Gorky fue el pincel del desarraigo. Exponente del arte abstracto tras haber recorrido otras corrientes, este armenio naturalizado norteamericano nunca pudo superar los traumas de la tragedia y puso fin a su vida sin dramatismos. Su herencia cultural es enorme.

Arshile Gorky o cómo trazar desconsuelos

27 de agosto de 2019

“La sustancia del pensamiento es la semilla de la artista. Los sueños forman las cerdas del cepillo del artista. A medida que el ojo funciona como centinela del cerebro, me comunico a través de mis percepciones más íntimas, a través del arte, ésa es mi visión del mundo”, Arshile Gorky.

Dijo el francés André Breton, padre del surrealismo, que Gorky fue uno de los pintores americanos más importantes del género, y se lo dijo directamente a él cuando vio “El hígado es el peine del gallo”, una de sus obras. Kurt Vonnegut lo menciona, brevemente, como al pasar, en su novela Bluebeard (Barba Azul). El británico Stephen Watt le dedica un poema, To Be (Ser): “Tú eres lúcido como los paneles de luz / Y fluyes dentro de esta arcaica sala donde / El lenguaje es; tú te rompes y te desparramas / En la grieta, tú te creas a ti mismo de nuevo”. Apenas una muestra de la importancia y el reconocimiento de este gran artista armenio, hijo directo de un genocidio.

Arshile Gorky nació como Vostanik Manuk Adoian el 15 de abril de 1904 en el pueblo de Khorkom, en la ciudad armenia de Van. La fecha exacta de su nacimiento no es precisa como la de casi todos los que nacieron en esos tiempos tumultuosos. Hijo de Setrag Adoian, un viudo con dos hijos vuelto a casar con Shushán, la madre de Arshile, también viuda (su primer esposo había sido asesinado durante las primeras masacres de los turcos en 1896). En 1910, Setrag evita ser reclutado en las filas del ejército y huye a los Estados Unidos. A los cinco años, ya en pleno ataque genocida por parte de los otomanos, el pequeño Vostanik abandona Van junto a su madre y a tres hermanas. “Dibujaba dormido”, recuerda una de ellas, “movía las manos en sueños”. Como tantas otras historias que relatan el largo peregrinaje de armenios huyendo de la matanza, la madre muere de hambre a mitad de camino y en los brazos del adolescente. Tras los pasos de su padre, se embarca hacia los Estados Unidos para huir de tanta penuria.

Aseguraba ser pariente lejano de Máximo Gorky, el escritor ruso, un revolucionario que atacaba con sus letras, un héroe de izquierdas para las masas; y así Vostanik Manuk Adoian se convirtió en Arshile Gorky. También devino pintor, gran pintor, gran pintor abstracto, un talento único y sin precedente.

También cambiaba la fecha de su nacimiento a antojo, licencias poéticas sin más dado su, aunque inmediato, pasado incierto. No pudo, no supo, no quiso adaptarse al tan diferente estilo de vida americano. Tampoco mantuvo una buena relación con su padre; viejos y eternos fantasmas lo perseguirían siempre.

Estudió arte en el New School of Design de Boston. Seducido primero por el impresionismo; luego, madurado el gusto, flirteó con el postimpresionismo. Gorky ya estaba instalado y casado en Nueva York y Cézanne fue una gran inspiración en esos días. “Paisaje al estilo de Cézanne”, pintado en 1927, da muestra de estos tiempos. Más tarde daría con Pablo Picasso y así coquetearía con el cubismo como el español para finalmente abrazar al surrealismo como corriente.

En 1941 Gorky se casó con Agnes Magruder (1921-2013), apodada cariñosamente como Mougouch (la pequeña que todo lo puede, en armenio), también pintora, con quien tuvo dos niñas: Maro y Natasha.

La artista Corinne Michelle West fue la musa de Arshile y probablemente su amante: él le declaró su amor y le pidió matrimonio en muchas ocasiones pero no salió airoso.

Acosado por un cáncer, con el brazo y el cuello paralizados que le impedía pintar, abandonado por su mujer y sus hijas -Agnes se volvería a casar más adelante con Xan Fielding, el escritor y héroe de guerra británico-, con su estudio prendido fuego, acosado por los espectros que lo perseguían desde su días en Van, el recuerdo de su madre muerta en condiciones infrahumanas, y muchos traumas producto de tanto dolor lo llevaron a ahorcarse el 21 de julio de 1948. ¿Y poner fin a los desencantos? Por supuesto que no, su obra así lo traduce. Tenía cuarenta y cuatro años y vivía en Connecticut, donde fue enterrado.

El 26 de junio de 1948 había pasado el día en casa de su amigo Julien Levy y su esposa. Cuando Levy lo lleva en auto hasta su casa bajo una fuerte lluvia, sufren un accidente contra unas colinas y terminan boca abajo. Gorky se fractura el cuello y uno de sus brazos. Tras una semana en el hospital y aún dolorido (había sufrido una colostomía a partir de un cáncer poco antes) vuelve a su casa. Los problemas maritales (infidelidades de ambas partes, etc) ya resultaban insostenibles y Mougouch se va con las niñas dejándolo solo. Convaleciente y deprimido, se quita el corset que sostenía sus huesos rotos y se cuelga en una cabaña en Glass House. “Adiós, mis amores” rezaba la nota que encontraron. Adiós, sin más, para sus amadas, su familia, arte y herencia.

Su obra y legado

El punto de referencia de Gorky es la abstracción. Su legado pictórico así lo demuestra en las distintas generaciones de artistas que lo tienen como referente. El artista se paseó y con éxito por el cubismo, el impresionismo hasta acomodarse en el surrealismo. Así logra evocar esas realidades que lo acosaban, el recuerdo de su madre (su famosa obra “El artista y su madre” resulta con trazos simples, casi imperceptibles, focalizando en los ojos, muy vivos aunque sin expresión y así y todo, transmitiendo una tristeza infinita) y la añoranza de su tierra. Así es como los colores varían según la corriente que pintara aunque siempre afirmando el trazo. Esa pintura resulta de una fotografía de sí mismo y de su madre sacada en 1912, cuando tenía ocho años, y que se habían tomado para enviar a su padre en los Estados Unidos. Gorky es considerado uno de los fundadores del surrealismo abstracto. Incorporó otras influencias internacionales en su estilo, desde la geometría de Ucello a la fluidez y la forma abierta de Kandinsky y Matta.

La tragedia es el común denominador que hilará todas sus obras a lo largo de vida. Como sobreviviente de una barbarie donde vio morir a su madre y a su pueblo, ser testigo de su familia diezmada fortuitamente a partir del accionar del Imperio Otomano ejecutando a cuanto armenio se interpusiera en su camino, Gorky verá siempre a través de esos ojos. Los mismos que vieron desfallecer de hambre a su gente, los que no volvieron a ver su tierra. Por eso imaginó y plasmó en sus telas su desgarro, su impotencia, la claridad de un futuro vacío, esa fiebre que lo envalentonaba a tomar los pinceles una y otra vez hasta poder recrear lo que esa imaginación suya, inmensa, lo ahogaba.

El cineasta Atom Egoyan describe a Gorky como “El más famoso sobreviviente de la masacre de Van, la única persona que ha creado una obra maestra de las cenizas de su experiencia. Pero él sentía que tenía que convertirse en un personaje Zelig, redefinirse para dar cabida a esta nueva realidad”. “Ararat” es la película de Egoyan, el director canadiense de origen armenio, donde se hace referencia al pintor.

Sus obras están conservadas y exhibidas en los museos más importantes de Europa y Estados Unidos.

Lala Toutonian
Periodista
latoutonian@gmail.com

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