Falleció el 28 de abril de 2016

Avedís (Hrach) Ketchian, una vida que se va

04 de mayo de 2016

avedis-ketchianHijo de Partogh Ketchian y Vergine Hovsepian, nació en Atenas, Grecia, el 5 de enero de 1937. La familia Ketchian se había instalado en Grecia como tantos otros refugiados armenios, escapando de las matanzas y persecución del estado turco.

Vivieron en Atenas durante los años de la 2ª Guerra Mundial, en el conocido barrio de Fix, allí desarrolló su infancia y adolescencia estudiando en la escuela Católica Armenia de Fix, donde hizo su escuela primaria. Simultáneamente participó de las actividades de Homenetmen dentro de la agrupación Scout en el (grupo) 23 Խումբalcanzando el grado de jefe de Manada. 

Algunos años después de finalizada la guerra y dada la difícil situación económica, su familia decide trasladarse a la Argentina donde llegaron en 1950, con sus padres y sus hermanos Ara y Varuyán.

Mientras su padre ejercía el oficio de fotógrafo, Hrach, al igual que muchos otros amigos u coetáneos suyos, también procedentes de Grecia, se dedicó a la joyería.

Desde su llegada a la Argentina, participó de las actividades que la FRA desarrollaba en su Agump de la calle El Salvador 4625, donde funcionaba la filial de UJA Anahid-Mikaelian. Con la iniciativa de Yervant Abadjian se creó un conjunto de teatro que Hrach integró desde su inicio, participando en la presentación de varias obras con la intervención también de varios procedentes de Grecia (Yemenidjian, Ghazarossian Garbis, Mavilian Simón y quien escribe la presente). Fueron varias presentaciones, generalmente comedias tanto en el salón de El Salvador como en el salón Centro Armenio.

Fue socio activo de Homenetmen Buenos Aires llegando a integrar su Consejo Directivo, siendo asiduo concurrente a todas las actividades institucionales. Su presencia en la sede de Ramos Mejía era infaltable todos los fines de semana, junto a su esposa Sonia.

Se casó el 17 de febrero de 1962 con Sonia Avedissian, ambos permanentes participantes de los encuentros sociales organizados por UJA en la década del 50 bajo el nombre de “Temascope”. Tuvieron dos hijos, Daniel, casado don Graciela Díaz de quienes tiene dos nietos, Mateo y Ari y de su hija Mery, casada con Gustavo Hovassapian, tiene tres nietos, Nicolás, Federico y Juan Pablo.

Desde el año 1980 y paralelamente a su actividad comercial, se dedicó a la filatelia, siendo autor y poseedor de una importante colección de sellos postales de “Correo Argentino Aeropostal” así como de una significativa compilación de sellos armenios con ejemplares desde los tiempos del correo armenio, aun anterior a la constitución de la primera República Independiente de 1918, incluyendo el periodo soviético  cronológicamente y  hasta nuestros días.

Ambas colecciones fueron presentadas en innumerables exposiciones nacionales e internacionales en diversos países de América, Europa y Asia,  siendo acreedor en varias ocasiones de importantes premios.

También fue en nuestro medio el promotor y organizador de las exposiciones binacionales de filatelia argentino -armenias “ARAFEX” y de las emisiones especiales del Correo Argentino dedicadas al 24 de Abril de 1915 y al 21 de septiembre de 1991 y diversas ocasiones de relevancia institucional comunitaria.

En varias exposiciones nacionales e internacionales fue designado jurado en su especialidad, la aerofilatelia.

Fue miembro activo de diversas instituciones filatélicas nacionales e internacionales como vicepresidente de la Federación Argentina de Entidades Filatélicas, Presidente de las Sociedad. Argentina de Aerofilatelia (en la actualidad),  Delegado argentino ante la Fed. Interamericana de Filatelia, etc.

El lunes 25 de abril a la finalización del acto de protesta frente a la residencia del embajador turco, del que participó como lo hacía todos los años, fue atropellado por un automóvil.  Fue intervenido quirúrgicamente de inmediato en el Hospital Fernández, siendo su estado sumamente grave. Fue trasladado al Sanatorio Los Arcos donde falleció el pasado jueves 28 de abril en horas del mediodía.

Hrach fue un refugiado como tantos otros armenios que encontraron en argentina un lugar donde vivir y desarrollarse en paz y libertad.

Fue un muy buen ciudadano argentino (su nacionalidad de adopción) y un hombre de claras convicciones  y amor por su Madre Patria Armenia. Vivió de acuerdo a sus ideales y convicciones siendo un buen  padre de familia, esposo y abuelo. Fue  un gran colaborador de las instituciones armenias, difusor y defensor de los ideales del Pueblo Armenio. Hizo de la filatelia una bandera de difusión argentino-armenia tanto a nivel nacional como internacional. Visitó armenia en reiteradas ocasiones colaborando, desde su lugar en innumerables ocasiones.

Desde el corazón, puedo decir, que desde que nos conocimos en aquellas reuniones de UJA de la calle El Salvador en aquel primer intento actoral y posteriormente en los últimos 44 años de nuestra relación familiar más íntima y cercana, nos unió un  mismo sentimiento de amistad fraternal y genuino gran afecto.

Esta pérdida inesperada, acongojante, atropelladora como lo que la causó, nos pone a todos frente a la impotencia de ese contrastante final de la vida que, en este caso, no viene de la mano de la naturaleza.

Al igual que para cualquier ser humano y mucho más para los armenios, memoria y justicia son, aquí también, dos eslabones que nos unen en la resignación, ante una realidad irreversible.

Hrach querido, permanecerás por siempre en el recuerdo y la memoria de quienes siempre te quisimos.

La resignación a la realidad, simplemente será el eslabón que en la unión de la familia, hará perdurable tu memoria. Fuiste un ejemplo para tus hijos y nietos que saben muy bien el valor del afecto y los buenos consejos que les brindaste con la palabra y el ejemplo. Tu esposa seguramente será la continuadora y el sostén necesarios. Los cimientos del nido que pudiste construir son firmes y están en  buenas manos.

Todas las realidades de la vida, una vez más, nos enfrentan a la necesidad de comprender su esencia, que lleva pequeñeces y grandezas, tristezas y alegrías, en su contenido inmensurable. Pero que como seguramente él lo diría, “vale la pena vivirla”.

Que en paz descanses.

 

Arq. Pedro M. Tateosian

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