El pueblo fronterizo de Tavush en manos de Sahman NGO

Armenia comienza en Berkaber

24 de noviembre de 2017

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Un pequeño jardín costea un lago que divide a Armenia y Azerbaidján. El Jardín de la Paz. Está plagado de árboles de garalok, de los que sólo quedaron hojas que sobrevivieron a la cosecha de septiembre. La producción de este fruto es una de las principales actividades económicas de Berkaber, un pueblo fronterizo ubicado en la provincia de Tavush. Apenas cuatrocientos metros separan el lago Joghaz de Azerbaidján, y en el Jardín de la Paz grupos de niños pasan sus tardes correteando y riendo. Desde allí se divisan puestos de control, muros y trincheras azeríes, y probablemente algún que otro sujeto militarizado apuntando a territorio armenio.

Berkaber-2La ONG Sahman funciona en este pueblo desde 2011 y surgió a raíz de una visita de sus integrantes, a partir del cual resolvieron que debían accionar con el fin de empoderar a los habitantes fronterizos. Así, mediante la colaboración de organizaciones locales y de la Diáspora, fueron concretando diferentes proyectos sociales y comerciales. La honestidad y lo maravilloso de su pueblo, como sus carencias y su aislamiento, fue el motor que impulsó este proyecto de dar vida a un territorio bajo constante amenaza de muerte.

Berkaber significa “abundancia”, en referencia a su pasado de suelo próspero. Pero los que no abundan son sus habitantes. No tiene más de quinientos, de los cuales cuarenta y siete son niños en edad escolar. La escuela es un edificio relativamente nuevo, Berkaber-1rodeado de un muro que lo separa del resto del mundo. Una perforación en la pared, explica que una reconocida compañía armenia haya financiado ese muro para proteger a los niños de los ataques regulares que provienen del otro lado de la frontera. En el patio, bolsones de tierra apilada simulaban una pared, detrás de la cual se desplegaba una escalera que conducía a una especie de sótano. Los niños presentes explicaron que aquella era su salida de emergencia subterránea a las balas azeríes. Digamos, un bunker infantil.

Pequeños adultos. Eruditos en guerras. En uno de los pasillos de la escuela, una gran lámina explica cómo accionar en caso de ataques armados. Para algunos niños, su abstracción de la Berkaber-5realidad son las clases de robótica; para otros, las de deporte. La sala de IT de la escuela fue recientemente acondicionada. Tiene computadoras, impresoras 3D y aparatos tecnológicos a disposición de los alumnos. Reunidos en la sala, niños de diferentes edades ansiaban mostrar sus trabajos. Los mayores Berkaber-6contaron sus aprendizajes de desarrollo de software y un niño dirigiendo los movimientos de un robot automatizado cautivó la admiración de todos. Sus conocimientos son producto de dos clases semanales donde repasan contenidos básicos de programación y funcionamiento de tecnologías innovadoras. Nada mejor que nuevas generaciones capacitadas en tecnologías aún en los puntos más aislados de Armenia.

Algunos metros más allá, una pintoresca puerta anunciaba la instalación de un jardín de infantes. Los juguetes mantenían vivos sus colores como prueba de que aún no habían sido manipulados por manos pequeñas; las diminutas camas tenían colchones todavía envueltos en bolsas plásticas. Este espacio de escape infantil a las escaramuzas fronterizas será inaugurado en enero de 2018.

La ONG Sahman hace del emprendedurismo su bandera, facilitando proyectos económicos y sociales a los habitantes de Berkaber. Las familias se autosustentan con diferentes actividades productivas instaladas en sus hogares. Invernaderos, producción de miel y frutos secos, cultivo de garalok y venta de pescado extraído del lago local. En su periodo de acción, Sahman construyó más de veinte invernaderos y alentó la creación de diez empresas familiares.

Un aire espeso inundaba aquel espacio de algunos metros de largo cubiertos de una gruesa lona transparente sostenida por caños curvos. Estábamos en el invernadero de los Yeghanyan, donde sólo algunos tomates habían quedado luego de la cosecha. Armine explicó que los frutos del invernadero son su único ingreso y mostró las plantas de las diferentes hortalizas, mientras su esposo corría a un chancho que intentaba escapar de su trágico destino. Esta familia es una de las que recibieron los materiales para confeccionar el invernadero, incluyendo plántulas, herramientas, un sistema de riego por goteo y fertilizantes.

Berkaber-7La leña prolijamente cortada y acumulada en los ingresos de las casas anunciaba la pronta llegada del invierno. Las familias están preparadas para recibir las bajas temperaturas y calefaccionar sus hogares a partir de la combustión a leña. En el recorrido, saltan a la vista las paredes que fueron víctimas de tiroteos, que para los habitantes de Berkaber, ya forman parte del paisaje pueblerino. La casa de un pescador fue la parada siguiente. Anushaván se encarga de extraer pequeños pescados del lago y someterlos al proceso de disecado. En una pequeña habitación, tiene algunos dispositivos, como máquinas secadoras y de ahumado, provistos por Sahman para facilitar su producción. Anushaván afirma que, si no hubiera existido esta idea comercial para mantener a su familia, tendría que haberse ido del país en busca de otro horizonte.

Berkaber-4Los productos de este pequeño pueblo son latidos que se distribuyen a otras regiones, como Ereván. Salen de los campos bajo fuego directo y entran a competir en el mercado. Berkaber es un territorio no conocido por muchos habitantes de Armenia. La tensa realidad con sus vecinos azeríes lo ha catalogado como una zona peligrosa y lo ha aislado.

Los ataques no tienen días ni horas estipuladas; sólo llegan y hay que prepararse. Lo sabe Tigrán, el productor de miel; lo sabe Gayané, la directora de la escuela y lo saben los niños que rondan diariamente por las calles de tierra. Lo saben todos.

Pero las raíces que han echado en ese suelo son robustas y se fortalecen en la medida en que estos microemprendimientos prosperen.

Armenia comienza desde Berkaber. Sus habitantes son los guardianes de la frontera y bajo esos términos, niños y adultos crean mejores condiciones para autosustentarse, empoderarse y contribuir al desarrollo de este pueblo fronterizo. A la larga, la historia desde siempre ha marcado que el peligro de ataque no cohíbe al pueblo armenio para innovar, crear y seguir desarrollándose.

Betty Arslanian, especial para Diario ARMENIA

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