúcidas en 1064, se convirtió en mezquita, pero volvió al uso cristiano en 1124. Su cúpula fue destruida en el terremoto de 1319”.

Tras el saqueo de los turcos selyúcidas en 1064 a manos del sultán Arp Arslán, siguió el dominio de musulmanes de la dinastía Shaddadid, bajo cuya presencia se construyó la mezquita de Manuchihr, otra de las joyas arquitectónicas que suelen mostrar los guías turísticos turcos en la actualidad.

En 1199 los príncipes Zakaryan retomaron el control de Ani y alrededor, devolviendo parte de su glorioso pasado. Pero un nuevo saqueo, esta vez en 1237 por parte de los mongoles, fue el comienzo del declive final. Para entonces las rutas comerciales quedaron cortadas y con ellas se debilitó el comercio y la provisión de mercaderías.

En 1319 un terremoto dañó de manera importante la ciudad. Sobrevinieron períodos de dominio persa safávida, y un nuevo ataque de los mongoles en 1380, esta vez bajo el liderazgo de Tamerlán (Leng Timur o Timur El Rengo), que puso a Ani en manos de extranjeros.

Finalmente, en 1579 el Imperio Otomano incorporó oficialmente la ciudad y la región a sus posesiones. Así, “Ani fue abandonada y se convirtió en un pueblo fantasma”, reseña National Geographic. Una situación que se mantiene hasta el día de hoy.

Algunas de sus joyas arquitectónicas en ruinas son la Iglesia Madre o Surp Asdvadzadzín (construida entre 989 y 1001); la Iglesia Surp Arakelóts (1004); Gagkashén o Surp Krikor de Tigran Honents (1010); Surp Krikor Lusavorich (finalizada en 1215); también el Palacio Real y numerosos puentes que cruzaban la ciudad y los ríos internos, construidos en los siglos X y XI.

Y un párrafo aparte para los dos muros de la ciudad, una verdadera fortaleza para su tiempo. Ani tenía dos líneas de defensa. La primera línea de las murallas se construyó entre 963 y 964, bajo el reinado del rey Ashot III.

Por su parte, la segunda línea de murallas fue construida por el rey Smbat (977-989), hijo del rey Gagik I. Las murallas de Smbat tenían 2,5 kilómetros de largo y entre 8 y 10 metros de altura. Además, los muros del norte tenían tres puertas, conocidas como la Puerta del León, la Puerta de Kars y la Puerta de Dvin. Vestigios de un pasado glorioso de la cultura armenia que se resiste a morir.

Carlos Boyadjian

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