Autodefensa de Van, el chivo expiatorio

16 de abril de 2019

En abril de 1915, días antes de comenzar el plan genocida contra el pueblo armenio, Van y aldeas cercanas resistieron por varias semanas el asedio de las tropas turcas. Fue un hecho heroico y un aprendizaje que se plasmó en Sardarabad tres años después.

Van

Aquella vieja incógnita acerca de qué nació primero, si el huevo o la gallina, tiene su versión propia en la historia armenia contemporánea. El sitio de Van y la autodefensa organizada por la población armenia de varias localidades en la región de Vaspuragán, comenzó exactamente hace 104 años, días antes de las deportaciones masivas que dieron inicio al plan de exterminio del pueblo armenio, diseñado y ejecutado por el gobierno de los Jóvenes Turcos.

La chispa se encendió el 20 de abril con un ataque a la ciudad Van, tras las detenciones de algunos líderes locales como Ishján, un respetado dirigente tashnagtsagán, y Arshak Vramián, diputado armenio en el Parlamento Otomano. En rigor, a mediados de abril de 1915 el plan genocida ya había comenzado con saqueos y ataques a pequeñas aldeas en la meseta de Armenia. La ciudad de Van fue sitiada, pero a diferencia de otros lugares, la población puso en marcha un plan de autodefensa, que logró resistir cerca de un mes. Luego llegó la ayuda de las tropas rusas, en ese momento en guerra contra el Imperio Otomano, en el marco de la Primera Guerra Mundial (1914-1918).

Créase o no, éste fue el principal argumento utilizado por el entonces gobierno turco para justificar las deportaciones masivas y la ejecución del genocidio. La supuesta colaboración de los armenios, súbditos del Sultán, con una potencia extranjera beligerante –la Rusia zarista- y el no acatar las órdenes de entrega de armas y hombres para el esfuerzo bélico de las tropas otomanas, fue la excusa.

Observadores contemporáneos y posteriores investigaciones de historiadores han concluido que el gobierno otomano instigó deliberadamente la resistencia armada de los armenios, forzando la situación a través del sitio de la ciudad y otras acciones, como pretexto para justificar las deportaciones de armenios a lo largo del Imperio.

Los hechos

Un dato determinante en el desenlacede los sucesos de Van fue el traslado del gobernador Hasan Tahsin Pashá a Erzerum y su reemplazo por Djevdet Bey, cuñado del ministro de Guerra, Ismail Enver Pashá. Djevdet Bey fue acompañado por el venezolano Rafael de Nogales Méndez, que servía al ejército otomano y contó parte de detalles de la resistencia de Van en el libro “Cuatro años bajo la Media Luna” (1924).

En febrero de 1915 Djevdet Bey pidió que los armenios entregaran 4000 hombres con sus armas para la campaña de Persia. Las negociaciones duraron semanas, con los armenios intentando no contradecir las órdenes, pero sabiendo que, muy probablemente, esos hombres no llegaran a destino. Esto dejaría, además, indefensa a la población local. Como parte de estas negociaciones, fue llamado a conversar el dirigente tashnagtsagán Ishján, quien fue encarcelado y nunca más se supo de él.

En un momento los armenios ofrecieron 500 voluntarios y un pago por la excepción del resto. La propuesta fue rechazada, llevando el tema a un punto sin retorno. El médico estadounidense Clarence Douglas Ussher, testigo de los hechos, comentó: “Estaba claro que los objetivos de Djevdet eran masacrar a los hombres de Van, para que no hubiera defensores, como lo había hecho en las aldeas bajo los pretextos de los registros de armas, registros que se habían convertido en masacres”. La revuelta comenzó con la violación de mujeres armenias, asesinatos de jóvenes, incendios de casas y aldeas, y un clima de hostilidad manifiesta tanto en Van como en pueblos cercanos, (Aikesdán, Shadaj, Varak, Lezk, Poghants). Pronto los armenios se vieron sitiados por las tropas turcas y por eso organizaron la resistencia.

Se conformó la Autoridad Militar de Defensa bajo el liderazgo estratégico de Aram Manukian, dirigente tashnagtsagán y fundador de la República de Armenia, y la coordinación táctica en sectores clave de Armenag Yegarian, Gaidzág Arakel, Bulgaratsí Krikor, Gabriel Semerjian, Hrant Galikian y Panos Terlemezian. Con apenas 1500 combatientes, portando unos 500 rifles y 750 pistolas Máuser, y con un pequeño abastecimiento de municiones comenzó la autodefensa. Se organizaron servicios de distribución de comida, ayuda médica y se estableció una pequeña manufactura de pólvora y municiones. Las mujeres cosían prendas para los voluntarios y cocinaban, y los chicos colaboraban con tareas de abastecimiento e incluso espionaje y sabotaje a edificios gubernamentales.

El factor Manukian

El sitio duró hasta mediados de mayo, cuando la entrada de las tropas rusas a Van, junto al líder tashnagtsagán Jechó rompió el cerco del asedio. Fue un combate encarnizado metro a metro y casa por casa, una batalla por el control de posiciones estratégicas para continuar la lucha, una guerra de trincheras y defensas que se levantaban incluso durante el tiroteo. El valor de los combatientes, sin dudas, fue importante, pero la clave estuvo en la estrategia y la táctica. La cadena de abastecimiento y distribución de armas, alimentos y agua fue la carta secreta que jugó el comando armenio. Y allí fue clave el rol jugado por Aram Manukian. La autodefensa de Van fue un hecho heroico perro también dejó una enseñanza, capitalizada con creces sólo tres años después.

Cualquiera que haya viajado a Armenia y visitado el monumento a Sardarabad recordará el sofocante calor que se siente allí. Calor y falta de agua. No es casual, entonces, que la batalla decisiva de la independencia armenia se haya librado en las alturas de Sardarabad. Con una fuerza inferior al invasor turco, tanto en cantidad de soldados como en pertrechos, los voluntarios armenios los esperaron en Sardarabad, tras la imposibilidad de detenerlos en Pash Abarán y Kara Kilisé. Pero antes se aseguraron el aprovisionamiento de agua y no dejarles, en el retroceso, este recurso vital a las tropas turcas. Una vez más, la cualidad de estratega de Aram Manukian, lo hizo posible.

Carlos Boyadjian
Periodista
coboyadjian@yahoo.com.ar

 

Reivindicar los movimientos de autodefensa

Durante medio siglo la conmemoración del genocidio armenio en todo el mundo se hacía puertas adentro. Silencio, lamento por las pérdidas cercanas, dolor por el destierro forzado y un mecanismo psicológico de defensa de los sobrevivientes, fueron la clave para soportar lo intolerable. En ese contexto, la República de Turquía, sin dudas, estaba cómoda. Nadie o casi nadie la responsabilizaba por la ejecución del plan genocida, la usurpación de las tierras ancestrales de los armenios y la confiscación de sus bienes.

Al promediar los años 60, una serie de marchas populares masivas tuvieron lugar en Ereván, reclamando, de algún modo, la visibilidad del genocidio del que había sido víctima el pueblo armenio. Las demandas llegaron al Kremlin, que aun en momentos de represión de toda manifestación callejera, toleró las movilizaciones y autorizó la construcción de un monumento Dzitsernagapert en la capital armenia, para recordar a las víctimas del genocidio perpetrado por los turcos. En todo el mundo los armenios empezaron a salir a la calle, también en la Argentina. A mediados de los ‘70, la conmemoración del 24 de Abril en Buenos Aires ya se hacía en los principales espacios públicos de la ciudad y se instauró la marcha hasta la residencia del Embajador Turco en el país, iniciativa que continúa hasta el día de hoy.

La campaña internacional por el reconocimiento del genocidio y la visibilización del tema en la prensa mundial empezaron a molestar a Ankara. Pero esta historia comenzó con un supuesto falso, al menos en parte. Durante años se creyó que los armenios fueron al matadero como corderos. Eso no fue así. Hubo un plan sistemático para desarmar primero a la población y luego sacar del juego a sus líderes, vía arresto a asesinato premeditado. Así, el resto de la población quedó a merced. Lo cierto es que por aquellos años, la población civil armenia debió enfrentar a un ejército regular, con órdenes muy precisas.

Pese a ello, hubo intentos de autodefensa en Van, Musa Ler, Zeitún y Sasún, por mencionar algunos casos. En una reciente entrevista Harutyun Marutyan, director del Museo-Instituto del Genocidio Armenio de Dzitsernagapert, propuso declarar al 24 de Abril como “día de conmemoración de las víctimas del genocidio y de los héroes de las luchas de autodefensa”. No es una mala idea. En definitiva, el concepto de autodefensa es la columna vertebral de la independencia de 1918.

C.B.

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