Desde la Madre Patria

Ante emergencias: Karapetian

16 de noviembre de 2016

Karen-KarapetianEl ritmo de la realidad armenia continuó convulsionado con la sacudida de la renuncia del primer ministro Abrahamian luego de las intensas movilizaciones a partir de la toma de la comisaria por parte del grupo opositor “Sasna Dzrer”.

Dejando el camino libre a Serge Sarkissian para la conformación de un nuevo gobierno, se alejaba el presunto culpable de la desaceleración de la economía de los últimos años, la corrupción y las problemáticas sociales. Como si los hilos de este pesado sistema fueran maniobrados exclusivamente por un primer ministro que resultó ser el verdadero títere de esta historia.

Sarkissian se inclinó por esta opción atractiva, al tiempo que clamaba por reformas radicales en la vida política, económica y social. En un ambiente de descontento social hacia su gestión, insistió como nunca antes en un gobierno de acuerdo nacional, con una distribución más amplia del poder y la responsabilidad política.

De este modo, reapareció en escena Karen Karapetian. Karabaghí, matemático y ejecutivo empresarial, se presenta como bombero salvador de incendios de la política armenia de la segunda década del siglo XXI. Sus antecedentes conducen a la victoria de esta nominación. En 2010, Karapetyan fue designado alcalde de Ereván luego del bochornoso episodio protagonizado por Gaguik Beglaryan (hasta el momento alcalde) que lo llevó a su dimisión. Nada muy diferente ocurrió en septiembre, cuando las recientes sublevaciones al régimen y el enfado social llevaron a la renuncia del primer ministro.

El cargo de Karapetyan como ejecutivo de la compañía Gazprom y su larga estadía en Rusia pueden dar lugar a algunos cuestionamientos sobre su posición prorrusa y el camino que tomará Armenia en su relación de dependencia con ese país. Otras críticas pueden cuestionar la idea de un libertador que aparece desde afuera en su caballo blanco pretendiendo asistir a la nación con su espada redentora e indemnizando sus años de ausencia.

Tan pronto como asumió, Karapetian presentó el programa de gobierno con puntos que procuraban recibir aplausos de la población y del interior de cada célula ciudadana que aclamaría “Ahora sí, ¡vamos por buen camino!”. Al poco tiempo consolidó su gabinete e impartió un sinfín de propuestas que llevarían a Armenia a la gloria. Así, la gestión  llegaría justo al lugar donde Sarkissian ansioso esperaría recibir su puesto de primer ministro una vez que el nuevo sistema parlamentario entre en vigor en unos meses más. Así, Karapetyan lleva sobre sus hombros la carga de alcanzar todos los objetivos planteados, o al menos pasar una escoba a la imagen oficial.

Como alcalde, Karapetian intentó erradicar la venta ambulante en la capital, lo que devino en protestas por parte de los afectados. Al parecer, hoy seguiría en la misma dirección, al menos que haya otra interpretación a su anuncio: “La economía armenia no tiene ninguna posibilidad de ser reformada sin una lucha contra la economía de la sombra” (15/09/2016).

Entre sus principios políticos hizo referencia a la dignidad, la mejor calidad de vida para los ciudadanos, la protección, la justicia social y el optimismo hacia el futuro.  Entre sus políticas prioritarias destacó la neutralización de las amenazas a Armenia y Artsaj mediante la construcción de fuertes capacidades militares; la consolidación de instituciones democráticas, el incremento de la confianza en los procesos políticos y la participación activa de la ciudadanía; el aumento de la asistencia social mediante tarifas preferenciales de servicios, subsidios familiares y la optimización del servicio de salud; el fortalecimiento de la economía con inversiones internacionales en Armenia y la eliminación de barreras restrictivas. A su vez, se comprometió a incrementar el nivel de la educación y la ciencia dando énfasis en las áreas de emprendimiento y educación financiera, como así también ciencias naturales, matemáticas y lengua extranjera: las áreas educativas preferenciales para un tecnócrata que pretende abrir aún más las puertas del país hacia el proceso global.

Por otro lado, planea fortalecer la relación con la Diáspora, aprovechando particularmente su potencial empresarial, y fomentar la cooperación internacional y la movilidad juvenil. Según su concepción los contactos culturales y la tolerancia hacia los demás enriquecen nuestra cultura. Además considera como asunto prioritario la participación de jóvenes profesionales en la construcción de la nación y apuesta al cambio en la imagen de los organismos y los funcionarios públicos, quienes no deben comportarse como “soberanos que han heredado sus cargos”, sino brindar servicios a los ciudadanos.

Sus propuestas de reformas aparecieron como el pronóstico de intensas precipitaciones en época de sequía: las esperanzas están de pie pero la incertidumbre acecha. Metas ambiciosas, como el mejoramiento del sistema energético, el énfasis en la infraestructura industrial, la implementación de un programa de viviendas en Gyumrí o el empoderamiento económico de Artsaj, se han presentado otras veces; pero la imagen de Karapetian plantea algunas brechas con sus antecesores en el imaginario colectivo. Desde la población se intensifica la fórmula “más esperanza, más incertidumbre” hacia su figura como representante de la estructura política.

A pesar de estos anuncios optimistas y enérgicos, existen algunas ironías y aspectos paradójicos que merecen atención. Por un lado, mientras Sarkissian prometió reformas económicas y políticas, asignó como responsable a un ejecutivo empresarial cauteloso durante gran parte de su vida.

Por otro lado, mientras el presidente pretende resolver el descontento social, solicita la mano de un idóneo de empresas, bancos y cálculos. Todo indica que la última tendencia en materia política para la resolución de conflictos y creación de representatividades no proviene de la mano de experimentados políticos y militantes, sino de ejecutivos empresariales y magnates financieros.

Beatriz Arslanian*

 

*Licenciada en Comunicación Social. Activa integrante de Unión Juventud Armenia y de la Agrupación Scout Arakadz de Homenetmen, Córdoba. Luego de participar del programa BirthRight Armenia, resolvió regresar a la Madre Patria y radicarse allí.

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