Acción judicial contra Ankara

Aram I: La Iglesia Armenia demanda al Estado Turco

03 de junio de 2015

Aram VehaparMontevideo (Emilio Cárdenas para El Diario).- Un siglo después de haberse cometido el genocidio otomano-turco contra los armenios, Aram I, el líder de los Católicos de la Santa Sede de Cilicia (foto), acaba de iniciar un juicio contra el Estado turco en procura de recuperar la antigua sede de su iglesia, que fuera en su momento confiscada por los turcos. Es un paso que tiene ciertamente sus riesgos, toda vez que si el Estado turco se opone a la demanda, su conflicto con los armenios podría profundizarse.

El mencionado líder religioso armenio ha estado siempre sumamente activo en procura de que el mundo reconozca la existencia del genocidio perpetrado contra los armenios entre 1915 y 1923.

Presumiblemente respondiendo a sus esfuerzos, el Papa Francisco acaba de reconocer formalmente la existencia de ese genocidio. También lo ha hecho recientemente el Parlamento Europeo.

La demanda aludida se instauró ante el Tribunal Constitucional de Turquía y se refiere a un complejo de emblemáticos edificios que fuera edificado a fines del siglo XIII, que incluye una catedral, así como un monasterio, venerados muy particularmente por la comunidad armenia. Cuando esa sede fue confiscada, los religiosos armenios la trasladaron a la ciudad de Antilias, en el Líbano.

No es improbable que si esta primera demanda tiene éxito, la iglesia armenia la continúe con otros reclamos posteriores referidos a las que fueran todas sus propiedades antes del genocidio.

Lo que complica ciertamente la decisión turca en respuesta al planteo judicial armenio.

Por el momento, el Alto Tribunal turco no ha reaccionado, ni formulado manifestaciones. Algunos apuestan a que permanecerá en silencio, por un buen rato. La apuesta es compleja y -más aún- de probanza difícil. Entre otras razones, porque no hay título específico que respalde documentalmente el reclamo, pero que la propiedad objeto de litigio era la sede de la Iglesia armenia está históricamente fuera de toda duda. Es obvio.

Si el tribunal turco rechaza la demanda, por el motivo que fuere, el equipo de abogados que defiende la causa armenia tendría como opción la de llevarla al Tribunal Europeo de Derechos Humanos, cuya jurisdicción sólo se abre en el supuesto de que previamente se hubieran agotado las opciones judiciales domésticas.

Más allá de la audacia, sumada al coraje, que supone haber iniciado la acción judicial comentada, lo cierto es que ella consiste en un reclamo que tiene que ver con el derecho de propiedad.

La acción es, por lo demás, extremadamente cuidadosa en no mezclar su objeto de esa acción con las discusiones que tienen que ver con el genocidio, en sí mismo.

El resultado del esfuerzo jurídico emprendido tiene mucho que ver con la identidad armenia. Si el Tribunal turco rechaza la acción, muchos armenios se sentirán lastimados como consecuencia de ello.

Por esta razón, cualquiera fuera la respuesta judicial turca, seguramente ella será cuidadosamente estructurada de modo de no ofender a nadie, ni edificar barreras para la que es una demorada reconciliación entre armenios y turcos.

La acción judicial no es una provocación. Pero ciertamente tiene sus riesgos. De alguna manera ella obliga al Estado turco a tener que definirse sobre una cuestión que indirectamente tiene que ver con el genocidio.

Porque es difícil pensar que no existe nexo alguno entre las confiscaciones masivas sufridas por los armenios y el horror del largo genocidio cometido en la misma época.

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