Ani: la olvidada capital armenia
Ereván (Daily Sabah).- Recientemente un equipo de buzos, en trabajo conjunto con la Universidad de Yuzuncu Yıl, encontró un castillo hundido en el lago Van. Sin bien no está claro que tan grande habría sido la fortaleza, las ruinas son de casi un kilómetro cuadrado de extensión, las que datan de hace tres mil años, cuando el nivel de agua era muy inferior.
La envidia es normal, pocas personas pueden sentir la sensación de poner pie en un sitio antiguo. Sin embargo, se puede llegar a experimentarse algo similar, viajando en avión hasta Kars, tomando un viaje de dos horas hasta la aldea de Ocaklı y luego ir cuesta arriba. Así se puede encontrar una ciudad perdida totalmente por descubrir.
Ani solía ser la capital de un reino armenio en el Siglo XI. Su riqueza y arquitectura llegaban incluso a rivalizar con la Constantinopla bizantina -hoy en día Estambul-. Con una población de doscientas mil personas en su momento de apogeo, era más grande que Londres y París por ese entonces. Tenía un enorme castillo, almenas, un muro defensivo, mil iglesias, cuarenta puertas y una economía próspera.
Hoy todo lo que queda son sus ruinas abandonadas en el altiplano, un puente de piedra derrumbado al otro lado del río, cúpulas y arcos de un santuario caídas. Todavía está en pie una catedral con paredes sólidas e inscripciones armenias aún visibles, pero la mampostería está expuesta y rota, sin proteger nada, solo el vacío.
Resulta impactante ver la asombrosa arquitectura de piedra de un imperio olvidado, hoy en el medio de la nada sin nadie viviendo, ni siquiera con demasiados turistas recorriéndola. Numerosos relatos de viajeros desde el siglo XIX hasta hoy en día describen esta misma impresión al visitar Ani por primera vez.
“En la orilla vimos basílicas, cúpulas armenias con azulejos y una completa ausencia de personas. Eran las ruinas de la antigua capital armenia Ani, una de las maravillas reales del mundo. Hay cosas que no se pueden describir, no importa cuánto se intente”, escribía Konstantin Paustovski, autor ruso, en 1923.
Por su parte, HFB Lynch, escritor británico y autor de “Armenia: viajes y estudios”, detalló en 1901: “Admiramos estos edificios en la misma condición y forma que lo hicieron sus monarcas hace nueve siglos. Si un sitio como este estuviera en occidente estaría ocupado al menos por una pequeña ciudad o un pueblo. Su soledad está acompañada por creaciones de una cultura que ha desaparecido”.
"En el extremo occidental de esta gran ciudad, en la que ningún ser vivo excepto nosotros parecía respirar, vimos el palacio que alguna vez fue de los reyes de Armenia, y es un edificio digno de la fama de esta antigua capital. Cuanto más examinaba los restos de esta gran capital, mayor era mi admiración por su mampostería firme y acabada. En resumen, la magistral ejecución de los pilares, los bonitos ornamentos y sus detalles arquitectónicos, superaron cualquier cosa que haya visto antes, ya sea en el extranjero o en las catedrales más famosas de Inglaterra ", agregó también el diplomático inglés Sir Robert Ker Porter en 1817.
¿Qué fue entonces lo que ocurrió? Los gobernantes armenios de la ciudad se ganaban la vida con el comercio de la ruta de la Seda: Ani no era una parada natural en el camino, pero sus mercantes eran tan efectivos que logró sacar a los viajeros de las rutas comerciales entre Trebisonda (Trabizon), sobre el Mar Negro, y Persia en el este.
Primero fue poco más que un castillo en una colina. Los reyes bagratíes compraron el castillo y trasladaron su capital desde Kars en los 900. Luego de un siglo de prosperidad, el poder y la reputación de la ciudad crecieron, y contrataron a arquitectos y albañiles para expandir la influencia de la ciudad. Se dijo que tenía más de mil iglesias, las cuales en aquellos días eran los proyectos predilectos de los comerciantes ricos que tenían la generosidad de financiarlas.
Pero la ciudad era demasiado valiosa. Durante los siguientes dos siglos, hubieron muchos cambios de mando. Después de una batalla con un ejército bizantino, su rey Gaguik II fue a Constantinopla a negociar, pero fue rápidamente encarcelado. A cambio de entregar la ciudad, se le dio un palacio en Kayseri como compensación.
Más tarde, la ciudad fue capturada por un ejército de turcos selyúcidas, que no tenían idea de qué hacer con ella, por lo que la vendieron a la dinastía Shaddadid kurda. Los ciudadanos hicieron un llamamiento a los cristianos georgianos en busca de ayuda, y en los años siguientes, la reina Tamar la capturó e instaló un gobierno. Luego fue invadido por los mongoles Kara Koyunlu en 1300, quienes trasladaron la capital armenia a Ereván. Los residentes ya tenían suficiente en ese punto y comenzaron a emigrar a otros lugares. La ciudad se fue convirtiendo en una aldea, habitada por pastores y granjeros, hasta que los bandidos nómadas debilitaron la vida que quedaba en el lugar. Ya para mediados del siglo XIX no quedaba nadie.
Pese a todo, los edificios definitivamente permanecen. La Catedral es un enorme templo de color óxido, construido cuando la ciudad estaba prosperando. Su arquitecto Drdat era tan conocido que fue llamado por los bizantinos para reconstruir la iglesia de Santa Sofía en Constantinopla. Si bien su cúpula se ha derrumbado, la mayor parte de la estructura sigue en pie.
En el interior, los visitantes pueden ver columnas esculpidas, arcos y puertas. Esta catedral tenía una entrada separada para el rey, el patriarca armenio y los laicos. Justo al lado se encuentra la mezquita de Manuhcer, un recordatorio de los ocupantes selyúcidas, la que es un híbrido extraño, ya que los turcos emplearon arquitectos armenios para construir una casa de culto musulmana, destacada también por ser la primera construida en Anatolia.
La Iglesia de San Gregorio también es uno de los lugares a visitar, ya que las pinturas en su interior aún no se han desvanecido por completo, y de hecho está en mejores condiciones que los otros edificios. Por su parte, la cúpula de la Iglesia del Santo Redentor se asoma por encima de las pilas de escombros al azar, pero si se mira al otro lado, se puede ver una vista recortada. Solo la mitad de la iglesia todavía está apoyada en andamios y la otra mitad se cayó hace mucho tiempo. Abajo en la garganta del río, destacan las ruinas de un antiguo puente, cuyas aguas establecen la frontera entre Turquía y Armenia.
Vacía, deteriorada y muy poco visitada, Ani todavía guarda algo de esas estructuras que la habían convertido en una de las principales ciudades de la región, totalmente listas para ser descubiertas nuevamente.